El
tiempo pasa lentamente cuando estoy sin hacer nada. Agosto aplasta a todas
horas,
la humedad por encima de 90, muchos lugares cerrados, entre ellos la
escuela,
yo con dos semanas de vacaciones sin que se me ocurra otra cosa que
dormir
y dormir y dormir hasta que se me hinchan los ojos. Dormir y descansar. Y
tomar
café. Y fumar como una primavera. Y agobiarme con el maldito calor. Eso.
Bertica
en la casa por las vacaciones. Aurelia en el monte, aprovechando también
sus
vacaciones, con su familia, descansando del alboroto de la ciudad. Y así las
cosas
esta quincena se convierte en otra encerrona. Con el sueño atrasado se me
cierran
los ojos cuando llevo a Bertica al zoológico o al parque de diversiones o al
cine
infantil o a dar vueltas por ahí sin ningún itinerario, y menos mal que ya no
hace
tantas preguntas, pues es como para ponerle un parche en plena boca y
darle
una pastilla para que se duerma de un tirón. De Manolito no sé nada, pobre
niño,
nunca pude ayudarlo y ahora me pesa, porque ahora me doy cuenta de que
en
realidad no lo quise, pues un sacrificio más qué carajo me importaba. Y no sé
con
quién
podría averiguar algo sobre él. A Marina tengo que ir a verla, día a día voy
posponiendo
mi visita y el reloj no se detiene. Nancy me invitó a ir a comer a su casa,
pero
no quiero llevar a Bertica y no tengo con quien dejarla,a no ser que Aleida
quiera
hacerme el favor, pero no es fácil pedirle esa ayuda. Todo un señor revoltillo.
Y
de mi salida ni hablar del peluquín, me escribió mi mamá que Tony está en sus
trece,
que de permiso nada, que ella está desesperada, que a veces le entran
deseos
de regresar a Cuba a hacernos compañía, porque ve que pasa el tiempo,
que
Bertica crece, y que Tony no le va a dar el permiso de salida nunca para que
podamos
reunirnos todos en Estados Unidos. Lo único que me falta, que mi mamá
se
me aparezca aquí, el día menos pensado, ja, y entonces sí tendré que decirle
adiós
al cijú platanero, Dios me ampare. Pues sí, todo estancado. Y me paro frente
al
espejo y para darme ánimos me digo bellaca, eres una bellaca, tienes un empleo
y
estás estudiando, ya no te dan esas crisis depresivas, ¿qué te pasa ahora?, y
el
espejo
se me queda mirando y me dice no me pasa nada, es que no sé en qué
gastar
mi tiempo ahora sin trabajo y sin escuela y me aburro, y el asma me sigue
molestando,
cada día un poco más, se me aparece de improviso y a joder, y la
cuestión
es que cuando salgo de una entro en otra y mi vida es un círculo vicioso
que
no me deja estabilizarme totalmente. Este es mi presente, pero ¿cuál es mi
futuro?
Ja. Ahí está el detalle: mi futuro. Casi nada. Algo así como decir espéralo
sentada,
criatura, que cualquier día entra en tu casa sin tocar la puerta...
(continuará)
Augusto
Lázaro
www.facebook.com/augusto.delatorrecasas
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