domingo, 27 de septiembre de 2015

ESA MUCHACHA TRISTE QUE SUEÑA CON LA NIEVE 35

Ese rubio que está conversando con Charito ya hace rato que me está mirando

con cara de hambre de hembra, que yo conozco muy bien esa mirada, coño, ni

que yo fuera Raquel Welch, qué se traerá, y Charito de lo más animada, ella que es

tan arisca que no le enseña los dientes ni a su propia madre, y miren eso, los dos

sentados en la arena como si fueran una pareja de luna de miel, ese rubio tiene que

ser una cosa del otro mundo para que Charito le aguante la muela y hasta se ría la

muy puta, si me cuentan el chisme no me lo creo, voy a nadar hasta la orilla para

ver si me entero, que esto no se ve todos los días, ya está, ¿así que esta es la experta

nadadora?, ah, ahora el rubio va a cogerla conmigo, qué carajos se trae, a ver con

qué se me aparece la pelirroja, ¿qué es eso de la experta nadadora?, si se puede

saber, Charito reventándose de la risa, yo creo que estos dos están en algo, déjame

tantearla a ver si me despejan, ¿qué pasa, monada, me lo vas a aclarar o tendré

que adivinarlo?, ay, Tania, es que este joven hace rato que te está observando y,

eso ya lo he notado, mirando cómo nadas, sí, ya, y como nos había visto juntas se

me acercó y me preguntó, y yo le dije que eras una experta en natación que me

trajo a la playa para enseñarme algunas técnicas, ¿qué te parece?, y mira al rubio y

se ríe, qué cabrona, parece que hoy se levantó con la vena del humor activada,

aunque a mí me parece que a este rubio no es fácil embutirlo, no tiene cara de

creer todo lo que le dicen, lo que tiene es cara de mirón, porque me está mirando

sin ningún disimulo, como mira un hombre a una mujer en bikini cuando la picha se

le alborota, a lo mejor es un pajero empedernido, vaya usted a saber, encantado,

contra, si no me suelto se queda con mi mano apretada y me la arranca, pero qué

tipo más fresco, y miren cómo me desviste con los ojos, como si yo estuviera tan

buena, y la puta de Charito gozando el cuadro, vacilándome, ja, claro,  como que

no es con ella, por eso le aguanta la muela, pero qué cabrona, ¡hum!, y éste tiene

cara de estar en el ambiente, le gustarán las flacas, porque Charito sí que está

como para comérsela a mordiscos, como le dicen algunos cuando les pasa por el

lado con el culo empinado y las tetas saltándole debajo de la blusa, que Charito no

usa ajustadores tampoco, para qué, pero yo, cabrón, si me está quitando el bikini

con los ojos este perro, ah, se salva porque en estos días yo estoy para que me lo

quiten hasta con las manos, que si no, bueno, los hombres son tan idiotas que se

creen que cuando miran a una mujer ella tiene que derretirse, qué verracos, todos

se creen supermachos, todos son irresistibles, ja ja, no saben que la cosa es al revés,

pero en estos días yo me siento como plátano para sinsonte, así que deja ver en qué

para esta envolvencia, que hace ya bastante tiempo que no me aprieto con

ningún muchacho, y si sigo así cuando llegue la hora de los mameyes no me voy a

acordar ni de cómo se hace una paja, me gusta que este rubio me esté mirando así,

con ese descaro, que me mire, que me viva, que me quite el bikini con los ojos y

después con las manos, que me goce, que se haga un buen cráneo conmigo, que

se toque la picha a ver cómo la tiene, que se le salga la baba contemplándome el

culo, sí, ah, qué cosas se me ocurren, oye, tú, ¿tú eres sagitario, chico?, ¿que si soy

qué?, ah, vaya, parece que éste no sabe nada, no, yo lo único que sé es que nací

en el mes de mayo, y eso porque mi mamá me lo dijo, que si no tampoco lo supiera

ni me importaría saberlo, gracioso el niño, caramba, está bien, muchachito lindo, tú

no sabes nada de eso, claro, pero seguro que sabes otras cosas, so puñetero, que

tienes una cara de cabroncito profesional que no puedes taparla ni con esa sonrisa

mierdera que te gastas, aunque mirándote bien no estás nada mal, se te puede

hacer un tiempo, así embalado como estás, que se te marca el bulto por debajo de

la trusa, cabrón, a mí con esas, no, no me vas a engatusar, ni lo pienses que me vas

a engatusar, ah, no, pero no te voy a decir lo que estoy pensando, no te voy a

confesar que en estos días yo estoy más ruina que una gata en celo, hasta maúllo

de pensar esas cosas, así que no estoy averiguando mucho para decidirme, déjame

decirte algo a ver si abres la boca como abres los ojos mirándome, se te van a

quemar de tanto hacerte el cráneo, que parece que te gusta mi flaquencia, mira,

es que siempre que conozco a alguien le pregunto cuál es su signo zodiacal, ¿su

qué?, ahhh, yo creo que este tipo me está trajinando, pero voy a joderlo, ya se

enterará, y la muy perra de Charito haciéndose la sueca, como si no estuviera aquí

disfrutando del show, está haciendo la playa conmigo, con nosotros, bueno, vamos

para el agua, eh, eeehhh, pero... qué es esto, qué se trae este rubio, eh, me coge

por un brazo y me arrastra, así como así, atrevido el niño, eh, pero qué se ha creído,

bueno, mejor cogerlo con calma, déjame reírme yo también, ja ja ja, dígame usted,

ja ja, ahora los tres metidos en el agua como si fuéramos amigos de toda la vida, y

que este bandido está girado para mi cartón de lo que no hay remedio, Tania, voy

echando, negra, porque me parece que aquí sobra alguien, pero óyeme, Charito,

¿cómo te vas a ir ahora y dejarme aquí con éste?, óyeme, Charito, Chari... adiós, que

se diviertan, y se va, la muy cabrona se va de verdad, pero coño, desapareció, no

no no, yo no creo que... oye, muchacha, psss, espérate, que mi amiga se va, se va

no, se fue, dice que a ella no le gusta ser sapo, así que atiéndeme un momento, y se

ríe este hijo de puta, se ríe, bandido, tu amiga se va a atorar un día aquí comiendo

mamoncillos, se lo dije, y sigue apretándome, ¿por qué no se giraría para Charito?,

este rubio parece que prefiere la acción a la palabra, me está apretando con toda

su fuerza, muchacho, eh, que me dejas sin resuello, coño, me pega la picha el muy

descarado, y que la tiene bien tiesa, esto tengo que contárselo a Mayra, ni siquiera

me ha dicho su nombre, ni yo se lo voy a preguntar, le gustará el misterio, o es que

se está haciendo el interesante, el muy guanajo, tendré que buscarle algún apodo,

el rápido, el apurado, el activo, que él sí conoce mi nombre, se lo oiría a Charito que

lo dijo a propósito, condenada puta, la voy a coger mansita en su casa, si este tipo

supiera que me estoy derritiendo todita de las ganas, seguro que Charito sabe cómo

se llama este truhán, porque eso es lo que es, un truhán, un tiburón de playa, un

donjuán de pacotilla, un ligón, un hijo de puta, pero me hace temblar cuando me la

pega, sí, Tania, muchacha tonta, basta de comer mierda, coge tren con este tipo,

no le des información al enemigo, calla y disfruta, cáptalo todo y silencio en la

noche, no tengas confianza ni en los muertos, pero goza con este ejemplar de

malandrín fuerte y joven que te está manoseando hasta dejarte medio muerta de

gusto, sí, sonríele a todo el mundo para que te vean feliz y realizada un día al

menos, no le des a nadie el gusto de verte triste y abatida, pues no, coño, le voy a

lucir a la gente como si yo fuera la reina Isabel de Inglaterra, eso voy a hacer, cierra

el pico y deja que se desarrollen los acontecimientos, guanaja, oye lo que dicen

quienes saben más que tú de la calle, de la gente, de la vida, como este tipo que te

sigue apretando, que si me coge en uno de esos días fatales le doy un pescozón

que lo mando a cuidados intensivos, se ha puesto dichoso, porque la verdad es que

me gusta lo que me está haciendo, y me está haciendo bastante, aunque no se lo

voy a decir, no se lo voy a demostrar para que no se crea el toro, pero que siga, sí,

que siga el son, que me siga cepillando todo lo que quiera, una gozadera a la

libreta, en plena playa, mi madre, que después que salgamos y estemos calentones

esto tendrá que terminar de algún modo, en algún lugar, va y el tipo tiene una

cabaña alquilada y ahí mismo, no nos vamos a quedar con las ganas, no, si nos

estamos haciendo un cráneo que ya casi no puedo aguantar, y éste es capaz de

metérmela aquí mismo y no, que nos cogen en la templadera y nos buscamos

un lío padre, mejor después, pero no muy después porque me vengo aquí mismo,

qué pichona se gasta, si parece un tubo de aluminio de pruebas de los laboratorios,

y entonces como adivinando mis pensamientos me dice vamos para afuera, que

tengo que enseñarte algo que te va a gustar, ¿qué cosa?, vamos, vive la intriga y

no indagues, que la curiosidad es mala, pero ¿dónde vamos?, a un lugar ahí donde

podemos estar más solos que un latón de basura, ah, se le ha soltado la singüeso

ahora, pues allá vamos, que la vida es corta y el sufrimiento es largo y basta ya de

sufrir, ahora le toca el turno a gozar, y a eso voy, vamos, a gozar de lo lindo, que ya

me estoy imaginando a donde quiere llevarme este cabrón, yo lela, porque este

rubio de las sabe todas, cerveza bien fría y jodedera, que ya va siendo hora, que

estoy más caliente que una tea, vamos, nene, a enredarnos como dos salvajes, un

día es un día, y a partir de ahora a vivir como Alcolea, que poco le importa que se le

vea y punto, así que vamos, rubio, donde te salga de esa picha tan rica que tienes,

hasta que tengas que cargarme porque me habré desmayado del placer, y como

dice ese cartel de propaganda que hay colgado en Santiago en tantas calles, a

bailar y a gozar con la sinfónica nacional...

(continuará)

Augusto Lázaro


sábado, 19 de septiembre de 2015

ESA MUCHACHA TRISTE QUE SUEÑA CON LA NIEVE 34


Quemé todas las fotos que había en la casa. Todas. Las saqué de las cajas donde

las tenía guardadas mi mamá, desarmé los portarretratos, levanté los cristales de las

mesitas de noche y de las cómodas, y me llevé las fotos para el patio, las apilé sobre

la hierba y allí mismo les prendí fuego. Qué manera. Aleida se asomó por el muro y

me gritó muchacha, pero qué haces, apaga eso, que nos vamos a achicharrar,

estás de ingreso. Ah, pero cuando cogí la manguera no quedaba una foto que

pudiera verse. Las quemé porque creía que con ellas quemaba mis recuerdos, pero

ahí no paró la cosa. Me deshice de todo lo viejo que quedaba, de todo lo que

oliera a antes, a pasado, a lo que yo quería olvidar. La casa patas ariba. No dejé

una sola rinconera ni un solo objeto que pudiera traerme algún recuerdo. Pero

como siempre pequé de inocente, de ingenua, de tonta, los recuerdos y el pasado

no se pueden borrar, están metidos en la cabeza y de ahí no hay quien los saque.

Creo que moriré con esa estúpida inocencia y eso me traaerá infinitos sufrimientos,

porque en este perro mundo sólo los fuertes, los insensibles, los inescrupulosos, son los

que triunfan. Mi casa se volvió otra casa, materialmente, pero los recuerdos y las

vivencias y el pasado estaban allí, incrustados en las paredes, pegados a los

mosaicos, sembrados en las yerbas del patio. Nuevas cortinas, nuevos colores,

nuevos cuadros, pero todo lo que yo había vivido seguía allí, en el aire, en el olor, en

el vacío, porque ahora mi casa estaba llena de vacío y más sola, más hueca, más

sin vida que antes. Ni siquiera animales. Sólo lo absolutamente necesario. Una sola

cama, un par de sillas, un par de butacas, un sofá, una mesa en la sala y otra en la

cocina, un armario, un cubo, una balleta, una escoba, el tanque de agua, el radio

viejo, utensilios de cocina y algunas otras cosas de muy poco valor como toallas,

fundas, sábanas, mi ropa, mis zapatos, las cosas de la niña. Y ahora me siento como

si estuviera metida en una jaula nueva, como si yo fuera un pajarito, un pajarito que

no tiene dónde posarse ni deseos de cantar ni nada y alguien se acerca y lo mira

atentamente, abre la puerta de la jaula, le pone agua y alpiste, le coloca un palito

atravesado entre las varillas, y unas manos enormes tratan de atraparme mientras

me dicen canta, pajarito, mécete, refréscate, pero el pajarito no tiene deseos de

cantar ni de mecerse ni de refrescarse, no, ni siquiera de volar en el reducidísimo

espacio de su enclaustramiento. No, yo no tengo deseos de cantar, no tengo

hambre, no quiero hacer nada, no quiero pensar ni acordarme de nada, Dios mío,

no quiero ni siquiera acordarme de mi hija, de que debo ocuparme de ella más de

lo que me ocupo, dónde estará ahora, qué estará haciendo, ¿preguntará por mí?,

¿con quién jugará?, ¿a quién le estará pidiendo dulces, caramelos, helados, juguetes?

¡Ah! Yo debí darle candela a esta maldita casa y quemarme con ella cuando mis

padres se fueron del país y me dejaron sola, pero ahora no puedo hacer eso para

que Bertica se quede sin madre y cuando el degenerado de Tony salga de la cárcel

se la lleve y la desgracie. Y por lo que veo mi destino parece que será quedarme

aquí, morirme aquí, sola, metida entre cuatro paredes en esta casa con olor a viejo,

con sabor a recuerdos, a sinsabores, gritos, llantos, sufrimientos, dolores, ¡aaayyy!

Necesito que venga alguien. Hoy mismo, ahora mismo, que me llamen, que me

toquen a la puerta, que griten mi nombre en la acera, Tania, Tania, un rato nada

más, un minuto, sí, pero alguien que me entretenga, que me haga sentir que no vivo

en un desierto, hace tiempo que no viene nadie a visitarme y yo necesito que

vengan mis amigos, los necesito, coño, que no me dejen sola, que no me

abandonen, vengan a verme, no sean tan crueles, vengan a pasar unas horas

conmigo, vengan... Pero qué estoy pensando... Ay, mi cabeza. Tengo que

tranquilizarme, tengo que calmarme, tendré que tomarme dos pastillas otra vez. Los

nervios me van a joder de verdad. Ah, qué terrible es la soledad. Y en la casa de

Aleida no hay nadie a esta hora. Pero no, no puedo dejarme vencer por los nervios.

Voy a inventar algo que atraiga a mis amigos. Algo. Una fiesta, ¿por qué no? Eso,

una fiestecita familiar, íntima, con muy poca gente, con gente de confianza. Es

verdad que esta casa parece un cementerio y yo un muerto sin dolientes. Sola,

siempre sola y en silencio, porque ni el radio enciendo. Y lo peor, siempre hablando

de calamidades y desgracias, siempre descargosa y llorona y eso a nadie le gusta.

Tampoco tengo nada que brindarle a nadie, a los jóvenes les gusta el alcohol y yo

ni del de reverbero. Pero sí señor, una fiesta. El remedio santo que acabe con mi

soledad. Borrón y cuenta nueva. Si te he visto no me acuerdo, que ya por ahí me

están llamando la muchacha de la tristeza perpetua o algo así, ¿por qué no te ríes si

no te falta ningún diente?, tu sonrisa es muy bonita, Tania, ríete, niña, que la risa es el

remedio infalible como dice una revista vieja que ya aquí no circula, vamos, que la

vida no es un dolor de cabeza, mira cómo se te ponen los ojos cuando te ríes, se te

pierden, se desvanecen con tu sonrisa que llena de luz a los ojos que te miran, me

dicen todas esas boberías mis amigos cuando me los encuentro de casualidad y

hasta Juan me ha dicho cosas parecidas, y Aleida ni se diga. El sábado. Sí, el

sábado voy a organizar la fiesta, es el mejor día. Y vamos a ver. Sí, a lo mejor me sale

bien la cosa. El sábado, sí. Por la noche, claro. No digo yo. Una fiestecita bien

sabrosa, con buenas cintas, conseguiré la grabadora, y un buen ponche con algo

de alcohol, no mucho, sólo para entonar a los muchachos, Aleida puede echarme

una mano en la preparación del ponche, y Aurelia puede traerme croquetas y

papas rellenas para la picadera, ya lo creo que sí, pero nada de borracheras ni de

vomiteras, que me ensucian la casa y al día siguiente tengo que joderme yo sola

limpiando en la resaca, y no, de eso nada. Nada de ron, el ponche y ya. Las

borracheras siempre traen problemas, miren lo que pasó con Tony. No. Todo muy

organizado, muy controlado, muy bien preparado. Unos tragos y a bailar, a divertirse

y nada más. Buena música, poca gente, oscurito, todo con mucha onda. Y que las

vecinas hablen hasta por los codos, que me limpio las nalgas con lo que digan esas

putas. Lengualargas, entrometidas, breteras, por eso yo no voy a sus reuniones del

comité y de la federación. La gente se ha maleado, como dice Miguelito, por eso

yo no creo en nadie. Me he dado cuenta de que hay gente que puede hacerme

daño y cuando menos yo lo espere. Bonito mundo este. He sido una cretina

confiando en la gente. Y soy demasiado joven todavía, tengo que disfrutar de la

vida como disfrutan otras muchachas que conozco, porque en cualquier momento

me llama la pelona o me cae alguna enfermedad incurable o una revuelta

callejera o qué sé yo, y chirrín chirrán, se acabó Tania, y la muerta al hoyo y los vivos

al pollo. Tengo que divertirme, tengo que hacer infinidad de cosas que no he

hecho. Nunca he ido a un cabaret, nunca me he hospedado en un hotel de lujo, ni

siquiera he volado en avión, no sé lo que se siente cuando se está allá arriba entre

las nubes, nada de eso, a mí nadie me ha mandado una postal de fin de año,

ningún muchacho me ha hecho un regalo por el día de los enamorados, nada,

coño, yo creo que todas las personas que conozco se olvidan de mí al poco tiempo,

parece que no soy capaz de despertar amor en ningún ser humano, a pesar de que

me entrego de verdad y cuando soy amiga de alguien lo soy de verdad, por

encima de todo, sin condiciones, y no le pregunto a nadie lo que piensa, lo que

cree, lo que hace, si trabaja, si estudia, si no se dedica a nada, si es homosexual, si

no lo es, si es creyente o ateo, dónde vive, cómo vive, de nada me ha valido, amiga

de verdad y miren cuántas amistades verdaderas tengo, por encima de todos los

defectos que pueda tener una persona yo me he entregado a ella, así de lleno,

incondicionalmente, dispuesta a hacer lo que sea por esa persona, porque no hay

una sola persona que no tenga defectos o que esté libre de pecados, como dijo

Cristo, bastantes defectos tenemos todos los seres humanos, aunque muchos los

nieguen o no se den cuenta de que los tienen, pero qué coño importa eso, la

gente es como es y no como una quisiera que fuera, a la gente hay que aceptarla

como es o no aceptarla, pero nunca hay que tratar de acomodarla a como una

es, eso es una estupidez, y además eso es imposible, porque nadie cambia. Me voy

a poner dura como una roca viva, no me voy a preocupar por nadie más, no voy a

pensar en nadie más, no voy a padecer ni una pizca por ningún ser humano ni por

ningún problema. Esa va a ser mi consigna en lo adelante. Al carajo la gente, que se

vayan a la mierda todos, y ojalá que se olviden de mí. Ojalá que yo perdiera la

memoria y también me olvidara de todos. Ah... madre mía, ya no sé qué carajo

estoy pensando, pensando en la fiesta para que vengan mis amigos y renegando

de ellos y de todos. Como dice Aleida, estoy de ingreso. Pero de veras que me

gustaría perder la memoria, olvidarme de los vecinos, de la gente, de todo.

Olvidarme de mi pasado, de todo lo que he sufrido, de mis carencias, de mis

necesidades, de mis sueños imposibles, de mis deseos, de que no he tenido nunca

una oportunidad, una posibilidad, un golpe de la suerte, y de que quizás nunca voy

a tenerlo, nunca, en los años que me queden por vivir, que no sé cuántos serán y

que tal vez no sean muchos...

(continuará)

Augusto Lázaro


@augustodelatorr


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domingo, 13 de septiembre de 2015

ESA MUCHACHA TRISTE QUE SUEÑA CON LA NIEVE 33

Bertica no se cansa de preguntar, pero yo sí me canso de responder, de inventar, de

mentir, porque a una vejiga como Bertica no se le puede decir todo lo que quiere

saber, ¿y por qué mi papá no vive aquí con nosotras?, ¿y por qué mi papá nunca

viene a verme?, ¿cuándo tú me vas a llevar a ver a mis otros abuelitos?, mami,

¿dónde están mis abuelitos?, ¿cómo es que yo no vivo aquí contigo, mami?, y no sé

qué carajo le voy a contestar, si cada vez que me pregunta algo me dan ganas de

llorar y muchas de esas preguntas me las hago yo misma y no encuentro respuestas.

El desgraciado de Tony en la cárcel, que ni se acuerda de que tiene una hija, ¿y

qué tú quieres que yo haga si estoy aquí metido, so yegua?, es lo que me grita cada

vez que yo le hablo de Bertica, de que necesita un padre que se ocupe de ella, y

me pongo a llorar y viene el guardia a ver qué pasa. Es verdad que Tony no puede

hacer mucho desde la cárcel, pero por lo menos podría preguntarme si la niña

necesita algo y encargarle a Aurelia que le compre algún regalito para que se lo

entregue a nombre suyo, pero no, gritos y maldiciones, muecas y palabrotas, y se

levanta y se va antes de que termine el tiempo de visita, por eso ya yo casi no voy 

a llevarle a Bertica. Está muy bien que me pase porque nunca debí ir a verlo, a ver si

se imagina que yo quiero algo con él todavía, hubiera preferido dejar que Aurelia le

llevara a la niña y a viaje, si está preso es porque robó y si robó es un ladrón, y los

ladrones están en la cárcel, aunque aquí hay más ladrones fuera que dentro de las

cárceles, pero eso no me incumbe. Después la cantaleta de Bertica cuando está

conmigo, mami, yo quiero una muñeca bien grandota para jugar con ella y

acostarla a dormir conmigo en mi camita, mami, cómprame esa trusita tan linda

para ir a la playa el domingo, mami, llévame al zoológico a ver el hipopota, cómo

habla esta jiribilla, no se cansa, igual que la tía Emilia, coño, un papagayo con pilas

alcalinas... Cállate ya, Bertica, me vas a volver loca, ya me duele la cabeza, coño,

descansa las cuerdas vocales, hija mía, y hasta las consonantes, qué barbaridad,

ya no puedo... y entonces me doy cuenta de que Bertica sólo es una pobre niña

que quiere saber, conocer, estar acompañada, y que se siente muy desamparada

sin ese padre que ella sabe que tienen las niñas que ella conoce, y el corazón se me

va a reventar, yo gritándole, regañándola, descargando mi rabia con ella que es la

única que no tiene la culpa de nada, ven, mi amor, ven acá, y la beso, la abrazo, la

aprieto contra mi, y me lamento de carecer de esa gracia que tenía mi mamá para

hacerme los cuentos que me hacía, y de no haber visto la nieve para contarle lo

bella que es, y lo único que puedo hacer es complacerla en lo poco en que puedo

complacerla, ¿de verdad que me vas a llevar a ver el hipopota?, y así transcurren

estos mínimos momentos que yo paso con mi única hija los domingos, unos retazos

de tiempo que se me van en naderías sin hacer nada que valga la pena mientras

que mi hija permanece encerrada en ese Internado de todos los demonios con su

abuela, alejada de mí, para no acordarse de que no tiene papá, y para acordarse

de que tiene mamá sólamente cuando llega aquí y me encuentra con los brazos

abiertos para cargarla y sonreírle y darle cariñitos mientras se me llenan los ojos de

lágrimas y entonces se la alcanzo a Aurelia y me voy al fondo de la casa, me meto

en el baño y a llorar de lo lindo, maldiciendo mi suerte, sin comprender, por más que

me lo pregunte, por qué este mundo asqueroso e injusto está tan desastrosamente

hecho, ¡ay!, tanto, como si lo hubiera hecho un aprendiz de constructor o un

incapacitado de la mano de obra o un buen hijo de puta...

(continuará)

Augusto Lázaro


@augustodelatorr


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domingo, 6 de septiembre de 2015

ESA MUCHACHA TRISTE QUE SUEÑA CON LA NIEVE 32

Cuando llegó el paquete se alborotó la cuadra. Yo ni me acordaba ya del dichoso

paquete hasta que tocaron a la puerta y un hombrón de más de seis pies me

preguntó si yo era yo, entró en la sala, colocó el paquete, que era bastante grande,

firmé, y se largó después de quedarse unos segundos mirándome como un idiota,

parece que pensó el muy vaina que yo le iba a dar una propina. Infeliz. Eso fue la

mundial. Mi mamá me mandó una cantidad enorme de ropa, casi toda del tipo de

ropa que se usa en países fríos, hasta un par de botines blancos con zípper que me

ponían los pies como una hornilla encendida. Tocada del queso estaba mi mamá.

A Bertica también, cosas como para el polo. Allá nieve y aquí un sol que raja las

piedras todo el año. Aquello fue demasiado. No se acordó de Aurelia ni de Aleida ni

de nadie más. ¡Ay, mami! Al principio yo me lo ponía todo, por eso se alborotó la

cuadra, porque aquí la gente no había visto nada parecido. La gente pensaría que

yo me había vuelto loca, con el calor que se dispara y yo con una faldita de cuero

como esas que usan las indias en las películas del oeste americanas. Al poco tiempo

dejé de ponerme casi todas esas prendas, algo vendí y algo regalé, pero un día se

apareció el presidente del comité para interesarse por mí y por la niña. El solito, muy

decentemente, la verdad. Enseguida se fue, pero a mí no me gustó ni un poquito

tenerlo dentro de mi casa. Aleida se reía por el muro, lo que pasa, Aleida, es que

aquí estamos viviendo en el tiempo de las trompetas, por eso esta ropa levanta

tanto comentario. Pero Aleida seguía riéndose como pensando que yo estaba ya

del otro lado. Algo saqué positivo del paquete. A partir de entonces me dio lo mismo

que la gente del barrio hablara, comentara, se desgañitara rajando de mí. Total, yo

seguiría haciendo lo que me saliera sin preocuparme de nada. Del qué dirán. Ahora

voy a la playa todas las semanas y los domingos me llevo a Bertica conmigo y las

dos nos pasamos un día sin acordarnos de que tenemos que regresar cuando se

ponga el sol. Sol, arena, aire puro que a Bertica le viene de perillas. Y las vecinas que

se jodan, que si ellas se ponen ajustadores es porque si no las tetas les llegarían al

ombligo y ni con una grúa como el cuento de Pepito. Si se ocuparan más de sus

asuntos no tendrían los ojos pegados en la puerta de mi casa. Bueno, la cosa es que

ya no sé si quedarme en esta casa ni si mis padres me sacarán por fin de este país.

Mayra me dice lo mismo que Aleida, ¿le vas a dar el gusto a esas chismosas? Si eso

es lo que quieren, so guanaja, que te largues de esta cuadra para anotarse un

triunfo en su carrera de joderle la vida a los demás. Pues nada, tendré que hacer

cambios y arreglar la casa. Sí, es una buena idea. Mi vida será eso: la playa y el

arreglo de la casa, y si me voy la vendo y al carajo. Y a la playa sola, con Mayra no

puedo contar, complejo de anguila, que a no ser que conquiste a Charito a ver si se

embulla, que esa sí se manda un cuerpo que le ronca. ¡Charito! Miguelito le tiene

terror, cuando esa abre la boca hay que salir huyendo y meterse en un refugio,

dice Miguelito, miedoso como yo porque es cáncer como yo, y los cánceres somos

miedosos y nos asustamos de cualquier bobería según las revistas de astrología de

mi mamá. Pero tendré que llamarlo para que me ayude con la casa y ver a algunos

jóvenes de los que van a casa de Marina que saben de eso, así no tendré que

pagarle a ningíun bandolero que me hará mierditas que me duren tres meses y

nada. Y si me emperro, cuando termine con la casa me busco un trabajo y a viaje,

que por esperar la salida me voy a poner vieja y pelleja y sin dinero, la muerte

encuera en bicicleta. Cuestión, que a conseguir afiches para las paredes y a

quemar todas las fotos en el patio para que se levante la humacera y Aleida se

asome dando gritos, ja, y eso será un show. Mi mamá se ponía tristona mirando las

fotos y a mí me da miedo mirarme cómo yo era hace sólo cinco años, qué diré

cuando pasen veinte o treinta. Ni espejos pienso poner donde vaya a vivir. No me

entusiasma ni un poquito verme vieja como la tía Emilia o como la misma Aurelia,

que la vida le ha puesto más años encima de los que realmente tiene, la pobre. No.

Al final a pintar toda la casa y a colocar bocinas en las habitaciones para que la

música siempre me acompañe y así espante la soledad, como me dice Miguelito.

Azul claro y rosado. Y cortinitas baratas de colores claros, ya Aleida me dijo que ella

misma me las puede preparar. Y flores, muchas flores por toda la casa, a pesar de lo

que me dijo el médico, que ni flores ni cortinas ni polvo, por el asma, pero qué

carajo, de algo hay que morirse, y lo malo no es morirse sino estar enferma siempre,

amargándote la vida. Los médicos siempre están tratando de que uno renuncie a

los pocos placeres que puede disfrutar, te dicen que no fumes y ellos fuman, que no

bebas y ellos tienen una botella en la gaveta del buró, que no fiestees, que no

trasnoches, que no comas demasiado y eso todo el mundo lo sigue, porque aquí en

este país nadie puede comer demasiado, ja ja ja. No esto, no aquello, no lo otro, y

entonces ¿para qué carajo va a vivir uno? No me jodan. En lo adelante me voy a

poner una flor en la cabeza como siempre hacía y a la mierda con todo. Me las voy

a robar de donde las vea, que las flores aquí no están muy abundantes. Aquí lo que

hace falta es resolver lo de hoy, el pasado pasó y te jodiste con él, y el futuro no

existe. Hoy estás aquí y mañana no se sabe dónde vas a estar. Va y te pasa un

camión por encima y largas las tripas en medio de la calle y adiós Tania la boba, la

monga, la solitaria, la reprimida, la abandonada, la olvidada, la que no supo vivir su

vida a tiempo. Dios mío. San Alejo que te aleje. Pues sí señor, haré todo lo que me

gusta, aunque largue un pulmón en el intento. Y una mañana se aparecerán Mayra

y Miguelito y entre los tres sacaremos todos los tarecos, la porquería, no dejaremos

ni dónde amarrar la chiva, y aquí no quedará ni un solo grano que huela a viejo, a

feo, a húmedo, a nostalgia, a recuerdos. Nada inútil. La casa pelada. Sólo algunas

cosas imprescindibles. A menos bulto más claridad. Más limpia, más cómoda, más

acogedora. Y si me da por permutarla o venderla le sacaré mucho más. Para qué

tantas cosas, tantos cachivaches. Ah. Rinconeras que traen cucarachas y ratones.

Cosas inútiles que uno guarda y nunca usa. El ser humano es demasiado ambicioso y

amontonador de mierdas. Le gusta rodearse de cosas materiales que lo que hacen

es complicarle la vida, porque con cada nuevo artículo o equipo que compre tiene

que dedicarse un tiempo más a usarlo y a mantenerlo, y en eso se le va la vida,

porque si me compro una radiocasetera y no la oigo nunca para qué coño me la

compré. Y si la oigo, una parte de mi tiempo libre de vivir se me va en eso y dejo de

hacer otras cosas más importantes y necesarias que nunca voy a hacer. Y sí, parte

de la vida es oír música, pero la vida no es sólo música, después viene el televisor, y

la lavadora, y el ventilador, y la batidora, los juegos de mesa, los aparaticos de fotos

y los proyectores, todos esos inventos de la vida moderna que llenan una casa y

después de los primeros días del embullo por la escobita nueva van a parar al rincón

del olvido. ¡Ah! El desbarajuste. Y pensar que se puede ser feliz con tan poco. Pues

eso, terminaré los arreglos con la ayuda de Mayra, Miguelito y algún que otro joven

de la casa de Marina. Miguelito tiene gusto para esas cosas. Dice Charito que los

homosexuales tienen buen gusto porque piensan como las mujeres pero son más

inteligentes. Quién sabe. Pero a mí no me importa lo que sea Miguelito, conmigo es

muy bueno, que haga con su vida y con su cuerpo lo que le dé la gana, yo no lo

veo cuando hace esas cosas que hace, así que no me ofende. Prejuicios y más

prejuicios. Pero cuando termine de arreglar la casa me sentaré en una butaca a

contemplar mi obra y entonces, oh niña inocente, me daré cuenta de que yo habré

hecho todos esos arreglos para que las vecinas de la cuadra se jodieran, se murieran

de rabia, se dieran cuenta de que yo no les hacía caso, cuando en realidad estaba

haciéndoles caso, y mucho, y que todo habrá sido inútil, porque en definitivas

ninguna de ellas vendrá a ver mi casa ni se dará cuenta de los cambios que habré

realizado y a mí no me bastará con disfrutarla yo y que ellas no se enteren de nada.

Chismosas, cabronas, pendejas. Ninguna verá mi casa nueva, ninguna se joderá con

eso, ni se morirá de rabia, ni se dará cuenta de que yo le hago el menor caso. Tania

tonta, niña ingenua, oyendo los cuentos de tu mamá y soñando con la nieve sin

haberla visto nunca, so guanaja, te pasas la vida diciéndote que no te importa el

qué dirán, pero te importa tanto que vas a gastar todo lo que te queda para

transformar tu casa y que nadie más que tú y los cuatro gatos que suelen venir

puedan verla. Y por cuánto tiempo. ¿Y si te vas del país? ¿No has pensado en eso?

¿No has pensado que quizás mañana mismo ya no estés viviendo aquí, en esta

casa?

(continuará)

Augusto Lázaro

@augustodelatorr

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