sábado, 13 de agosto de 2016

LA PLANILLA

viernes 4 de junio

Rosita sacó una planilla de la gaveta central de su buró y se la entregó al solicitante,

explicándole detalladamente todos los pormenores de ese documento. El joven

tomó la planilla y la leyó con cautela mientras se rascaba la cabeza. Después

procedió a llenar los espacios en blanco. Cuando terminó se la entregó a Rosita.

Entre ambos se cruzaron dos espléndidas sonrisas de verano. "Vuelva la semana que

viene, compañero", le dijo Rosita, y guardó la planilla en un fail.



sábado 5 de junio

Rosita revisó el fail donde había guardado la planilla, pero como los sábados ella

trabaja sólamente hasta las doce, se dijo: "el lunes le meto mano a todo esto", y

guardó el fail en otra gaveta del buró.



lunes 7 de junio

Rosita pasó un fin de semana de mucha agitación (los niños majaderos, la plancha

que se descompuso, la limpieza general de la casa, la playa que tenía mucho

oleaje, el arroz con pollo improvisado porque la tia Eulalia se quedó a almorzar con

su sobrino, la televisión que no podía faltar) y llegó al trabajo muy cansada, y ya se

sabe que el cansancio es el padrino del olvido. Por eso Rosita, tan cansada como

estaba la pobre, se olvidó de darle entrada a la planilla y elevarla a su jefe

inmediato.



martes 8 de junio

Las tareas que el lunes le encomendaron a Rosita (más de diez asuntos de diversa

índole) ocuparon todo el tiempo que tenía la muchacha el martes y como era de

esperar, sus ocho horas de trabajo no le alcanzaron para revisar el fail donde estaba

guardada la planilla desde el viernes último.



miécoles 9 de junio

El joven de la planilla volvió por la mañana. Después de mostrar su carné de

identidad actualizado, firmar un modelito de color en la recepción, recibir un pase

para ver a Rosita, esperar su turno disciplinadamente en la antesala y sudar su

porquito, logró llegar frente al buró donde escribía la eficiente secretaria. Al verlo

frente a ella, Rosita pensó: "esta cara yo la he visto antes" y enseguida que el joven

le expuso el motivo de su presencia en tan acogedor lugar, Rosita reaccionó y le

dijo, muy amablemente: "ah, sí, ya me acuerdo, cómo no. Mire, venga dentro de

tres días. Su asunto se está tramitando. Es que... ¿sabe lo que pasa? Que tenemos

exceso de trabajo y faltan algunos empleados, ¿comprende?" El joven se molestó

un poquito, pero ante la esplendorosa sonrisa de la secre, no tuvo más remedio que

marcharse, sonriéndose también.



jueves 10 de junio

"De hoy no pasa la cosa", se prometió Rosita cuando entró en su oficina bien

temprano. Y cumpliendo su promesa le dio entrada a la planilla y la elevó a su

jefe inmediato, compañero Laffita. "¡Qué peso me he quitado de encima!", pensó

la muchacha. Laffita revisó la planilla durante una hora y diez minutos (estaba

atendiendo a un visitante y hablando por teléfono al unísono) y después de

convencerse de que no le faltaba ningún dato se la pasó a su secretaria, quien

rápidamente le estampó un precioso cuño color malva a la planilla, anotó sus

pormenores en un libro viejo, y se la devolvió a Laffita. Laffita firmó encima del

cuño y una vez más revisó la planilla, pero como ya eran más de las cinco decidió

tramitarla al día siguiente.



viernes 11 de junio

Laffita fue citado con carácter urgente para una reunión y dejó la planilla encima

del buró. La planilla recibía ahora por lo menos el aire leve de un ventilador de tres

velocidades que le llegaba desde un rincón de la oficina de Laffita y que a éste

con la prisa de la reunión se le había quedado encendido.



sábado 12 de junio

Cerca de las once y media entró Laffita en su oficina, pues a esa hora había salido

de una asamblea de servicios (celebrada en horas laborables porque estaba

atrasada y la sección sindical temía incumplir al plan de reuniones) y como era

sábado se dedicó, en la media hora que le quedaba de trabajo, a preparar los

asuntos que quedaban pendientes para el lunes, y a todos los metió en un bonito

fail azul marino, incluyendo, por supuesto, entre ellos, a la planilla postergada, y dejó

el fail encima del buró. A las doce menos cinco Lafita encendió un Popular. "Estas

asambleas lo dejan a uno echando chispas", razonó.



lunes 14 de junio

Lo primero que hizo Laffita al entrar en su oficina a las nueve de la mañana fue

revisar el fail azul marino donde había colocado el sábado los asuntos pendientes.

Cuando sus ojos tropezaron con la planilla, sin perder un segundo, como era su

característica, Laffita la tramitó (es decir: la registró en su control propio de

solicitudes con un número de orden), la pasó a su secretaria y continuó ocupándose

de los demás asuntos. La secretaria miró la planilla con benevolencia, pero como

los lunes son días de mucho ajetreo decidió elevarla al Departamento de Control

de Documentos al día siguiente, en el piso superior. "Total, de todos modos, hoy

lunes no van a hacer nada con ella", se dijo la joven.



martes 15 de junio

Durante todo el día Laffita y su secretaria participaron en un activo de planificación

del tiempo de trabajo. Ambos regresaron a la oficina ya cayendo la tarde y a esa

hora es cosa de muchachos chiquitos entregar un documento al Departamento de

Control. "Y yo sé que para ti perder el tiempo es casi un crimen", le dijo Laffita a su

secre y la invitó a tomar café en La Isabelica.



miércoles 16 de junio

El joven de la planilla pasó por la oficina por tercera vez y después del consabido

proceso de carné, modelito, turno, pase y sudor, se paró frente a Rosita, muy serio.

"¡Compañera!", dijo el joven sin decir buenos días. Rosita lo miró, se restregó

los ojos para convencerse de que era él en realidad, y le dijo: "Su asunto ya está

casi resuelto, sólo le faltan unos detallitos. Mire, vuelva el viernes, ¿eh?". Esta vez el

joven se retiró sin sonreírse, aunque eso sí, decentemente. Ese mismo día Laffita

tuvo que asistir a un encuentro de protección e higiene y su secretaria se cogió la

tarde para darse una vuelta por las tiendas de ropa. Como en toda la tarde

ninguno de los dos se apareció por la oficina, las malas lenguas, que siempre las

hay, hicieron algunos comentarios.



jueves 17 de junio

La secretaria de Laffita se encontró por la mañana en La Casa del Té con un joven

que hacía tiempo que la estaba enamorando. Muy emocionada, la muchacha

regresó a la oficina y se puso a pensar y a suspirar a discreción y recordó, una por

una, todas las cosas lindas que el joven le había susurrado en ese feliz encuentro.

Eso le impidió, naturalmente, acordarse de la planilla durante todo el resto de su

tiempo laboral.



viernes 18 de junio

Cuando el joven de la planilla se plantó frente al buró donde debía estar Rosita

le informaron que ésta se encontraba de merienda, que por favor se sentara a

esperar. El joven se sentó, haciendo muecas y moviendo las piernas. Al cabo de

cuarenta minutos Rosita entró radiante, se acercó al buró, le sonrió discretamente

y se arregló el nuevo peinado que había estrenado esa mañana. Registró unos

papeles que tenía sobre el buró y al no encontrar en ellos nada que se pareciera

a la planilla hizo una mueca de disgusto que le quedó divinamente. "Esta niña

podría presentarse en el Cabildo Teatral", pensó un señor mayor que la estaba

obsevando por encima de sus espejuelos. El joven, al enterarse del destino tan

incierto de su querida planilla, se alteró un poquito, dijo que hasta cuándo, que

esa era la cuarta vez que venía, y tres o cuatro cosas más no muy gratas a los

tiernos oídos de Rosita, pero se marchó después sin mayores consecuencias.



sábado 19 de junio

Laffita subió personalmente la planilla (se había enterado de las protestas del

joven por referencias telefónicas de Rosita a su secre) al Departamento de Control

de Documentos y consiguió, con su perseverancia conocida, que se la tramitaran

ipso facto, para llevársela, él mismo también, a la secretaria del sub director

interno, la despampanante Nancy María. ""Así aprovecho para echarle una ojeada

de cuerpo presente y preguntarle cuándo va a salir conmigo", caviló. Después de

decirle a Laffita que en esos días no podía salir con él porque tenía exámenes en la

Facultad, la despampanante Nancy María le hizo un rápido guiño, se sonrió muy

prolongadamente, movió la cabeza de izquierda a derecha haciendo que su pelo

largo le cayera en la frente, y archivó la planilla cuidadosamente entre los docus

que tenía que entregarle a su jefe tan pronto regresara de su viaje a La Habana.



lunes 21 de junio

El sub-director interno llamó por teléfono para anunciar que mañana llegaría en el

segundo vuelo, que lo fueran a recoger al aeropuerto. A pesar de ser lunes el día

transcurrió muy tranquilo.



martes 22 de junio

Con el alboroto de la llegada de su jefe y con los cuentos que éste hacía de su

estancia en La Habana, la despampanante Nancy María se olvidó de la planilla y

de los documentos. "Mucho calor, pero la comida estuvo de primera. Mira lo que te

traje", le dijo el hombre a la muchacha, entregándole un par de areticos que eran

un primor.



miércoles 23 de junio

La planilla se pasó el día entero metida en otro fail (esta vez blanco marfil), porque

el sub-director interno estuvo cuatro horas despachando con dos auditores. Sin

embargo, mejoró, pues el aire acondicionado se podía decir que era aceptable.



jueves 24 de junio

"Estos auditores son una salación", le dijo el sub a la despampanante Nancy María,

después de despedirlos en el aeropuerto obsequiándoles, a nombre de la empresa,

con sendos bocaditos de jamón prensado y sendas cervecitas que se podían

saborear por lo frías que milagrosamente estaban. Como se sentía muy cansado, el

sub dejó la revisión de documentos para el día siguiente.



viernes 25 de junio

El sub-director interno le colocó otro cuño a la planilla, la inicialó y se la entregó a la

despampanante Nancy María para que le diera camino lo más rápido posible. La

despampanante Nancy María tomó la planilla, le imprimió el cuño de entrada de la

sub-dirección, le hizo una señal en el extremo derecho y la puso en la cajuela con

otros diez y nueve documentos que le pasaría, al día siguiente, al director general.



sábado 26 de junio

El joven de la planilla regresó a la oficina después de haber pensado que lo mejor

era no ir y cuando Rosita le dio excusas por la demora de su asunto se olvidó de la

sonrisa, de la decencia, del calor que estaba haciendo, y se destapó a rajar de

todo el mundo, comenzando por la propia muchacha, por lo que tuvieron que

ayudarlo a salir de la oficina dos empleados que trataron de calmarlo con mucha

condescendencia. "La verdad que este joven coge mucha lucha", dijo en alta voz

Rosita, y se sentó otra vez sin sonreírse.



lunes 28 de junio

Cuando el director revisó la planilla le encontró tres faltas de ortografía, una de

prosodia, varias incorrecciones de segundo orden y manchas de bolígrafo, por lo

que llamó a la despampanante Nancy María -sin mediación de su secretaria al

igual que Laffita- y le entregó la planilla para que la remitiera al Departamento de

Control de Documentos, diciéndole en alta voz que tenían que arreglarla, que

ella sabía muy bien que a él le gustaban las cosas bien hechas, etc., y en voz baja,

a ella solita, que cuándo iba a salir con él. La despampanante Nancy María le dijo

que en esos días no podía salir con él porque estaba cuidando a una tía enferma

por las noches, y le hizo un guiño, sonrió muy prolongadamente, movió la cabeza

de izquierda a derecha, haciendo que su pelo largo le cayera en la frente, y se

llevó la planilla, presurosa.



martes 29 de junio

La despampanante Nancy María llamó a Remberto, el mensajero, y le dio la planilla

rogándole que la llevara al Departamento de Control de Documentos. Se miró en

el espejito de mano -Remberto no le preguntó cuándo iba a salir con él-, arregló su

cerquillo, suspiró, y se quedó un largo rato mirando lo bien que le habían pintado las

uñas en la peluquería Vogue.



miércoles 30 de junio

Remberto el mensajero regresó con la planilla arreglada en su totalidad y se la dio a

la despampanante Nancy María, que le agradeció su gestión con una de sus

sonrisas estelares y ademas le regaló un caramelo que sacó de su cartera. Cuando

se fue Remberto, la joven colocó la planilla en un aparte, en su mesa. "No estoy

ahora para eso", pensó, y se puso a revisar un cancionero con el súper tope.



jueves 1 de julio

Mientras la planilla disfrutaba del aire acondicionado súper especial consola Hitachi

en la oficina del director general, éste se encontraba de recorrido por un municipio

de cuyo nombre no podía acordarse Leonor, su secretaria. "Ni idea de dónde estará

el hombre, porque salió de aquí como un volador de a peso", le dijo a alguien que

preguntó por teléfono dónde estaba el jefe.



viernes 2 de julio

El director general se sentó en su buró con unos atestados que había traído del

municipio visitado el día anterior y se pasó todo el día revisándolos. Su secretaria

terminó por calcular que "algo anda mal, porque éste nunca está tanto tiempo

revisando documentos".



sábado 3 de julio

Leonor recibió una llamada de la recepción y sin colgar se acercó al jefe: "Por

casualidad -le dijo muy bajito- ¿usted ya revisó la planilla que..." pero el hombre

le hizo una señal que quería decir deja eso para el lunes, así que Leonor tomó el

auricular y dijo que trataran de inventar alguna excusa, que el jefe etaba en otra

cosa, que Natilla Jiménez. Antes de colgar, Leonor alcanzó a oír un ruido fuerte

y seco, pero no le dio importancia.



lunes 5 de julio

El director general se quedó boquiabierto al mirar la planilla. "¡Pero... cómo!",

exclamó en alta voz. "Ven acá, Leo". La secretaria se acercó y su jefe continuó

hablando, sin levantar la vista. "Leo, esta planilla tiene treinta días de vencido,

mira. Hoy estamos a cinco de julio y fue llenada el cuatro de junio. Está lista,

ya no sirve. ¡Ah, cará!", y se la entregó para que la remitiera a recepción y le

informaran al solicitante que tenía que llenar una nueva planilla y comenzar

los trámites de nuevo, organizadamente, tal y como estaba establecido...

Augusto Lázaro


www.facebook.com/augusto.delatorrecasas