domingo, 3 de diciembre de 2017

¿TAMBIEN ESTE DOMINGO?


ESTE DOMINGO MI CITA ES CON LA PATRIA, decía una valla colocada en la acera



del patio del círculo infantil. El hombre hizo una mueca, recordando que todavía



le faltaba la hamaca para completar su aditamento y poder declararse miliciano



cumplidor cuarenta aniversario del ejército rebelde. "Seguro que el domingo van a



chequear eso". Su unidad estaba comprometida a declararse lista para la defensa



en la tercera etapa y saludar el día del miliciano con la totalidad de sus



combatientes debidamente avituallados. Al pasar por el estanquillo compró el diario



local, que ahora salía una vez a la semana. En la primera plana de las cuatro que



tenía podía leerse en letras de enormes caracteres: DOMINGO: DIA DE LA DEFENSA.



Hojeó el periódico, lo dobló, y siguió caminando hasta su casa, a media cuadra,



frente al círculo. Repasó todas las cosas que había conseguido y que había comprado



para completar su atuendo. En su casa no había nadie. Al entrar, recogió un papelito



que alguien había echado por debajo de la puerta. Escrito a lápiz, en letra de imprenta



grande, el papelito decía: compañero, te recordamos que el domingo tenemos defensa.



No faltes. Entró al dormitorio, colocó el diario y el papelito encima de la cómoda, se miró



en el espejo, y se dijo que necesitaba un baño. Sacudió la cabeza y contrajo la nariz.



Quitándose la ropa, recordó que el primer domingo de ese mes había dedicado casi



toda la mañana a recoger papeles y basuras y a limpiar las yerbitas en el círculo. junto a



algunas tías y a otros vecinos de la cuadra, que se organizaron para cumplir la tarea # 17



del plan de trabajo del trimestre de su comité de defensa. Encendió el radio y escuchó el



final de una canción de moda que repetían cada treinta minutos, por un cantante



extranjero  que parecía tener un gato arañándole la garganta. Inmediatamente



que finalizó la canción el locutor lo hizo reaccionar: todos el domingo a la defensa



para alcanzar la condición de listos en la tercera etapa, no faltes a esta cita con la



patria. Apagó el radio. Recordó que el segundo domingo, o sea, el anterior, había



ido con sus compañeros de trabajo a una granja hortícola cercana a la ciudad,



donde se pasaron la mitad de la mañana esperando que apareciera algún jefe de



lote o algún responsable que les indicara lo que debían hacer y cómo y dónde. "Y ahora



este tercer domingo la defensa. “¡Manda pinga!". Entró en el baño. "Menos mal que



todavía me queda el último".  Volvió a mirarse en el espejo, encima del lavabo, y



se pasó los dedos por las mejillas. "También tengo que afeitarme". No había agua en



la ducha y comenzó a echarse jarritos sobre el cuerpo, de un cubo que su mujer



siempre tenía lleno por si acaso. Se enjabonó con una astilla y pensó que ella y el



niño gastaban demasiado jabón, y que la cuota de la bodega tenía ya cuatro



meses de atraso. Miró la mitad de otro jabón colocado en la jabonera



de la ducha, aunque éste era de lavar, y lo tomó en sus manos, pero volvió a



colocarlo donde estaba. "Estos casi no hacen espuma, y la picazón que dan es del



carajo". Terminó de bañarse y al acercarse al espejo y buscar en el interior del



botiquín descubrió que no tenía ni una sola cuchilla de afeitar. “Menos mal



que todavía no hemos sacado las que nos tocan este mes en la bodega". Se secó y



salió del baño. Regresó al dormitorio. Volvió a encender el radio. Ahora la voz del



locutor insistía en la importancia de llegar puntualmente el domingo a la defensa.



Comenzó a vestirse, y se puso un short viejo sobre el calzoncillo y un pulóver desteñido



Que usaba solamente para estar en la casa, pues no le gustaba tener el torso al aire.



Recordó la defensa: no se podía apartar de esa idea, porque el domingo había



pensado ir con su mujer y su hijo al monte, a casa de sus suegros, a pasarse el día



lejos de esta avalancha de tareas, actividades y reuniones que durante toda la



semana lo atosigaban, y a buscar frutas y viandas. La defensa, o sea, las prácticas



de la llamada preparación combativa de todos los ciudadanos menores de cincuenta



años, lo había marcado. "Total, ir allí a perder dos o tres horas, oyendo al sargento leer



un mamotreto que nadie oye en realidad, y después repetir malamente una parte de lo



que leyó". Pensó que si fueran prácticas de tiro se pasaría mejor. "El tiro le gusta a todo el



mundo, es entretenido y emocionante". Se dirigió a la cocina y calentó un poquito



de café. Encendió un cigarro y se sentó a leer el periódico. "Ahora sí estoy fresco. A



ver si este serial español de esta noche sirve para algo". Su mujer demoraba. Pensó



que probablemente la habrían citado para alguna reunión urgente de última hora,



cosa que acostumbraban a hacer en su centro de trabajo, y no se preocupó.



Vendría con el niño, seguro. Cuando terminó de leer el periódico volvió al dormitorio



y mecánicamente apagó el radio que había dejado encendido al salir. Eran las



siete en punto y comenzaba el noticiario resumen de esa emisora, cuyos titulares no



llegó a oír. "Me vuelven a repetir lo del domingo en la defensa y lo reviento contra



el piso". No tenía nada que hacer y al llegar a la sala se le ocurrió encender el



televisor. Al aparecer la imagen vio el rostro lindísimo de una joven que anunciaba,



con énfasis, que esa noche la televisión retrasmitiría el discurso pronunciado por el



Primer Secretario del Partido en el acto de recibimiento a las tropas que habían



cumplido una misión internacionalista en un país de Africa. Apagó el televisor y se



quedó en el medio de la sala como en éxtasis. Se tocó las mejillas. Se asomó por



las persianas y al mirar afuera sus ojos se clavaron en el letrero de la cerca del



círculo: ESTE DOMINGO MI CITA ES CON LA PATRIA... Movió la cabeza, cerró las



persianas, se dirigió al dormitorio y se tiró en la cama. "Así que el discurso del



Primer Secretario otra vez. Al carajo el serial". Se recostó y cerró los ojos. Pensó



que tenía que cuidarse, porque el infarto había pasado a ser la segunda causa de



muerte en el país.







Augusto Lázaro



@lazarocasas38



(recuerdos de aquellos años en la “nueva Cuba”)



pd: a partir de enero de 2018 no se publicarán más cuentos en este blog. En su lugar, se publicarán poemas y otras menudencias literarias y similares. Podrán encontrar cualquier cuento que deseen leer acudiendo al blog y buscando el índice o en la barra de búsqueda