Vamos,
empuja la puerta de cristal, penetra en ese aire acondicionado tan frío que
eriza
los vellos de tus brazos, de tus axilas, de tus muslos, estremécete, goza de
ese
aire
que te gusta tanto, mira la gente, las lámparas blancas, los cuadros, la
entrada
al
bar pequeño, acogedor, íntimo, oscuro, las mesitas, las arecas, camina
despacio,
liviana,
menuda, por los mosaicos relucientes, por la alfombra afelpada, oye la
música
indirecta, disfrútala, camina sobre el piso suave, sobre la suavidad de tus
sandalias,
escápate de todo, pero no, no puedes, todo te recuerda lo que has
hecho,
ya no eres la misma, ya no serás nunca la misma, ya el olvido se ha alejado
por
tiempo indefinido de tu mente, dirígete hacia la carpeta, descuélgate del
hombro
la cartera, busca en ella alguna libretica de notas, algún lápiz, pídele la
llave
al carpetero, sonríele, extiéndele la mano, toma la llave de la habitación que
te
alcanza, toma junto con la llave un sobre blanco, pequeño, transparente, que
por
fuera sólo tiene escritos tu nombre y el número de tu habitación, asómbrate,
abre
el sobre, lee la carta que está dentro, piensa que no puede ser, que es un
error,
que es una broma, lee otra vez la carta, comprueba la fecha, mira a todas
partes,
toca, estruja la carta, el sobre, muérdete los labios, mira otra vez el sobre
con
tu nombre, mira la hoja de papel cebolla del color que más te gusta, mira
esa
letra sola que termina la carta, convéncete de que está escrita por él, ah,
sí,
reacciona, métela en el sobre, guarda el sobre en la cartera, qué pensará, qué
creerá,
qué hará, esta misma tarde, en el parquecito, en el mismo parquecito de
la
iglesia, cómo se enteró que te marchabas, cuántas cosas que decirse, pero no
te
quedes parada ahí como una estúpida, vé hacia los elevadores, no des lugar
a
que todos te miren, tonta, si te vieras la cara, aunque ya no es la misma cara,
cuándo
lo viste por primera vez, únete al pequeño grupo que espera para subir,
cuántas
veces has salido con él, mueve tus piernas, a cuántos lugares han ido los
dos,
mira los números que se iluminan hasta el uno, cuántas cosas en tan pocos
días,
se abre la puerta del centro, apúrate, tropieza con alguien, excúsate, entra
en
el elevador, siente esa sensación que da en la boca del estómago la rápida
ascensión
en un elevador de hotel, pero déjate de niñerías, acaba de salir, camina
hacia
tu cuarto, anda rápido, atraviesa una vez más este pasillo solitario que te
sabes
de memoria, acuérdate de que tienes que hacer todavía muchas cosas antes
de
ir, si vas a ir, has tenido una mañana bastante movida, te despertó el teléfono
de
la habitación porque así se lo pediste anoche a la operadora, anoche cuando
decidiste
marcharte sin decírselo, enseguida te pusiste en pie, nerviosa, te acercaste
a
la ventana para ver cómo estaba amaneciendo, pensaste cuántas personas se
estarían
levantando a esa hora como tú, con tanto en qué pensar como tú, si
todo
sería igual todos los días, si las cosas podrían cambiar como has cambiado tú,
el
mar que apenas se movía a un lado de tus ojos, al otro las siluetas de los
edificios
dormidos,
el trazado de calles inmóviles, las chimeneas, la ropa tendida en algunas
azoteas,
los objetos tirados o perdidos en casi todas ellas, los vehículos que ya
comenzaban
a nutrir el tránsito, el ruido, todo igual, todo distinto, la vida podía
cambiar
o no cambiar, tú habías cambiado, todo pequeño, todo allá abajo, la
piscina
sola, las taquillas solas, las sillas solas, recuerda, anoche, antes de este
amanecer
tranquilo, apacible, pero si ya estás aquí frente a tu cuarto, detente, so
boba,
si casi te pasas, en qué piensas, muchacha, vamos, acaba de entrar en tu
cuarto,
decídete, cruza la línea del umbral que lo separa del pasillo, entra, abre
el
clóset, escoge cuidadosamente la ropa que vas a ponerte, porque vas a ir, sí,
vas
a ir, seguro, la ropa que más le gustaría, pero no la de anoche, no, esa te
recuerda
lo que has hecho, no, mejor la blusa de pespuntes blancos, de mangas,
esa
que parece una camisa, esa misma, no lo pienses más, la puedes combinar
con
la falda azul de paño, ponla sobre la cama, mírala, serénate, imagínate cómo
lucirías
con ella, tiene onda, la tarde se presta, imagínate otra vez con él, ahora que
ya
nada es lo mismo, el cinto de la hebilla blanca, los zapatos de tacón de punta,
ya
lo tienes, ahora quítate la ropa, entra en el baño, piensa en lo que vas a
hacer,
a
decirle, a sentir, la blusa, la saya, las sandalias, el ajustador, el blúmer,
coge el
jaboncito,
abre la ducha, suelta un grito en el primer contacto con el agua fría, pon
la
mano debajo del chorro, gradúa el agua, siente cómo se va calentando
lentamente,
cómo corren todos los recuerdos uno tras otro, como el agua por tu
piel,
no, no irás, no debes ir, qué has hecho, ya no eres la misma, siente el agua
tibia
que
te cae encima, que se desliza por tu cuerpo, entrégate a ella, ríndete a su
sensación,
escucha junto al golpe del agua las notas musicales que te llegan desde
el
radio que está junto a la cama, piensa ahora en tu cuerpo, pásate las manos por
tu
cuerpo, enjabónalo, ¿es el mismo cuerpo en que enjabonas?, ¡ah!, disfruta de la
espuma,
tócate, acaríciate, quita el polvo que puede haber en cada poro, piensa
en
él, en tu cuerpo, colócate debajo del chorro de la ducha, restrégate, frente al
espejo,
deja que tus manos ajusten la imagen reflejada en el cristal, deliciosa, te
diría
él si estuviera aquí contigo, como te dijo anoche, pero no lo recuerdes, que
tus
manos resbalen por tus muslos, por tus caderas, por tu cintura, por tus senos,
por
tus
hombros, por tu cuello, contémplate desnuda, mojada, bella, deseable, sí,
deliciosa,
sí, recuerda, su voz, su mirada, sus manos acercándose a tu cuerpo, el
mismo
cuerpo, recuerda, quién eres, qué edad tienes, qué hiciste ayer, qué has
hecho
hoy, qué haces aquí tú sola en un hotel de lujo de La Habana, en una
habitación
para ti sola, en el baño, desnuda, frente al espejo, imaginándote el
deseo
que puedes despertar en sus ojos, no, no te avergüences, por qué habrías
de
hacerlo, algo más, los recuerdos, imaginándote el amor, por qué, no has hecho
nada,
coño, irás, claro que vas a ir, recuerda entonces, cómo lo conociste, cómo
comenzó
todo esto, cómo terminará todo esto, no pienses, eso no es lo importante,
sentir,
vivir es lo importante, no te engañes a ti misma, termina de secarte, siéntate
en
la cama, reflexiona, no, no reflexiones, acaba de vestirte de una vez,
arréglate,
es
tarde, aunque no, es temprano, el tiempo es todo tuyo, siempre será todo tuyo,
déjalo
pasar un poco, oye la música, no tienes apetito ahora, tú piensas demasiado,
vuelve
a leer la carta, mira el reloj, anímate, te queda tiempo suficiente todavía,
recuesta
la cabeza en la almohada, lee un poco, no, no leas, no podrás apartarte
de
esa idea fija que tienes metida en el cerebro, no irás, pero arréglate de todos
modos,
qué haces ahí tirada, empapada de tu soledad, termina de darte los
últimos
toques, cuélgate la cartera, recoge algunas cosas, sal, camina otra vez
por
el pasillo, hasta los elevadores, aprieta el botón, mira la flecha roja, no
tardó
esta
vez, entra en el elevador, piensa, rememora, todas tus experiencias amorosas
anteriores,
ésta, esta ha sido distinta, pero qué puede importar eso, piensa en tus
padres,
en tus amigos, en tu ciudad, ya está bueno, ya lo hiciste, no te arrepientas
ahora,
el hombre está en el cosmos, no pienses más en eso, no te mortifiques más
por
eso, mira, se abre el elevador, otra vez en el lobby, dale la llave al
carpetero,
aléjate
de la carpeta, sonríe, no te escapes de nada, decídete por fin, deja tu
sonrisa
en tu rostro para siempre, sí, irás, irás ahora, irás hoy, irás siempre, hacia
él,
hacia
el amor, hacia ti misma, camina sobre el piso suave, oye la música indirecta,
disfrútala,
camina por la alfombra afelpada, por los mosaicos relucientes, camina
despacio,
menuda, mira las arecas, las mesitas, la entrada al bar pequeño,
acogedor,
íntimo, oscuro, los cuadros, las lámparas blancas, sonríe, mira la gente,
sonríe,
goza de ese aire que te gusta tanto, estremécete, sal de ese aire frío que
eriza
los vellos de tus brazos, de tus axilas, de tus muslos, pero sonríe siempre,
lanza
a
todo el mundo tu sonrisa, empuja la puerta de cristal, vamos, muchacha, vé a
buscar
esa pequeña porción tuya, toda tuya, de la felicidad...
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