La proyección de Marnia en la ciudad, fuera del
contexto universitario, se hacía
notar cada vez más: participaba activamente en los
talleres literarios y todos los
escritores jóvenes la conocían y la respetaban,
hacía de Jurado en certámenes
convocados por Cultura y por la propia Universidad,
tanto en la ciudad como en
toda la provincia, lo que motivó a Ernesto a
proponerle otro mérito en la última
asamblea, llegando Marnia a tener 5, con lo que
podía aspirar a subir de
categoría docente, y sus clases continuaban
superándose, obteniendo un 5 en el
90% de las visitas de control. No faltó algún
comentario, alguna crítica -justa o
injusta- que alguien lanzara cuando se discutía a
nivel de pasillo o de cafetería
cómo esa muchacha de apenas 28 años había llegado
tan alto en tan poco
tiempo. Los comentarios variaban y había todo tipo
de opiniones, entre las que
resaltaban las de Ernesto y Liliana, que no
escatimaban elogios para su mejor
subordinada. "Claro, él porque está girado para
ella y se la quiere echar al pico".
“Y Liliana porque..." "Mira que tú hablas
mierda, chica, lo que pasa es que no le
llegas ni al tobillo". "No la eleven
tanto, que cuando la dejen caer se va a
reventar". "Procura elevarte tú y déjala
a ella, y deja a los demás, que pierdes
mucho tiempo vigilando a otros y descuidas tu
propia superación". "Ah, chico,
contigo no se puede hablar". "No se puede
hablar mierda". "Mira, déjame no
contestarte, que me va a caer mal la croqueta esta
de porquería"... Y así se
desarrollaban las conversaciones, porque ya Marnia
tenía enemigos en la
Facultad que no veían con buenos ojos su prometedor
futuro dentro del
Magisterio. Un día en que Aimée se encontraba con
su padre, y Mario de viaje,
Marnia fue a pasarse ese tiempo con Liliana. Llevó
pan y mortadella, y poco faltó
para que Liliana se los echara en la basura,
"te dije que no tenías que traer ni
hostia, coño, qué terca eres", pero se echaron
a reír, hasta que Liliana se puso seria
y la miró fijamente.
--Tengo que darte una noticia que no te va a
gustar.
--No me digas que ya decidieron sacarme de la
Universidad porque soy un peligro,
como dice cierta persona.
--No, no es nada de eso, por Dios. Es algo peor. Y
peor para todos.
--Pues suéltalo.
--Se trata de que dentro de poco va a haber un
cambio radical en la Universidad:
van a transformar la Facultad, que ahora se va a
llamar Facultad de Ciencias
Sociales y Humanísticas, y...
--¿Cómo?
--Sí, ya sé que es una locura, pero ya debes estar
acostumbrada. Nuestra Facultad
de Artes y Letras se va a llamar como te dije:
Facultad de Ciencias Sociales y
Humanísticas, cosa que no sería nada del otro mundo
porque a cada rato
cambian de nombre a cualquier cosa, pero... pero
sucede que en esa nueva
estructura van a estar unidos varios departamentos
que ahora están separados.
¿Comprendes?
--Y eso, ¿cómo nos afecta a nosotros? -preguntó
Marnia, risueña.
--No te lo vas a creer... Mira, eso nos puede
afectar en muchos aspectos. En primer
lugar, nos van a poner con otra gente que nunca ha
estado con nosotros, en un
mismo local, imagínate, y Ernesto me dijo que a lo
mejor hacen cambios hasta en
el Decanato. A mí esos posibles cambios no me
gustan ni un poquito así.
--Bueno... yo en realidad no sé... pero si a ti no
te gustan, no deben ser nada
buenos. Por algo llevas veinte años y yo llegué
ayer por la tarde, como quien dice.
Augusto
Lázaro
@augustodelatorr
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