sábado, 5 de julio de 2014

EL AULA SUCIA 30

La proyección de Marnia en la ciudad, fuera del contexto universitario, se hacía

notar cada vez más: participaba activamente en los talleres literarios y todos los

escritores jóvenes la conocían y la respetaban, hacía de Jurado en certámenes

convocados por Cultura y por la propia Universidad, tanto en la ciudad como en

toda la provincia, lo que motivó a Ernesto a proponerle otro mérito en la última

asamblea, llegando Marnia a tener 5, con lo que podía aspirar a subir de

categoría docente, y sus clases continuaban superándose, obteniendo un 5 en el

90% de las visitas de control. No faltó algún comentario, alguna crítica -justa o

injusta- que alguien lanzara cuando se discutía a nivel de pasillo o de cafetería

cómo esa muchacha de apenas 28 años había llegado tan alto en tan poco

tiempo. Los comentarios variaban y había todo tipo de opiniones, entre las que

resaltaban las de Ernesto y Liliana, que no escatimaban elogios para su mejor

subordinada. "Claro, él porque está girado para ella y se la quiere echar al pico".

“Y Liliana porque..." "Mira que tú hablas mierda, chica, lo que pasa es que no le

llegas ni al tobillo". "No la eleven tanto, que cuando la dejen caer se va a

reventar". "Procura elevarte tú y déjala a ella, y deja a los demás, que pierdes

mucho tiempo vigilando a otros y descuidas tu propia superación". "Ah, chico,

contigo no se puede hablar". "No se puede hablar mierda". "Mira, déjame no

contestarte, que me va a caer mal la croqueta esta de porquería"... Y así se

desarrollaban las conversaciones, porque ya Marnia tenía enemigos en la

Facultad que no veían con buenos ojos su prometedor futuro dentro del

Magisterio. Un día en que Aimée se encontraba con su padre, y Mario de viaje,

Marnia fue a pasarse ese tiempo con Liliana. Llevó pan y mortadella, y poco faltó

para que Liliana se los echara en la basura, "te dije que no tenías que traer ni

hostia, coño, qué terca eres", pero se echaron a reír, hasta que Liliana se puso seria

y la miró fijamente.

--Tengo que darte una noticia que no te va a gustar.

--No me digas que ya decidieron sacarme de la Universidad porque soy un peligro,

como dice cierta persona.

--No, no es nada de eso, por Dios. Es algo peor. Y peor para todos.

--Pues suéltalo.

--Se trata de que dentro de poco va a haber un cambio radical en la Universidad:

van a transformar la Facultad, que ahora se va a llamar Facultad de Ciencias

Sociales y Humanísticas, y...

--¿Cómo?

--Sí, ya sé que es una locura, pero ya debes estar acostumbrada. Nuestra Facultad

de Artes y Letras se va a llamar como te dije: Facultad de Ciencias Sociales y

Humanísticas, cosa que no sería nada del otro mundo porque a cada rato

cambian de nombre a cualquier cosa, pero... pero sucede que en esa nueva

estructura van a estar unidos varios departamentos que ahora están separados.

¿Comprendes?

--Y eso, ¿cómo nos afecta a nosotros? -preguntó Marnia, risueña.

--No te lo vas a creer... Mira, eso nos puede afectar en muchos aspectos. En primer

lugar, nos van a poner con otra gente que nunca ha estado con nosotros, en un

mismo local, imagínate, y Ernesto me dijo que a lo mejor hacen cambios hasta en

el Decanato. A mí esos posibles cambios no me gustan ni un poquito así.

--Bueno... yo en realidad no sé... pero si a ti no te gustan, no deben ser nada

buenos. Por algo llevas veinte años y yo llegué ayer por la tarde, como quien dice.



Augusto Lázaro
@augustodelatorr

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