Marnia
se puso de pie. Tomó un folleto con un texto mecanografiado, lo hojeó
rápidamente
y miró a sus alumnos.
--De
acuerdo con orientaciones de la jefa de nuestro colectivo, que a su vez se
guía
por las orientaciones del jefe de nuestro departamento, que a su vez se atiene
a
una circular bajada por el Ministerio de Educación Superior, o sea, el MES,
tenemos
que
hacer algunos cambios referentes a la estructura y a la ordenación de los pasos
a
dar en nuestro plan de clases programadas -hizo una mueca y movió la cabeza-.
Obviamente,
la anterior estructura y la anterior ordenación habían sido orientadas
por
el propio MES.
Los
alumnos murmuraron, comentaron, se rieron, mientras ella se disponía a
continuar.
--De
acuerdo con esta nueva circular cuyo número he olvidado, la nueva estructura
o
el nuevo ordenamiento o como quieran llamarlo, consiste en lo siguiente.
Los
alumnos nunca habían visto a su profesora de Literatura General con esa
disposición
a tirar a relajo las orientaciones burocráticas del MES, que en realidad
todos,
pero sin decirlo, tiraban a relajo, pues cambiaban con tanta frecuencia que
era
imposible tomarlas en serio.
--En
la introducción -continuó Marnia-
tenemos el pase de lista, un breve resumen
de
la clase anterior, y las consabidas preguntas de control. En el desarrollo,
consignar
en la pizarra el título, la asignatura, y el tema de la conferencia, además
de
copiar el sumario. También copiar en la pizarra la bibliografía general, o
mejor
dicho,
ideal -hizo otra mueca y provocó algunas risas-, y enunciar los objetivos que
se
persiguen en la clase...
Un
alumno sentado en el fondo levantó la mano.
--Dime,
Eduardo.
--Profe,
usted me perdona, pero... yo creo que usted está vacilando la clase.
Casi
todos se rieron con deseos y Marnia miró al alumno con cara de reproche, pero
también
sonriéndose. Después continuó:
--En
las conclusiones, enunciar que se va a realizar el resumen de la actividad, las
preguntas
de comprobación, la motivación para la próxima clase, y la indicación
del
estudio pendiente de agotar... -Marnia comenzó a sudar-. Bien. No obstante lo
anterior,
desde el punto de vista formal mantendremos el mismo orden que hemos
seguido
en las conferencias anteriores. El fundamento de todo esto radica en la
necesidad
de mantener el aspecto informativo de la clase (plan de lección) como
parte
inicial, y a continuación todo lo concerniente al desarrollo propiamente dicho
de
la conferencia. ¡Ah! Con eso nos atenemos a unas teorías y prácticas
pedagógicas
que han alcanzado difusión universal y que se revelan, digamos,
desde
ese esquema de Rude hasta otros que se manejan actualmente.
--¿Y
en el orden práctico? -preguntó el mismo alumno-, porque a mí me parece que
se
está teorizando demasiado.
La
respuesta de Marnia provocó un mar de risas:
--En
el orden práctico del desarrollo de la clase, seguiremos las orientaciones del
MES.
Un
militante de la UJC pidió permiso para intervenir.
--Profesora,
yo creo que ya que usted ha hecho esta pequeña introducción a la
clase
de hoy, también debe explicarnos a qué se debe su nuevo estilo de dar
clases.
Marnia
se sentó detrás de su buró. En realidad no era ningún nuevo estilo. Ella había
hecho
esa pequeña introducción como una especie de desahogo, pues estaba
hasta
el tope con el papeleo y las múltiples orientaciones de la sacrosanta
metodología
que consideraba que tenía a todo el profesorado universitario
anquilosado
y en un callejón sin salida posible a la superación intelectual y docente.
Se
lo aclaró a sus alumnos antes de pasar a estudiar lo que en el plan de estudios
se
había
denominado la nueva novela burguesa.
--Profe,
yo creo que ponerle ese título es encasillar a la novela moderna. No veo
que
una novela tenga que ser burguesa o religiosa o lumpen... ¿no le parece?
--Claro,
Julián, imagínate que entonces tendríamos que buscar algunas novelas y
darles
ese último título que pusiste de ejemplo, porque no hay dudas de que hay
escritores
que nunca en su vida han trabajado, y como se dice que escribir no es un
trabajo...
al menos, no es un trabajo proletario... digo.
--¿Y
entonces? -preguntó una alumna de la primera fila.
--¿Entonces?
Marnia
revisó sus papeles y comprendió una vez más que ella sola no podía
transformar
la Universidad. Suspiró. Miró a través de la ventana que daba a un erial
sin
ningún atractivo visual. Por eso no le gustaban esas aulas nuevas que se habían
construido
lejos de los edificios centrales: éstos al menos estaban rodeados de áreas
verdes,
de parquecitos, de bancos, y sobre todo, de gente.
--Pues
entonces tenemos que atenernos a lo que está aquí estipulado -y señaló los
papeles
sobre su buró.
Después
de los murmullos, las preguntas y las aclaraciones, Marnia pasó a enumerar
los
libros que el plan proponía estudiar, entre otros títulos, Los Buddenbrook,
Retrato
del
artista adolescente, El proceso, El hombre sin atributos, y algunos
correspondientes
a las primeras décadas del siglo, y a partir de la Segunda Guerra
Mundial
varios títulos de Nathalie Sarraute, Michel Butor, Alain Robbe-Grillet y
Margueritte
Duräs, lo que hizo exclamar a un alumno del fondo que por favor, esa
asignatura
debería llamarse Literatura Francesa, ya que ese era el país que
monopolizaba
el 90% de los textos a estudiar.
--Bueno,
eso es lo que nos envía La Habana, queridos alumnos. Allá deben gustar
mucho
de la literatura francesa.
--No,
en realidad es muy buena, profesora, sólo que podríamos tener una visión más
amplia
de la literatura mundial, ¿no cree usted?
--Por
supuesto, Julieta. Pero no se preocupen, yo misma me voy a encargar de
darles
otra relación aparte de títulos que más o menos nos den esa visión. Y por
supuesto
que se los explicaré, aunque sea apretadamente, durante las clases
generales.
Sacó una relación de títulos que había confeccionado, que contenía
obras
de varios países de Europa, Asia y Africa, que según su entender eran obviados
por
los metodólogos del MES.
--Yo
mismo, profe, nunca he leído una novela de un autor africano.
--Y
he oído que algunas son muy buenas y muy modernas.
--¿Y
qué me dicen de laliteratura hindú? ¿Conoce alguien la literatura hindú?
Dejando
aparte la literatura hispanoamericana, que impartía Oscar, y unas clases
especiales
sobre España y Estados Unidos, ¿qué recibían los estudiantes universitarios
de
lo que se escribía o se había escrito en todo el mundo?
--Todavía
de lo que se ha escrito, digamos, de la literatura de la antigüedad -Marnia
se
puso de pie y se colocó delante del buró-, como Grecia, Roma, no estamos tan
mal.
Pero fíjense cómo ignoramos casi totalmente lo que se está escribiendo en la
actualidad...
-hizo una pausa y observó la atención que se reflejaba en los rostros de
sus
alumnos-. Incluso de la propia Francia, porque lo que estudiamos de esa nación
tiene
ya varias décadas de haber sido publicado, pero lo de ahora mismo, ¿dónde
está?
Bueno, quizás no sea del todo culpa de la Universidad, pero sin dudas que se
podría
hacer mucho más por darles a ustedes una visión panorámica de todo el
mundo
en esta asignatura.
Los
alumnos comentaron e intervinieron sobre el asunto. La Universidad debía
actualizarse,
pues lo poco que se conocía de lo que se publicaba en el mundo
llegaba
por escasos medios privados, cuando alguien viajaba al extranjero y
regresaba
con varios títulos de lo último, que pasaban de mano en mano de
profesores
y otras personalidades amigas del plantel, pero no de los alumnos.
--Permiso,
profe.
--Sí,
Eduardo, se ve que hoy desayunaste bien.
--Yo
creo que nosotros podríamos proponer al Rectorado un plan de actualización
de
la asignatura, porque si seguimos como vamos, nos quedamos con Homero y los
clásicos,
y para no pecar de exagerados, con Joyce, Proust y Kafka.
Marnia
los miró unos segundos.
--Mis
queridos alumnos, si ustedes me acompañan, yo voy a discutir este asunto con
mis
superiores. A ver qué podemos sacar. ¿Qué me dicen?
Un
fuerte murmullo inundó la sala. Entonces todos los alumnos levantaron las
manos.
Augusto Lázaro
@augustodelatorr
http://laenvolvencia.blogspot.com
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