sábado, 10 de mayo de 2014

EL AULA SUCIA 22

Aparte de sus compañeros del colectivo de Literatura General (Liliana y el doctor

Matta), Marnia tenía sus preferencias que se fueron enraizando con el tiempo:

Violeta, que era profesora de Literatura Cubana, se había hecho muy amiga suya, y

pasaban mucho tiempo juntas. Además, Adita y a veces María (que atendía los

Seminarios Martianos), con quienes a menudo podía compartir. El doctor Matta no

era tan abierto como Liliana, aunque su trato era correcto y educado, pero Marnia

prefería a la que era a su vez -extraña coincidencia- su jefa inmediata y su mejor

amiga, al menos ella lo estimaba así, en la Universidad. Ahora estaba con Adita y

Violeta, en la biblioteca, preparando ponencias y por supuesto, conversando.

--¿Qué te parece si ponemos a ésta en la viva? -le preguntó Violeta a Adita.

--No empiecen con su jodedera -exclamó Marnia.

--No es jodedera. ¿O es que tú no te imaginas...?

--¿No me imagino qué?

--Muchacha, que Ernesto está girado para ti.

Marnia abrió los ojos y trató de desentenderse del "aviso", pensando que se trataba

de una broma de sus compañeras. De ninguna manera iba a creer eso de Ernesto.

--Adita, díselo tú, a ver si a ti te cree.

Pero no hubo manera y las tres continuaron tomando notas, revisando materiales,

revistas y periódicos viejos, y conversando en voz baja. A veces se les subían las

voces y se les escapaban las risas, y la bibliotecaria las miraba muy seria desde su

buró, haciendo que enseguida volvieran al susurro.

--¿Así que tú no te has dado por enterada?

--Pero ¿van a seguir con eso?

Se acercaba un evento importante en la Universidad: la Conferencia Lingüístico-

literaria, y el alboroto que ya se veía venir era padre.

--Allá tú que estás detrás del palo

--No jeringuen más, coño. Suéltenme.

--Mira, muchacha, vamos a ponerte en onda con un chisme de Ernesto que no

conoces. Te conviene saberlo.

--No jeringuen más con eso, recontra.

--Cuando te enteres...

Ahora fue Adita quien habló. Ella conocía bien el caso, pues Violeta todavía no

había entrado en la Universidad cuando aquello sucedió.

--Ernesto tuvo un ligue con Liliana.

Marnia se quedó de un palmo. Por supuesto que ignoraba eso. Adita le dijo que allí

todo el mundo lo sabía, pues se había dado un escándalo el día que la esposa de

Ernesto hizo acto de presencia en son de guerra.

--Aquello fue de película: figúrate que se puso a insultar a Liliana,  a amenazarla,

delante de todos. Si por poco eso termina con la policía metida aquí. Imagínate el

resto.

--Ustedes me están corriendo una máquina con eso -dijo Marnia.

--Si no quieres creerlo pregúntaselo a la propia Liliana. Tú no quieres creerlo porque

claro, quieres pasar por alto el aviso que te dimos.

--¿Qué aviso, Adita?

--¡Ah! Tú lo sabes muy bien, no te hagas la sueca.

Marnia no había notado nada raro en Ernesto, salvo su manera de mirarla, pero

pensaba que él miraba así a todas las mujeres del Departamento. Sin embargo,

algo era cierto: ahora Marnia caía en cuenta de que varias veces sobre su mesa de

trabajo aparecía una flor, en un bucarito minúsculo, y debajo una nota escrita con

letra de molde, que decía más o menos "de tu admirador secreto". Ernesto, tan

jodedor, tan bromista, y tan zorro. ¿Quién iba a pensarlo? Aunque en definitivas,

pensaba Marnia, él era un hombre y ella una mujer, "¿qué tendría eso de

particular?", y se acordó de Oscar, que era el que tenía fama de ligón. Salieron de la

biblioteca sonriéndose, Violeta y Adita mirando a Marnia de reojo y haciéndose

guiños. Entonces Adita lanzó la concreta al preguntarle a Marnia:

--Y hablando en plata, chica, ven acá: ¿a ti te gusta Ernesto?

Augusto Lázaro


@augustodelatorr


(continuará)

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