domingo, 15 de septiembre de 2013

NO ES UNA FLOR QUE VUELA 35

¿Que estoy exagerando? ¿Que me estoy autocompadeciendo misericordiosamente?
¿Que tengo complejo de desahuciado y sin reclamación? Pero vamos a ver: soy feo y eso
nadie puede discutírmelo, pues la fealdad no se puede ocultar por mucho lifting que uno
se haga, que yo por supuesto no me puedo hacer. Soy viejo y como dice mi asistenta
de los catalogados como autónomos (me gusta esa palabrita), pero ya no estoy en
condiciones de hacer más de cuatro cosas que hasta hace poco hacía. Estoy medio
calvo y aunque eso no me preocupa tanto me gustaría tener la cabellera que tenía Elvis
Presley aunque sin grasa a ver si así lograba que alguna chiquilla se fijara en mí. Las
torpezas de la edad me dan rabia y me siento incapaz, pero lo peor es que sé que al día
siguiente voy a cometer las mismas o muy parecidas sin poder, aun sabiéndolo, hacer
nada por evitar esos tropiezos. La salud comienza a mostrar sus síntomas de deterioro
aunque todavía conservo mis fuerzas y ni catarro me  cae desde hace varios años, pero
no obstante, la respiración entrecortada diaria en las horas del sueño, y la moquera
sobreproducida, y el chorrito de orines que no cae todo dentro de la taza, y otras
cositillas joden, y a veces joden mucho. De que me acerco a la muerte no tiene que
decirme Ana ni tampoco Leila que me olvide de ella, pues la pelona está presente y su
cercanía es peor que la de los trenes cuando hay huelga. Solo siempre estoy, pues ya
se sabe (a no ser que se sea un gilipichi) que la compañía sin aporte económico no existe,
y si tienes la cara tan dura que intentas vivir del picado, pronto el interfecto (o la) te coge
en el brinco y adiós Lola y buen viaje. Como que no tengo a quién carajo llevar a ningún
sitio y decir pago yo, vivo aislado, con el disimulo de que es mejor estar solo que
mal acompañado, pero a veces la soledad y el aislamiento me duelen con cojones y
tengo que aguantar el dolor porque contra eso no hay aspirinas que valgan. Soy pobre, o
mejor dicho, estoy por debajo del nivel de pobreza estipulado y eso no lo digo yo, lo
dicen las encuestas y las estadísticas que marcan cuál es el mínimo para considerarse sólo
pobre y no por debajo de ningún nivel como yo (mi subsidio lo dice muy claro). Las
carencias, por lo tanto, abundan en mi stock. Del amor y del sexo mejor no acordarme
por lo mismo que de la compañía femenina, pues el sexo gratis sólo se encuentra en
diarios que cifran sus principales entradas en los clasificados de relajo y como
consecuencia de todo lo anterior el hogar y la familia ya ni siquiera son un sueño, pues
hace mucho tiempo que no sueño con la dicha bajo el cielo como los que tuve en mi
época en que no podía imaginarme viviendo sin hogar y sin familia como ahora. Hablar
de empleo y de futuro da risa, aquí después de los cuarenta y cinco conseguir trabajo es
la tarea del indio navajo, dígame usted a los sesenta y cinco, y sin empleo no hay futuro,
aunque el futuro en mi caso sea una imagen grotesca como dice Marcelo. Cierto que no
asisto a actos culturales ni literarios como al principio, que no me relaciono como dice
Selene, que no trato de encontrar ningún ambiente donde quizás hallaría amistades o al
menos contertulios para hablar de lo que me interesa, pero no me gusta sentir envidia y
en esas actividades la he sentido viendo cómo triunfan otros mientras yo guardo en las
gavetas todo lo que me sale del coco, que no es poco ni es tan malo como para
mantenerme inédito, por eso paso de asistir a esos actos a los que ya tampoco se dignan
invitarme. No. Cuestión, que a pesar mío estoy aquí metido en mi cuarto con lo que he
podido conseguir en estos casi nueve años desde el punto de vista material, porque del
otro no he conseguido más que la amistad de Ana y de Leila y el amor hasta ahora
platónico por y de Selene, que a veces me ilusiono imaginándome que está al caer.
--Leer y escribir son tus grandes placeres, me lo has confesado. Y cuántos dieran lo que
tienen por disponer de su tiemjpo para hacer lo que les gusta. No te quejes tanto y
disfruta de esos dos grandes placeres, ya que puedes hacerlo.
--Mientras pueda hacerlo, claro.
--Hombre, no te me pongas trágico. Mientras puedas, sí, porque no sabemos cómo
estaremos mañana. Y además, oyes música, ves películas, comes, duermes...
--Eso. Mirándolo desde ese punto de vista...
--Desde ese y desde todos. Comprendo cómo te sientes, pero me parece que exageras,
porque va a resultar que tienes todos los males habidos y por haber atormentándote
constantemente.
--No, claro que no los tengo todos, no. Total, si ser y estar feo, viejo, calvo, torpe, solo,
pobre, sin amor, sin hogar, sin familia, sin  empleo, sin futuro, cansado de buscar y no
encontrar... vamos, que eso no es nada comparado con los millones que no tienen ni
dónde caerse muertos...
--No caigas otra vez en que a ti los que están por debajo no te importan, cosa muy
natural, porque eso no le importa a casi nadie, lo que te digo es que tanto que clamas
por tener un amor y no estar solo y resulta que a ti lo que más te gusta es precisamente
eso, estar solo, lo que más te compensa. ¿En qué quedamos? ¿Has pensado, quejoso,
cómo te sentirías si estuvieras casado, o acompañado, en un  hogar como tú dices,
viviendo con alguien por quinta vez? ¿Crees que sería maraviloso? Porque ya has
experimentado esa situación cuatro veces, y cuatro veces oficialmente, que yo no sé
ni quiero saber cuántas veces más habrás estado acompañado... y al final terminas
siempre añorando la bendita soledad.
--¿Quieres decir que es mejor estar así como estoy?
--No sé si será mejor o peor, lo que sé, porque tú mismo me lo has dicho, es que en tu
caso tener una mujer que viviera contigo y estuviera contigo las veinticuatro horas no
creo que sería la solución de tus problemas.
--Bueno, eso dependería de qué mujer sería esa. Pero te olvidas de los demás problemas
porque el amor por sí solo no lo es todo.
--Tus problemas, o al menos muchos de tus problemas, los tienen muchos que no se
quejan  tanto, unos porque en lugar de quejarse tratan de solucionarlos, y otros, porque
se han  dado cuenta de que no tienen solución y por lo tanto es inútil lamentarse.
--Da la casualidad de que yo me he pasado la vida estudiando y trabajando y en estos
casi nueve años aquí no he parado de buscar empleo y de tratar de darle alguna
solución a mis problemas, nené, y ahora me lamento porque no he podido encontrar
nada ni resolver nada, y ni siquiera he podido publicar un triste artículo en la prensa. Y
óyeme, no es muy alentador que te pases ocho años recibiendo solamente negativas
y excusas.
--Te comprendo, no te me enfades, sólo trato de que comprendas que es inútil lamentarse
y quejarse y todo eso, porque así lo que haces es empeorar tu situación.
--¿Más de lo que está?
--Eso. Sonríe, que te ves mucho mejor cuando enseñas los dientes. Mira, ¿por qué no nos
acercamos a ese concierto de la orquesta rusa? Dicen que es muy buena.
--Los rusos, tus parientes, son muy buenos en música, en literatura, en  danza, en teatro,
hasta en la pintura, al menos la del siglo XIX y la mitad del XX, hasta que la censura
comunista se encargó de liquidar el arte y enterrar el talento.
--¿Ya ves? Sigue hablando así y olvídate de lo demás, y vamos esta noche a ese
concierto. Como tú dices que no puedes decir pago yo, esta noche invito yo. ¿De
acuerdo?
--Eres mi bálsamo. Contigo estoy seguro de que sí sería la solución la compañía. Y por
toda la vida.
Y tiene razón la rubiña: siempre me estoy prometiendo que está bueno ya de tanta
queja, de tanto lamento, de tanta frustración, y siempre caigo en la misma cantinela.
Total, lo pasado está pasado y el futuro no existe, ella misma me lo ha dicho, así que a
vivir el presente, pero eso sí, Exuperancia, insistiendo a ver si cae, porque si eso sucede,
adiós desventuras y penas, que la vida comienza a los sesenta y cinco... ¡para algunos,
claro!

Augusto Lázaro

@augustodelatorr
(continuará)


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