Portero
de finca, guarda nocturno de hostal, telefonista de contactos, recadero de
organizaciones,
chico de los recados de empresas importantes, mozo de recolocación de
productos
en hípers, guardia de seguridad del Metro, inspector de billetes de autobuses,
controlador
de entradas y salidas de trenes de cercanías, viajante de medicinas,
correveidile
de políticos locales, llevaitrae de pejes gordos, higienista de hospital,
mecanógrafo/ordenador
de editoriales de tercera, telepizzero, entregador de bultos a
domicilio,
corredor de apuestas, mesero de bar, cobrador de seguros, locutor de radio,
presentador
de programas indecentes en televisión, cartero comercial, poeta de oficio
para
revistas rosas, enhebrador de agujas en residencias geriátricas, damo de
compañía
de
ancianas de la cuarta edad, acompañante de enfermos ingresados solitarios,
oficinista
de
agencias de viajes, maletero de aeropuerto, buscador de objetos perdidos,
recaudador
de impuestos, payaso de fiestas infantiles, veedor de museo, restaurador de
libros,
oidor de ancianos parlanchines en residencias privadas, lector de tabaquería,
cuidador
de párvulos, marcador de turnos en colas de cines, taquillero A, acomodador B,
limpiador
de zapatos, anunciante de nuevos productos, hombre sandwich, repartidor de
propaganda,
buzoneador, corredor de mudanzas, gestor de alquileres, envasador de
artículos
de súper mercados, vendedor de pan de hornos grandes, cantador de lotería,
corresponsal
de emisoras de radio, empaquetador de periódicos, disc jockey de
karaokes,
alimentador de animales de circo, cocinero C, repostero D, catador de
chocolate,
revisor de productos puestos a la venta, negro de escritores mediocres,
mecanógrafo
de escritores imbéciles, solapero de best sellers, asegurador de clientes
nuevos,
aprendiz de oficios rústicos, sembrador de patatas, recogedor de manzanas,
ordeñador
de vacas locas, bañador de monos en el zoo, peinador de damas de copete,
peluquero
de señoras no tan distinguidas, barbero de imberbes, detective privado súper
discreto,
fotógrafo de famosetes de tercera, limpiador de cristales de coches, limosnero
de
iglesia, orientador de modas, aspirante a político honrado, pregonero de
fiestas
públicas,
boyscout de obras infantiles, repasador de hojas de té, hojalatero, aprendiz de
fontanero,
botones de hotel barriobajero, lanzador de aros, anunciante de compraventas,
tesorero
de logias masónicas, monaguillo pueblerino, tarugo de teatro, rodante de
bastidores,
halador de toros muertos, trasquilador de ovejas, campanero de parroquias,
motorista
virtual, ayudante de la secretaria del jefe de despacho del alcalde de
Fuenteovejuna...
etc. No es un chiste de mal gusto ni una manera de perder el tiempo ni
un
lequeleque de protesta contra el desempleo ni una queja inútil ni el lamento de
un
desesperado
que ha perdido la esperanza de incorporarse al mundo laboral... ¡NOOO!
Porque
el caso es que ya no estoy interesado en trabajar en nada, absolutamente en
nada,
ni siquiera de Ministro del Ramo. Y porque además, si aquí a los cuarenta y
cinco
cuesta
trabajo, díganme ustedes a los que pasan de sesenta. Pero esta es una relación
de
empleos
a los que he intentado acceder llamando por teléfono, yendo en persona,
llenando
formularios, solo, acompañado, en bajos, en altos, por la mañana, por la tarde,
esperando
mi turno, mi llamada, mi examen, mi entrevista, mi ingreso, mi... y Nananina la
billetera.
Pues al carajo, majo, que lo que es el Menda se cansó de hacer el bobo
buscando
trabajo y se resignó a vivir con un subsidio ejercitando el noble arte del dolce
far
niente
como dice Alberto Sordi. O como decía, el pobre, que se jubiló de la vida y del
mundo
de los vivos hace...
--¿Qué
esperabas, hombre? ¿Qué los periodistas fueran objetivos, que dijeran la verdad
de
lo que estaba sucediendo? Me cuesta admitir que a tu edad seas tan inocente.
--No
lo soy, pero me asombra que en un país donde existen tan diversas opiniones
todos
los
periodistas simpaticen con un solo bando. Y óyeme... ahora que hablamos de eso,
¿te
has dado cuenta de que nunca tocamos estos asuntos en nuestras conversaciones?
--Mejor
no tocarlos, querido. La política me asquea, mejor hablar de flores, de niños
jugando
en un parque, de música instrumental... ¿no te quejabas de que no encontrabas
esas
cosas en la prensa y la radio? Y no digo en la tele, porque sería demasiado
tonto
pedirle
al olmo que nos diera peras.
El
caso es que Selene no quiere creerme que yo haya rebasado las doscientas
gestiones
de
buscar empleo. Dice que si hubiera sido ella, a los ocho o diez intentos se
hubiera
resignado
a vivir desempleada toda la vida, y que Dios la proveería en caso de
necesidad
extrema. ¡Dios la proveería! Lo que hay que oír.
--¿Y
en qué tiempo has podido dedicarte a visitar tantos lugares en busca de empleo?
Porque
el día, que yo sepa, sólo tiene veinticuatro horas, de las cuales supongo que
estarás
durmiendo ocho y otras tantas en actividades imprescindibles como el aseo, en
tu
caso
las lecturas que me has dicho, el transporte, lo demás. ¿Cuánto te queda?
--No
sabía que te gustaban las estadísticas, nenita. Pero así como suena, si lo
crees o no,
allá
tú con tu condena... es un dicho de mi tierra... o una canción... ya no sé ni
dónde es
que
la liebre da el salto.
--Donde
menos se piensa, o sea, en la azotea, como tú llamas a la chola.
--Bueno,
a la chola se le llama de diversas maneras. Esa es sólo una.
--Déjate
de memeces, como también tú dices, que... ¡oh! Ya me estás contagiando con
tu
manera de hablar y tus palabritas extrañas. Esto es increíble.
--Por
cierto, rica, ya que tú tienes coche, ¿por qué no me llevas un fin de semana a
alguno
de esos pueblos que tú dices que son tan bonitos?
--Oyeme
una cosa, amiguito: si pretendes que yo me convierta en tu guía turística, o en
tu
cicerona,
estás más errado que el Corregidor de Villanueva de la Sierra.
--No
te voy a preguntar quién es ése, porque me parece que lo acabas de inventar...
quizás
para pagarme con la misma moneda, cosa que ya no se usa en la gente de bien...
como
tú.
--Anda
ya, hombre, anda ya... y hablando en serio, ¿por qué no me cuentas algo sobre
esas
gestiones tuyas buscando trabajo? ¡Quién te hubiera visto! ¿Qué te decían? ¿Qué
respuestas
te daban? Anda, hombre, cuéntame, para reírme un poco.
--Nada
interesante me decían. Unas veces llenaba una solicitud, otras me
entrevistaban,
otras
me estrechaban la mano y me decían que me avisarían, y así. Increíble, ¿verdad?
Casi
diez años dedicado a perder el tiempo en esos vanos intentos y nada, además de
las
gestiones
que he tenido que hacer para sobrevivir. Lo único que lamento es no haber
tenido
más tiempo para convencerte de que rechazar mi oferta es una estupidez.
--¡Pero
bueno! Oye, pero... contigo la verdad que...
--No
lo digas: hay que tolerarme o... mandarme a la mierda.
--Bueno,
bueno, vamos a dejarlo ahí. Y mira... es verdad que no te ofrecido mi coche. No
para
hacer turismo, sino para algunas de tus gestiones, pero es que casi siempre lo
tengo
en
el taller, y cuando está disponible casi no lo uso. La gasolina está muy cara,
yo casi no
puedo
salir del hostal, y mis deseos de meterme en el vehículo y correr por ahí con
esos
atascos...
no vale la pena. Perdóname.
--No
tengo nada que perdonarte, mujer. A mí tampoco me entusiasma mucho el coche.
Sólo
que me gustaría conocer algo más que esta capital que ya me la conozco de
memoria,
porque creo que no hay un puñetero rincón que yo no haya visitado. Por otra
parte,
no es normal que la dueña del hostal donde se ha hospedado un hombre que
insiste
en que lo acompañe a todas partes brinde su coche para pasear juntos como
dos
tortolitos. Te comprendo y te exculpo.
--Pues
no señor, ni me comprendas ni me exculpes. Y déjate de achacarme prejuicios que
no
tengo. Eres imposible, imprevisible, sorprendente, cargoso, machacoso,
insoportable, y
algo
más, pero este fin de semana te voy a llevar a un pueblecito que da gusto
mirarlo
desde
una colina. Así que vete preparando.
--¡Selene!
¿No me estás tomando el pelo? No juegues con mis sentimientos.
--No
seas cursi y prepárate. El sábado... ¿te parece bien? El sábado por la mañana y
así
comemos
allí.
--Yo...
--Tú
nada. Pero no te ilusiones, ¿eh? Un viaje de amigos. Nada más que de amigos.
Augusto Lázaro
@augustodelatorr
(continuará)
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