Creo
que nos estamos acostumbrando a estar juntos todo el tiempo, a despertarnos
abrazados,
a retozar un poco antes de levantarnos cuando puedes escaparte de tu
casa
con alguna de tus excusas preparadas y podemos dormir juntos, a colar café y
fumarnos
el primer pitillo juntos antes de separarnos, y sobre todo, creo que los dos
pensamos
que eso es bueno, que olvidarnos de nuestra situación de ese modo es
muy
bueno, de nuestros problemas, de todo lo que no sea estar así, en esta especie
de
éxtasis erótico que no sé cuánto más va a durar y que no quiero pensar cuánto
más
va a durar, pues tú mismo me dices que nada es eterno, ni siquiera el amor, y a
mí
nunca me ha sucedido nada bueno que me dure mucho. Bueno y mucho son
dos
palabras que en mi vida se enlazan pocas veces, por eso no quiero pensar,
porque
si pienso se me enredan las ideas y no me dejan concentrarme en el trabajo
y
en la escuela, que de vez en cuando abandono para estar contigo sin que tú me
lo
pidas, y a veces hasta se me olvida comprar el pan y la leche de Bertica, pasar
por
la carnicería a ver si llegó algo,
pagar la cuenta de la luz, llamar a Aurelia para
que
me traiga a Bertica el domingo, un desastre. No sé qué va a pasar con mi
trabajo,
porque el Económico ya no se anda con muchos miramientos, me exige
que
cumpla y cuando falto me mira como no creyendo las excusas que le doy, a
pesar
de que sigo tu consejo, dar una sola cada vez, que si uno empieza a enumerar
motivos
no lo creen, pero nada, estoy en entredicho en la oficina y eso no es nada
bueno.
Y en la escuela otro tanto, aunque allí todos faltan, pero después ponerme
al
día no es cosa de jugar a las muñecas. Reventarme para meterme en la cabeza
las
explicaciones que perdí y eso me agota más de lo que mi debilitado cuerpo
puede
soportar. No sé, amor, ¿será que es cierto eso de que hay amores que
matan?
Porque el tuyo me está liquidando poco a poco y si seguimos con esta
locura
lo que me espera no es de amigo. El tiempo se nos va cuando estamos
disfrutando
del amor y llegamos al clímax, hasta que se te ocurre hacerme algo,
cosquillas,
no sé, en los pies, halarme el pelo, pasarme la punta de la lengua por
los
labios, o darme un beso largo como el que me diste, como el que nos dimos
esta
mañana al despertar, que duró como una hora, ah, nos fuimos del mundo, nos
quedamos
como zombis, pero qué rico fue ese beso larguísimo con nuestras
lenguas
rozándose continuamente, y cómo hicimos cosas mientras nuestras bocas
se
negaban a separarse ni un solo segundo, ¿te acuerdas?, acariciándonos
íntimamente,
masturbándonos los dos, registrando con las manos y con los deseos
el
más recóndito rincón de nuestros cuerpos mientras nos pasábamos la lengua por
las
interioridades de cada boca y nos tragábamos cada uno la saliva del otro,
jadeo
y sofoquina, creí que me iba a ahogar, nos movíamos, cambiábamos de
posición,
sentados, acostados, parados, apretados con fuerza, ah, qué rico, qué
locura
más bella es el amor, y después descansar sin pensar en otra cosa que lo que
habíamos
gozado juntos, hasta que me besas en la puerta al despedirte, cómo has
podido
pensar que yo no volvería, me dices, al regreso de tu viaje, cuando te
cuento
lo que me sucedió, mi visita a Marina, mis problemas en el trabajo y en la
escuela,
mis distracciones en la casa, pues no tienes por qué preocuparte, sólo por
tu
salud, y mira, te voy a llevar a un especialista amigo mío para que examine tus
pulmones,
no voy a permitir que te sigas abandonando de esa manera, y entonces
todo
se me vuelve risa, alegría, felicidad, hasta que regreso a mi mundo y me pongo
a
pensar que ya estoy terminando la dichosa escuela, que lo que me queda es un
tilín
para graduarme, quién me lo iba a decir hace unos años, y qué deseos tengo
de
graduarme, que me prometiste ser mi padrino, fíjate, el año que viene, el
tiempo
es
un ciclón, pero ay, amor, me siento tan cansada, tan agobiada, tan disminuida
en
mis posibilidades, ahora que no paro contigo y con todo lo demás, que no es
poco,
si ya casi no me alcanza el tiempo para cruzar dos palabras con Aleida por el
muro,
¿qué pensará de mí? Llego sigilosamente, hago los quehaceres corriendo, me
voy
sin pronunciar un monosílabo, y este julepe no hay quien lo resista, la
oficina, la
escuela,
siempre corriendo, y por las noches tú, en el trajín, y cuando te vas sólo me
quedan
cuatro o cinco horitas para descansar, no te das cuenta de mis poquitas
fuerzas,
nenecito, pero eres tan cariñoso que me da pena decirte que no, y a veces
tengo
que fingir, suerte que no soy hombre, no sé si te das cuenta, por eso algunas
veces
me dices que me notas algo fría y lo que estoy es algo débil, tu que dices que
el
amor lo cura todo, ay, querido mío, si a mí el amor me enferma, mira cómo me
tienes,
cariño, además de que no siempre estamos celebrando, a veces discutimos
y
peleamos, y cuando nos topamos con alguna de mis amistades y te la presento
me
da la impresión de que te cae mal, mis amigos te caen mal, por eso ya ninguno
viene
a visitarme y yo creo que es por ti, ¿por mí dices?, vamos, no seas tonta, yo
¿qué
les he hecho?, y pones una cara que mejor no seguir discutiendo para que no
me
digas lo de siempre, que algunos de mis amigos se pasan la vida mariposeando
por
ahí sin hacer nada y vienen a descargar y a joder a mi casa, ah, como si yo
tuviera
tiempo para compartir con ellos, eres injusto, pero en fin, que no eres
perfecto
ya lo sé, yo tampoco lo soy, nadie lo es, pero tú eres injusto, mira que
inventas
cosas, la casa llena, qué barbaridad, qué injusto eres, no sé cómo puedes
ser
así conmigo, yo que me dedico por entero a ti, yo... entonces te das cuenta de
que
has metido la pata pero el daño está hecho, y aunque me pases las manos por
la
cabeza, aunque me acaricies, aunque me digas perdóname, amor, ya el daño
está
hecho, y quizás sea irreversible...
(continuará)
Augusto
Lázaro
www.facebook.com/augusto.delatorrecasas
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