domingo, 18 de octubre de 2015

ESA MUCHACHA TRISTE QUE SUEÑA CON LA NIEVE 37

El muchacho de la playa se llama René. A los cuatro meses le di el teboté, ya no le

soportaba tanta satería. El único defecto que tenía, que se enamoraba hasta de un

palo de escoba con saya. Al principio mucha furia, me zarandeaba contra la pared,

me apretaba, me empujaba, todo el tiempo dándome jan, no sé de dónde sacaba

tanfa fuerza para tenerla siempre tiesa y dispuesta a meterse en cuanta entrada yo

tuviera, y yo me dije coño, este tipo es un bárbaro y lo tengo loco, qué vacilón. Qué

vacilón. Pues sí. Las primeras semanas que se fueron volando, no parábamos, es que

me dejaba muerta en cada encuentro, qué manera de templar en esos días, si para

salir de la cama había que pegarme un cable eléctrico en las nalgas. Hasta cuando

Bertica estaba en la casa quería joder. Un día Bertica le dio una patada en la misma

rodilla que por poco le rompe la rótula, René puso cara de perro rabioso, pero sólo

le dijo vete a ver si ya puso la puerca, vejiga mocosa, y nos echamos a reír. Después

se fue enfriando, hasta que se congeló, y me lo dijo, que eso es lo bueno que tiene,

flaca, estoy desquiciado por una negrita que conocí en un baile en Siboney, coño,

qué negrita, perdóname, pero no puedo evitarlo, y ahí mismo me dio un beso más

frío que un helado de mango y se largó. Nada es eterno, ni las cucarachas. Además

qué aburrido sería el mundo si todo fuera eterno. Mejor no, como dice el refrán, en

la variedad está el gusto. Pero eso sí, cuando yo estoy con un hombre, ese hombre

tiene que dedicarse solamente a mí, y René lo sabía. Nada de canitas al aire ni de

encuentros casuales en fiestas con el alcohol subido, ni tuve que hacer el papel de

hombre, figúrate, no, yo no creo en eso. Comemierdas que son muchas mujeres que

aguantan más que un yunque y no señor, no somos gallinas que tienen que dejar

que el gallo se encarame encima de veinte y a pisar se ha dicho. ¿Compartir la

carne? No, ricurita, la carne es individual, hasta la de comer que nadie comparte

porque dan tan poca que no da ni para repetirla en la semana. Claro, la nueva es

la atractiva, la oficial, cuando pasa el primer fuego, empieza a aburrir, ya conocen

los lunares que tiene y cómo reacciona si le hacen cosquillas, qué va, siempre lo

mismo. Por eso se lo dije, mira, René, no me importa que no puedas evitarlo, pero

esto se acabó, recoge tu portante y arranca, y entonces él se despidió como si él

hubiera decidido terminar con aquel beso refrigerado. Cuando me separé de René

casi me vuelvo loca, creo que más de la rabia que de otra cosa, porque me dejaba

por otra el sinvergüenza, lo que no me sucedió con Tony ni con Rudy, pero me llamé

a contar y a rey muerto rey puesto, aunque no tuviera el rey puesto tan pronto. Yo

pasé por el desespero de un amor que se va por dos veces y no voy a tirarme al

abandono otra vez, que pichas hay para escoger en Santiago y ya vendrá otro

clavo que me saque éste. René fue una buena experiencia, me ayudó a graduarme

en las mañas que hay que usar para que no llegue ningún pipiolo a inflarme la

barriguita, y con él disfruté de lo lindo, tanto, que me costó unas libritas el ajetreo

diario, hundimos la cama, y siempre como en la textilera, meter tela y sacar tela.

Lo recuerdo con cariño, porque nunca me trató mal y me hizo sentir todo el placer

que una mujer puede sentir con un hombre, o al menos eso creo. Dice Aleida que

cuando las mujeres nos abrimos de piernas es porque nos cerramos de cabeza.

Nada, que el tiempo ha ido madurando mi cabecita ingenua y ya estoy cujeada

para repetir mis errores con los hombres. Ya no soy la misma, no. No soy la misma.

Y creo que jamás seré la misma...

(continuará)

Augusto Lázaro

 

@augustodelatorr

 

www.facebook.com/augusto.delatorrecasas



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