Aleida
me tiene sirica con el asunto del trabajo en la Vocacional. No pierde una sola
oportunidad
para decirme lo bueno que sería que yo me pusiera a trabajar allá, pero
niña,
qué boba eres, allí vas a sentirte mucho mejor que aquí metida. Y la sorpresa
del
año:
Guillermo trabajando, casi no lo creo, ¡ah!, y cada vez que me ve me suelta el
mismo
sonsonete, es que ya me cansé de andar flotando, Taniucha. Pero Marina no
da
su brazo a torcer aunque le den candela, como el Macao, es que Guillermo ya
es
un hombre, Tania, ya es mayor de edad, ahora en este país hasta los culicagados
son
mayores de edad y se gobiernan, una barbaridad más, hacen lo que les sale
del
pito o de la tota, y por eso yo no puedo obligarlo, no tengo ninguna autoridad
sobre
él, ahí lo tienes, se puso a trabajar en un taller de mecánica que está por
allá
por
donde el Diablo dio las tres voces y ya, y si sigue como va lo pierdo, lo
pierdo de
verdad,
Tania, me lo cambian, me lo transforman, le lavan el cerebro, imagínate,
todo
el día oyendo los teques políticos, el adoctrinamiento, las consignas, la
propaganda,
no, si te lo digo, lo pierdo, de ésta lo pierdo. Y mientras, yo en el medio
de
este estira y encoge. ¿A quién hacerle caso? Aurelia que la escuela, Aleida que
el
trabajo, Marina que nada de nada, Guillermo que hay que ponerse a hacer algo,
Mayra
que el bisne, Miguelito que hay que irse, y mis padres bien, gracias. Nananina
la
billetera. Ni una postal por el cumpleaños. ¿Y yo qué carajo pinto? Lo mismo de
siempre:
mierda. Un cero a la izquierda, un papel de inodoro en la taza, un latón de
basura,
no eres nada, Tania, nada, no tienes voz ni voto, nadie cuenta contigo, los
demás
son los que van a decidir por ti. ¡Mierda! Tiene gracia, pero ya está bueno,
por
mí nadie va a decidir sino yo misma. Y al carajo los demás si piensan que me
van
a
marionetear. Ja ja ja. A mí no me va a marionetear ni Dios. Así que a ponerme a
analizar
mi situación y lo que voy a hacer. Vamos a ver: si me pongo a trabajar en la
Vocacional
resuelvo el problema del dinero y me entretengo haciendo algo que
nunca
he hecho y que me va a ocupar un buen pedazo de mi tiempo y fuera de la
casa,
aunque entonces no me va a alcanzar el tiempo para nada, ahora que estoy
esperando
el paquete que mi mamá quedó en mandarme hace un siglo en su
última
carta, me dijo que para que fuera viendo cómo se visten las muchachas allá
en
el Norte, y por eso ya empecé a arreglar toda mi ropa desde ahora, pero
además
se me ha metido en el moropo transformar esta casa también, por si acaso
no
me llego a ir nunca y tengo que joderme en esta mierda, que sea lo mejor
dentro
de lo que cabe, y no estar metida en este lugar con tanto polvo y tanta
mugre
en todas partes, y eliminar la yerba del patio, el churre de las paredes,
pintarla
toda, reparar el tejado para que las goteras me dejen tranquila, poner
cortinas
bonitas, bombillos de luz fría, todo eso. Sí, estoy como una cabra, eso
dicen
Mayra y Miguelito, pero en algo tengo que entretenerme si no quiero que me
ingresen
en el psiquiátrico, estás de camisa de fuerza, muchacha. Pero si tú te vas a
largar
de este país, ¿para qué te vas a poner a arreglar esta casa para que se la
coja
otro que se quede? Bueno, Mayra con sus cosas. Pero déjenme a mí con las
mías,
que mi salida se va prolongando tanto que yo creo que de aquello nada, el
Tony
nunca va a aceptar que yo me lleve a Bertica para el Norte y en esas estamos
hace
ya demasiado tiempo y yo tengo que hacer algo mientras estoy aquí para no
sentirme
metida en un agujero hediondo, oscuro, sucio, aterrador. Mi casa. Una
mierda
de casa. Y así no se puede vivir. Y si me pongo a estudiar... bueno, otro
asunto
peliagudo. Pues cuestión, que mi problema no tiene solución por el
momento.
Como dice Aleida, que ella cree que yo voy a salir de Cuba cuando
para
la gallina prieta que tiene ella en su patio, es verdad, Aleida, no voy a dejar
que
esta casa se me caiga encima. Tengo 3 opciones: 1) trabajar, ganar dinero y
arreglar
la casa, 2) matricularme en la Escuela de Comercio y esperar que Aurelia
me
ayude a sobrevivir, 3) no hacer nada y pudrirme aquí en la casa y sufrir las
crisis
que
me dan y que me dejan medio sansi cada vez. Un laberinto, un rompecabezas,
un
puzzle, un ajiaco, y usted verá que ahorita me empieza a doler la cabeza y
aspirinas
y café y cigarros y el copón bendito. Y vendiendo lo poco que queda en la
casa
la estoy dejando más pelada que un pollo para fricasé. O quizás podría
mudarme.
Ahora que lo pienso, si tengo que quedarme en Cuba lo mejor sería vivir
en
una casita, muy pequeña, con un solo dormitorio, yo solita allí y todo nuevo,
porque
ésta es demasiado grande y cualquier familia numerosa estaría dispuesta a
arreglarla.
No digo yo, pero niña, estás loca de verdad, ¿cómo te vas a ir de aquí?
Tú
naciste en esta casa y esta casa es tuya, nadie te la podrá quitar... anda,
piénsalo
bien.
Aleida me va a volver loca con tanta perorata. Sus buenos consejos, sí, pero
en
la concreta nada de nada, Tania es la que siempre se jode, ah, sí, y los demás
dirigiéndola,
mira, Tania, tú lo que tienes que hacer es decidirte y ponerte a trabajar
en
la Vocacional, sí señor, y cambiar un poco tu estilo de vida, tu... vamos,
¿cómo
te
diría? Sí, vestirte un poco más... No tengas pena, Aleida, dilo por lo claro:
un poco
más
decente, ¿verdad? Si no me molesta que tú pienses lo que piensa todo el
mundo,
no tengas pena. No quise ofenderte, Tania, no pienses que yo... No lo
pienso,
Aleida. Yo sé que esta cuadra es de ampanga, cada vez que salgo lo noto,
el
cuchicheo, las miraditas, los toquecitos con el codo, ya me tienen hasta aquí,
pero
yo creo que no es por la ropa, no, porque yo siempre me he vestido así como
me
ha dado la real gana, y la gente no tiene que estarse fijando en lo que yo me
pongo
o me dejo de poner, si el escote está muy bajo, si la saya me da por la mitad
del
muslo, si no llevo ajustadores, si se me marcan las nalgas con los pitusas tan
apretados,
si llevo la raya del pantalón en el culo, y perdona la expresión, pero es
así,
y óyeme una cosa, Aleida, yo no me visto así para llamar la atención, si la
llamo
no
es por mi culpa, porque a mí lo que menos me interesa es llamar la atención, lo
que
me gustaría es que la gente ni me mirara, ni se enterara de que yo existo y al
carajo.
Aleida mueve la cabeza y me dice que no es para tanto, y se baja del muro
con
su sonrisa de siempre... ¡Ah! La gente, el qué dirán, las dudas... son las
únicas
compañeras
que nunca me abandonan. Las dudas, los pensamientos, la espera. Sí,
sería
muchísimo mejor que nadie se fijara en mí. Porque de la gente lo único que
puedo
esperar es lo que me ha dado hasta ahora: quebraderos de cabeza, llanto,
líos,
rabia, rencor, y ganas de hacer BOOOM y reventar de una vez. Como si fuera
un
siquitraqui...
(continuará)
Augusto
Lázaro
@augustodelatorr
www.facebook.com/augusto.delatorrecasas