sábado, 6 de junio de 2015

ESA MUCHACHA TRISTE QUE SUEÑA CON LA NIEVE 20


Me desplomo en la cama con la cabeza rajada del dolor, pensando en las dichosas

acabandas: que duermen hasta el mediodía, que se preparan por la tarde para sus

movimientos, sus contactos, sus bisnes, que salen al anochecer, como las lechuzas,

en busca de sus presas, que se concentran en el parque Céspedes en espera de los

posibles clientes de su oficio, que son capaces de acostarse con un borracho sucio y

apestoso con tal que les suelte el dinero, que madrugan noche a noche envueltas

en alcohol y tabaco, en camastros de posadas de segunda con toallas húmedas,

en una ilusión de placer en el que ellas no creen, Dios me ampare. Apago la luz,

trato de conciliar el sueño, pero Mayra me sigue atormentando: si tú les miras las

caras de cerca les ves unas ojeras que nunca se les quitan, cambio de posición,

pero la voz de Mayra, como en sueños, me sigue diciendo que las acabandas esto,

lo otro, lo de más allá, que torna y que vira, y yo adormecida... me levanto, voy al

baño a mirarme al espejo, estoy vestida como si acabara de llegar de una fiesta,

me miro de cerca a los ojos y en mis ojos hay una huella de cansancio, de mala

noche, de agotamiento, una huella que no puedo disimular con polvo, colorete,

sombra, pomada, no, no puedo, y tengo patas de gallina que me van resaltando

desde el borde de las cejas, los párpados, los pómulos, y unas ojeras que parece

que me han dado una paliza, ¡ay!, y por primera vez noto que mis mejillas se hunden

en mi cara y dan paso a unas estrías que me van cubriendo parte de la cara, y el

llanto, la tristeza, el sueño viejo, toda la cara reflejada en el espejo como si yo

tuviera cuarenta años... entonces tomo un frasco de colonia y lo lanzo contra el

espejo que se hace añicos, pero los pedacitos se convierten en burbujas de cristal

que saltan y me rozan la cara, y comienzo a echar sangre, mi cara se llena de

sangre, el baño se llena de sangre, torrentes de sangre que traspasan las paredes

del baño y salen y se deslizan por toda la casa, doy un grito enorme que estremece

la mampostería y el baño se derrumba, las toallas, los jabones, el cubo, la balleta,

el cesto de basura, la ducha, el lavabo, los papeles higiénicos se me enrollan el el

cuello, los trocitos de cristal me rozan, me hieren, doy un grito otra vez con todas

mis fuerzas y todo se oscurece, todo se me viene encima, todo... Me desperté

sobresaltada, me senté en la cama, encendí la luz, miré el reloj, me pasé las manos

por la cara y la cabeza, reaccioné, corrí hasta el baño, encendí la luz, me miré en el

espejo colgado encima del lavabo que se mantenía intacto igual que todo lo

demás... caray, sueño, vigilia, realidad, ya no sé qué es lo que vivo realmente y qué

es lo que sueño o imagino, entonces veo mi cara, la misma cara que tenía cuando

salí de casa... Regresé a mi cuarto y me volví a acostar, pero inútil, no pude dormir,

y me puse a pensar, a recordar. Por Dios, qué pesadilla. ¿Y las acabandas? ¿Habría

yo visto todo aquello? O sería también cosa de mi acelerada imaginación. Recordé

que Mayra había venido a buscarme para irnos al cine, y que después nos llegamos

al parque para ver las acabandas, como ella me había prometido, te las voy a

enseñar, te voy a detallar una por una quiénes son y qué hacen, ven conmigo el

sábado, es el mejor día para encontrarlas allí a todas. ¡Ah! Qué dolor de cabeza...

Si yo me viera así como esas muchachas, viejas antes de tiempo. Todavía me cuesta

creerlo. Comienzo a relajarme. Sé que no voy a dormirme otra vez y tampoco quiero

dormirme otra vez. Ojalá fumara, así me entretendría echando humo a ver si con el

humo puedo hacer figuritas en el aire o círculos como hace Mayra. Tengo la nariz

tupida. Ojalá no me dé ahora un ataque de asma, es lo que me falta. Mañana voy

a buscar a Bertica, dejé que Aurelia se quedara hoy con ella para ir al parque con

Mayra, pero mañana, que ya es hoy, me pasaré todo el día con ella, la llevaré a

algún lugar donde pueda divertirse, donde haya otros niños que jueguen con ella,

así me distraeré yo también, que buena falta me está haciendo, y dejaré tranquila

a Mayra por un tiempo. Sí, por un tiempo. Tengo que ocuparme de Bertica, de mí

misma, de mi casa, tengo que ver qué hago con mi vida y con mi situación, porque

pasa el tiempo y nada, de mis padres nada, y sigo aquí metida, sin esperanza de

salir de esta mierda de país, de mejorar mi vida, de encontrar un respiro que me deje

al menos creer que todavía puedo confiar en Dios, y que Dios no se ha olvidado de

mí...

(continuará)

Augusto Lázaro

@augustodelatorr


http://laenvolvencia.blogspot.com

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