Cada
vez que Mayra me presenta a alguien me dice lo mismo: gente chévere. Una
tarde
se me aparece con un muchacho alto, delgado, trigueño, con un tic nervioso
en
los ojos, y que se ríe constantemente. Este es Miguelito. Yo le había dicho a
Mayra
que me iba a suicidar, que me sentía demasiado sola, que a mi casa no
venía
nadie, y como Bertica se pasa la semana en el Internado me faltaba poco
para
comprar la soga. Pero niña, ¿cómo va a ir alguien a tu casa si aquello parece
un
cementerio? Y para resolver ese problema se aparece con Miguelito. Enseguida
nos
vamos para el fondo a conversar. Mayra le dice a Miguelito que esta casa se
presta
para lo que él sabe, y me mira, y se ríe. Sí, chica, para hacer una fiestecita
de
ésas,
¿no es verdad, Miguelito? Y como la risa es contagiosa, los tres nos reímos, yo
sin
saber de qué. Me siento muy extraña con gente en mi casa, acostumbrada
como
estoy a estar sola, tan sola que ya ni los gatos se tiran del techo de Aleida.
Aquí
solamente
viene Aurelia a buscar o a traer a Bertica, a veces por las mañanas
cuando
va para el Internado, y nadie más. Y mi comunicación con Aleida es por el
muro.
Un día vi a Juan en calzoncillos, pero él no me vio, y cuando se lo dije a
Aleida
se
echó a reír. Le dije que se le marcaba la picha y me dijo que su marido era
mandón.
Tuve que hacerme un cráneo, con el atraso que llevaba. Si Aleida se
entera.
Cuelo un poco de café, porque Miguelito quiere tomar café, y yo no tengo
nada
fuerte como quiere Mayra. Le digo que se tranquilice, que ella sabe que yo no
bebo
y aquí no hay ninguna bebida. Mayra no se tranquiliza, se registra los
bolsillos,
le
pide a Miguelito, pero entre los dos no llegan ni para una botella de
walfarina.
Confórmate
con el café y con tus cigarros aplastados, le dice Miguelito. Mayra
saborea
el café que le doy, se pasa la lengua por los labios y nos dice que con un
poco
de ron eso sería una delicia. Miguelito se ríe y aprieta los párpados. Mayra
dice
que aquí en el patio ya no queda ni dónde amarrar la chiva, y es verdad que
la
yerba cada día está más espesa porque yo no me ocupo de mantener cuidado
este
patio de tierra. Oyeme, si la yerba sigue creciendo ahorita no se va a ver ni
el
muro...
a esta casa le hace falta un toque, ¿verdad, Miguelito? Miguelito lo único
que
hace es mover la cabeza, apretar los párpados, y reírse. ¿Será bobo de verdad
o
son ideas mías? Recojo las tacitas y nos sentamos los tres en el pasillo que da
al
patio
de tierra. Mayra sigue con su culillo de la fiestecita y señala el pasillo a lo
largo.
Aquí
mismo, mira. Aquí mismo se podía hacer la cosa, además de los cuartos y de
todo.
¿Qué te parece? Siempre se dirige a Miguelito preguntándole sobre la casa y
la
fiestecita y toda esa bobería. Ya me la tiene pelada con eso. No sé qué se
traen
estos
dos, por eso los dejo a ver si me aclaran el misterio. Miguelito se sigue
riendo
porque
Mayra ha puesto la cara como una puerquita, hace muecas con la boca y
hasta
gruñe, y mientras más la mira y se ríe Miguelito, más gracias pesadas hace
Mayra.
Y esto es un show. So guanajos. Al fin le pregunto a la visita qué hace, si
trabaja
o estudia. ¿Yo? Miguelito mira a Mayra y se ríe a carcajadas, aunque Mayra
ya
no tiene la cara como una puerquita. Este está en el waiting, muchacha,
esperando
que le avisen. ¿Que le avisen para qué? Niña, tú siempre estás detrás del
palo.
Este se va echando. Ah, se va del país. ¿Hasta cuándo seguiré en las nubes?
Silencio
y a fumar. No acabo de quitarme de encima el yarey. Mayra quiere que yo
aprenda
a fumar. Lo que me faltaba. Me da un pito y me lo enciende ella misma.
Pero
qué va. Toso y lo tiro en el patio. Pues este tipo tiene suerte. Lo reclamaron,
figúrate.
Mayra saca un cigarro de un bolso que tiene y tira el que estaba fumando.
Se
lo enseña a Miguelito y le pregunta si quiere uno de ellos, pero Miguelito por
primera
vez se pone serio y le dice que no juegue con eso. Miguelito me da un
cigarro
de los suyos y me dice, mira, insiste, poco a poco lo vas a lograr sin toser.
Nos
ponemos
a fumar los tres, yo carraspeando, con asco, pero decidida a no ser por
más
tiempo la monguita del grupo. Miguelito mira a Mayra muy serio. Mayra sigue
fumando.
No seas pendejo, bobo, este es de los corrientes, te engañé, so vaina.
Mayra
me da un mínimo técnico para aprender a fumar, mira, haz así y asá, y lo
absorbes
así, mira, hazlo así, después echa el humo por la nariz y yo siento como si
fuera
a marearme, pero no me rindo todavía. Tienes que ponerte en onda, mija,
tienes
que modernizarte. Entonces canta el tango ese que refleja el placer de
fumar,
fumar es un placer, genial, sensual... y trato de aspirar el humo, pero
acabo
tragándomelo
y tosiendo, fumando espero al hombre que yo quiero / tras los
cristales
de alegres ventanales / y mientras fumo la vida me consumo / porque
absorbiendo
el humo / me suelo adormecer... Ya mejorarás, manita, con un poco
de
práctica mejorarás, te volverás una real profesional del humo, ya verás, sentada
en
la chaise longue fumar y amar... / ver a mi amante solícito y galante,/ sentir
sus
labios
besar con besos sabios / y el devaneo sentir con más deseo / cuando sus
ojos
veo / sedientos de placer... y nuevas risas, nuevas guiñaderas de ojos, ya
estos
dos
me tienen cabrona con tanto secreteo y con tanto misterio, dos buenos
jodedores
es lo que son, vienen a hacer la tarde conmigo, pero se van a reventar,
porque
les voy a seguir la corriente y a la mierda, por eso estando mi bien / es mi
fumar un edén... / dame el humo de tu boca, /
anda, que así me vuelves loca, /
dame,
que quiero enloquecer de placer / sintiendo este calor / del humo
embriagador
/ que acaba por prender / la llama ardiente de mi amor... ¡Bravo!
¡Bravo!,
grita Miguelito y aplaude con fuerza, haciéndose el que se toma la canción
de
Mayra por una actuación impecable. Y a mí no me van a coger mansita, ya lo
creo
que no, que sigan con su jodentina, que ya verán la máquina que les voy a
correr.
La risa, remedio infalible, dice Miguelito, y me recuerda a unas revisticas que
tenía
mi mamá que decían cosas como ésa. Mayra fuma que te fuma y me dice
que
le haga caso a la canción, para que pueda conocer placeres que ni me
imagino
que existen. Qué cabrona. Seguro que es ella quien me los va a enseñar.
Entonces
le enseña el cigarro a Miguelito, le riega el pelo y le pone una mano en un
muslo,
apretándoselo, y después desliza su mano hasta la portañuela de Miguelito y
aprieta.
Miguelito como una amapola, sudando en seco, Mayra moviéndose y
restregándose
con él, y de pronto se le encarama encima y le enseña las tetas,
Miguelito
protesta y le da un empujón, pero no se ríe ni aprieta los párpados.
Ay,
mija, con éste no hay trucos, no le gustan las hembras, ¿te das cuenta?
Miguelito
le dice que si sigue con su jodedera se levanta y se va, y Mayra se baja el
pulóver
y le enseña otra vez el cigarro, haciéndole una seña que yo no cojo bien.
No
te preocupes, ya te irás enterando, y cuando le cojas el gusto al pito no lo
vas a
dejar
mientras vivas, acuérdate. Mayra se levanta y se mueve como las artistas que
salen
en la tele, se me acerca, me toca la cara, me hala por un brazo, me toca el
pelo,
me agarra la cabeza con las manos, me atrae, y me da un beso en la boca.
Yo
muda. Está borracha, y no sé con qué se ha emborrachado, pero Miguelito se
levanta
y me dice que cuando se pone así es mejor dejarla. ¿Así cómo? Pero
Miguelito
da unos pasos y se va rumbo a la sala. De pronto se vira y dice coño,
¿cómo
no se me había ocurrido? y le dice a Mayra te lo fumaste, cabrona, te lo
fumaste,
y te lo dije que no te pusieras con eso aquí, te lo dije, Mayra, te lo dije que
no
te lo fumaras aquí, y se pierde en el pasillo hasta la sala, y yo recojo las
cosas que
faltan
en la cocina, y cuando salgo al pasillo parece que Mayra también se ha ido a
la
sala, porque oigo una música rápida desde allá. Llego a la sala y oigo una
canción
de algún grupo español que está de moda, me levanta la mañana / con el
sol
en mi ventana... Mayra
quita el disco y se pone a registrar los demás que están
en
el aparador, hasta que pone otro en el tocadiscos, don't say it, / don't say
it, /
don't say good by tonight... Mayra marca el ritmo de
la música y poco a poco se va
moviendo
mucho más rápido, con todo el cuerpo. Yo y Miguelito observándola,
callados,
un show aquí en la sala de mi casa. Mayra se mueve como una lagartija y
tiene
en la cara una expresión de gozo, de sabrosura, de placer, cómo disfruta,
madre
mía, y más gestos y más movimientos, yeeeah, / don't say good by tonight.
Está
desconyuntá. Miguelito se ríe con ganas, Mayra enseña sus dientes y baila,
baila,
baila, sí, está como dice Miguelito, descoyuntada. parece de goma, mira
cómo
se menea, mira, como si la estuvieran...Cállate, Miguelito, por favor. Pues sí,
cabrones,
me meneo como si me la estuvieran me... Cállate tú también Mayra, por
Dios, está bueno ya, don't say it, / don't say it,
/ yeeeah, / don't say good by
tonight...
Pero de
pronto Mayra se quita los tennis, los tira contra la pared, se acerca
a
la ventana, la cierra, se pone a bailar otra vez, a moverse otra vez como una
lagartija,
a dar saltos y brincos, a contonearse, y parece que se le van a desprender
los
brazos y las piernas, y baila que te baila, no me hace caso cuando le grito que
ya
basta, se quita la pañoleta, se la tira a Miguelito en la cara, se sacude el
pelo
que
tiene todo desgreñado, Miguelito no hace más que reírse y apretar los
párpados,
con este calor que se está disparando y Mayra cerró la ventana, si le
caen
chorros de sudor por todas partes, se va a deshidratar, ¿qué es lo que te pasa,
Mayra?,
y de súbito se quita el pulóver y se queda con las tetas al aire, Dios mío,
está
como
en éxtasis, tiene los ojos vidriosos, Miguelito se pone serio, nervioso,
entonces
Mayra
se para de golpe y me dice: nada, manita, no me pasa nada, no te asustes,
es
que estoy sabrosa, ¿sabes?, es que estoy sabrosa de verdad, no seas pendeja...
Y
sigue, se aprieta las tetas, se pasa las manos por los muslos, por el papo, es
como si
se
acariciara ella misma...pero Mayra... Mayra se desabrocha la pitusa, yo estoy
tan
aturdida
que no acierto a pronunciar una sola palabra, Miguelito colorado como un
tomate
maduro, es que yo le dije a este mamón que le iba a enseñar cómo se hace
un
strip-tease, a él y a ti, para ver si los dos se dejaban de sus niñerías y se
ponían a
gozar
conmigo, par de sanacos, y el muy pendejo me dijo que yo no tenía cojones
para
eso, y Miguelito se tapa la cara, Mayra, cabrona, te lo fumaste, yo en babia,
Mayra
se quita la blusa, la tira en la butaca sin dejar de moverse, nos mira, se ríe
a
carcajadas,
it could be so nice, yo atontada, y Miguelito paralizado sin saber qué
hacer,
Mayra se acerca y lo sacude, le pega el pubis en plena cara, Miguelito se
echa
hacia atrás con la cara tapada, te lo fumaste, me mira, se lo fumó, y se lo dije,
se
lo dije que no se lo fumara, coño, mírame, pendejo de mierda, mariconazo,
mírame
lo sabrosa que estoy, cojones, y yo casi no creo esto que estoy viendo,
Mayra
en blúmer, bailando, aquí en la sala de mi casa, entonces se quita el blúmer,
Dios
mío, se acuesta en el suelo, se retuerce, y le tira el blúmer a Miguelito, me
mira,
qué
es esto, me mira con sus ojos vidriosos, ¿se habrá vuelto loca?, Miguelito
mueve
la
cabeza, loca no, otra cosa, dice, cabrona, se lo fumó, y se lo dije que no se
lo
fumara
aquí en tu casa, no, yo como siempre en las nubes, Mayra con su jodedera,
colorada,
sofocada, sudada, en éxtasis, totalmente desnuda, moviéndose como un
demonio,
sí, cojones, estoy loca, sí, pero loca por meterme una pinga bien grande,
sí,
una pingona así de este tamaño, miren cómo tengo el bollo, y se toca el papo,
se
frota
el clítoris, y este mariconsón no quiere complacerme, no le gustan las mujeres,
míralo,
pendejo, por Dios, Mayra, ya está bueno, levántate, ponte la ropa, pero inútil,
ni
me levanto ni me pongo la ropa ni un carajo, coño, quiero gozar, quiero
manosearme
con alguien, no puedo aguantar, vamos, ven, tú misma, sí, contigo,
vamos,
tócame, acaríciame, dame la lengua, vamos, ven, tú misma, vamos a gozar,
flaquita
pendeja, que estoy a millón, y Mayra comienza a masturbarse delante de
nosotros,
haciendo muecas y aspavientos, me coge del brazo y me hala hacia ella,
yo
no sé qué hacer, estoy nerviosa, casi no puedo ni moverme, me coge una mano
y
me la lleva hasta su sexo enrojecido y húmedo, cielos, Mayra, por favor, está
bueno,
déjame tranquila, levántate de una vez, que me voy a poner a dar gritos,
pero
es ella la que da un grito que me sobrecoge, porque de pronto se queda
quieta,
como si se hubiera desmayado, con los ojos cerrados y su mano aferrada a
su
sexo, hasta que por fin abre los ojos y susurra me vine, carajo, me vine ya,
qué rico,
ustedes
son un par de pendejos de mierda que no saben gozar, no saben lo que es
bueno,
pendejos de mierda... Miguelito se levanta y se va para el patio, yo estoy tan
aturdida
que apenas me muevo, todavía no creo lo que estoy viendo, Mayra me
mira
con sus ojos que parecen llenos de sangre, me saca la lengua, bañada en
sudor,
y me grita: so puta, no lo disimules, ¿no te han dicho nunca lo rica que estás?
Bandidita,
te has aguantado, pero yo sé que estabas loquita por joder conmigo,
vamos,
no lo disimules más... Salgo al patio a buscar a Miguelito para que me
explique
qué es todo esto, porque me parece que todo esto no es más que otra
pesadilla
que he vivido, que no ha sido verdad que Mayra haya hecho esto aquí en
mi
casa, y al final del pasillo me siento junto a Miguelito, en el suelo, cierro
los ojos,
porque
él me mira y no habla, recuesto mi cabeza en su hombro, y los dos nos
quedamos
callados durante mucho, mucho tiempo...
(continuará)
Augusto
Lázaro
@augustodelatorr
http://laenvolvencia.blogspot.com
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