sábado, 13 de junio de 2015

ESA MUCHACHA TRISTE QUE SUEÑA CON LA NIEVE 21

Cada vez que Mayra me presenta a alguien me dice lo mismo: gente chévere. Una

tarde se me aparece con un muchacho alto, delgado, trigueño, con un tic nervioso

en los ojos, y que se ríe constantemente. Este es Miguelito. Yo le había dicho a

Mayra que me iba a suicidar, que me sentía demasiado sola, que a mi casa no

venía nadie, y como Bertica se pasa la semana en el Internado me faltaba poco

para comprar la soga. Pero niña, ¿cómo va a ir alguien a tu casa si aquello parece

un cementerio? Y para resolver ese problema se aparece con Miguelito. Enseguida

nos vamos para el fondo a conversar. Mayra le dice a Miguelito que esta casa se

presta para lo que él sabe, y me mira, y se ríe. Sí, chica, para hacer una fiestecita de

ésas, ¿no es verdad, Miguelito? Y como la risa es contagiosa, los tres nos reímos, yo

sin saber de qué. Me siento muy extraña con gente en mi casa, acostumbrada

como estoy a estar sola, tan sola que ya ni los gatos se tiran del techo de Aleida. Aquí

solamente viene Aurelia a buscar o a traer a Bertica, a veces por las mañanas

cuando va para el Internado, y nadie más. Y mi comunicación con Aleida es por el

muro. Un día vi a Juan en calzoncillos, pero él no me vio, y cuando se lo dije a Aleida

se echó a reír. Le dije que se le marcaba la picha y me dijo que su marido era

mandón. Tuve que hacerme un cráneo, con el atraso que llevaba. Si Aleida se

entera. Cuelo un poco de café, porque Miguelito quiere tomar café, y yo no tengo

nada fuerte como quiere Mayra. Le digo que se tranquilice, que ella sabe que yo no

bebo y aquí no hay ninguna bebida. Mayra no se tranquiliza, se registra los bolsillos,

le pide a Miguelito, pero entre los dos no llegan ni para una botella de walfarina.

Confórmate con el café y con tus cigarros aplastados, le dice Miguelito. Mayra

saborea el café que le doy, se pasa la lengua por los labios y nos dice que con un

poco de ron eso sería una delicia. Miguelito se ríe y aprieta los párpados. Mayra

dice que aquí en el patio ya no queda ni dónde amarrar la chiva, y es verdad que

la yerba cada día está más espesa porque yo no me ocupo de mantener cuidado

este patio de tierra. Oyeme, si la yerba sigue creciendo ahorita no se va a ver ni el

muro... a esta casa le hace falta un toque, ¿verdad, Miguelito? Miguelito lo único

que hace es mover la cabeza, apretar los párpados, y reírse. ¿Será bobo de verdad

o son ideas mías? Recojo las tacitas y nos sentamos los tres en el pasillo que da al

patio de tierra. Mayra sigue con su culillo de la fiestecita y señala el pasillo a lo largo.

Aquí mismo, mira. Aquí mismo se podía hacer la cosa, además de los cuartos y de

todo. ¿Qué te parece? Siempre se dirige a Miguelito preguntándole sobre la casa y

la fiestecita y toda esa bobería. Ya me la tiene pelada con eso. No sé qué se traen

estos dos, por eso los dejo a ver si me aclaran el misterio. Miguelito se sigue riendo

porque Mayra ha puesto la cara como una puerquita, hace muecas con la boca y

hasta gruñe, y mientras más la mira y se ríe Miguelito, más gracias pesadas hace

Mayra. Y esto es un show. So guanajos. Al fin le pregunto a la visita qué hace, si

trabaja o estudia. ¿Yo? Miguelito mira a Mayra y se ríe a carcajadas, aunque Mayra

ya no tiene la cara como una puerquita. Este está en el waiting, muchacha,

esperando que le avisen. ¿Que le avisen para qué? Niña, tú siempre estás detrás del

palo. Este se va echando. Ah, se va del país. ¿Hasta cuándo seguiré en las nubes?

Silencio y a fumar. No acabo de quitarme de encima el yarey. Mayra quiere que yo

aprenda a fumar. Lo que me faltaba. Me da un pito y me lo enciende ella misma.

Pero qué va. Toso y lo tiro en el patio. Pues este tipo tiene suerte. Lo reclamaron,

figúrate. Mayra saca un cigarro de un bolso que tiene y tira el que estaba fumando.

Se lo enseña a Miguelito y le pregunta si quiere uno de ellos, pero Miguelito por

primera vez se pone serio y le dice que no juegue con eso. Miguelito me da un

cigarro de los suyos y me dice, mira, insiste, poco a poco lo vas a lograr sin toser. Nos

ponemos a fumar los tres, yo carraspeando, con asco, pero decidida a no ser por

más tiempo la monguita del grupo. Miguelito mira a Mayra muy serio. Mayra sigue

fumando. No seas pendejo, bobo, este es de los corrientes, te engañé, so vaina.

Mayra me da un mínimo técnico para aprender a fumar, mira, haz así y asá, y lo

absorbes así, mira, hazlo así, después echa el humo por la nariz y yo siento como si

fuera a marearme, pero no me rindo todavía. Tienes que ponerte en onda, mija,

tienes que modernizarte. Entonces canta el tango ese que refleja el placer de

fumar, fumar es un placer, genial, sensual... y trato de aspirar el humo, pero acabo

tragándomelo y tosiendo, fumando espero al hombre que yo quiero / tras los

cristales de alegres ventanales / y mientras fumo la vida me consumo / porque

absorbiendo el humo / me suelo adormecer... Ya mejorarás, manita, con un poco

de práctica mejorarás, te volverás una real profesional del humo, ya verás, sentada

en la chaise longue fumar y amar... / ver a mi amante solícito y galante,/ sentir sus

labios besar con besos sabios / y el devaneo sentir con más deseo / cuando sus

ojos veo / sedientos de placer... y nuevas risas, nuevas guiñaderas de ojos, ya estos

dos me tienen cabrona con tanto secreteo y con tanto misterio, dos buenos

jodedores es lo que son, vienen a hacer la tarde conmigo, pero se van a reventar,

porque les voy a seguir la corriente y a la mierda, por eso estando mi bien / es mi

 fumar un edén... / dame el humo de tu boca, / anda, que así me vuelves loca, /

dame, que quiero enloquecer de placer / sintiendo este calor / del humo

embriagador / que acaba por prender / la llama ardiente de mi amor... ¡Bravo!

¡Bravo!, grita Miguelito y aplaude con fuerza, haciéndose el que se toma la canción

de Mayra por una actuación impecable. Y a mí no me van a coger mansita, ya lo

creo que no, que sigan con su jodentina, que ya verán la máquina que les voy a

correr. La risa, remedio infalible, dice Miguelito, y me recuerda a unas revisticas que

tenía mi mamá que decían cosas como ésa. Mayra fuma que te fuma y me dice

que le haga caso a la canción, para que pueda conocer placeres que ni me

imagino que existen. Qué cabrona. Seguro que es ella quien me los va a enseñar.

Entonces le enseña el cigarro a Miguelito, le riega el pelo y le pone una mano en un

muslo, apretándoselo, y después desliza su mano hasta la portañuela de Miguelito y

aprieta. Miguelito como una amapola, sudando en seco, Mayra moviéndose y

restregándose con él, y de pronto se le encarama encima y le enseña las tetas,

Miguelito protesta y le da un empujón, pero no se ríe ni aprieta los párpados.

Ay, mija, con éste no hay trucos, no le gustan las hembras, ¿te das cuenta?

Miguelito le dice que si sigue con su jodedera se levanta y se va, y Mayra se baja el

pulóver y le enseña otra vez el cigarro, haciéndole una seña que yo no cojo bien.

No te preocupes, ya te irás enterando, y cuando le cojas el gusto al pito no lo vas a

dejar mientras vivas, acuérdate. Mayra se levanta y se mueve como las artistas que

salen en la tele, se me acerca, me toca la cara, me hala por un brazo, me toca el

pelo, me agarra la cabeza con las manos, me atrae, y me da un beso en la boca.

Yo muda. Está borracha, y no sé con qué se ha emborrachado, pero Miguelito se

levanta y me dice que cuando se pone así es mejor dejarla. ¿Así cómo? Pero

Miguelito da unos pasos y se va rumbo a la sala. De pronto se vira y dice coño,

¿cómo no se me había ocurrido? y le dice a Mayra te lo fumaste, cabrona, te lo

fumaste, y te lo dije que no te pusieras con eso aquí, te lo dije, Mayra, te lo dije que

no te lo fumaras aquí, y se pierde en el pasillo hasta la sala, y yo recojo las cosas que

faltan en la cocina, y cuando salgo al pasillo parece que Mayra también se ha ido a

la sala, porque oigo una música rápida desde allá. Llego a la sala y oigo una

canción de algún grupo español que está de moda, me levanta la mañana / con el

sol en mi ventana... Mayra quita el disco y se pone a registrar los demás que están

en el aparador, hasta que pone otro en el tocadiscos, don't say it, / don't say it, /

don't say good by tonight... Mayra marca el ritmo de la música y poco a poco se va

moviendo mucho más rápido, con todo el cuerpo. Yo y Miguelito observándola,

callados, un show aquí en la sala de mi casa. Mayra se mueve como una lagartija y

tiene en la cara una expresión de gozo, de sabrosura, de placer, cómo disfruta,

madre mía, y más gestos y más movimientos, yeeeah, / don't say good by tonight.

Está desconyuntá. Miguelito se ríe con ganas, Mayra enseña sus dientes y baila,

baila, baila, sí, está como dice Miguelito, descoyuntada. parece de goma, mira

cómo se menea, mira, como si la estuvieran...Cállate, Miguelito, por favor. Pues sí,

cabrones, me meneo como si me la estuvieran me... Cállate tú también Mayra, por

Dios, está bueno ya, don't say it, / don't say it, / yeeeah, / don't say good by

tonight... Pero de pronto Mayra se quita los tennis, los tira contra la pared, se acerca

a la ventana, la cierra, se pone a bailar otra vez, a moverse otra vez como una

lagartija, a dar saltos y brincos, a contonearse, y parece que se le van a desprender

los brazos y las piernas, y baila que te baila, no me hace caso cuando le grito que

ya basta, se quita la pañoleta, se la tira a Miguelito en la cara, se sacude el pelo

que tiene todo desgreñado, Miguelito no hace más que reírse y apretar los

párpados, con este calor que se está disparando y Mayra cerró la ventana, si le

caen chorros de sudor por todas partes, se va a deshidratar, ¿qué es lo que te pasa,

Mayra?, y de súbito se quita el pulóver y se queda con las tetas al aire, Dios mío, está

como en éxtasis, tiene los ojos vidriosos, Miguelito se pone serio, nervioso, entonces

Mayra se para de golpe y me dice: nada, manita, no me pasa nada, no te asustes,

es que estoy sabrosa, ¿sabes?, es que estoy sabrosa de verdad, no seas pendeja...

Y sigue, se aprieta las tetas, se pasa las manos por los muslos, por el papo, es como si

se acariciara ella misma...pero Mayra... Mayra se desabrocha la pitusa, yo estoy tan

aturdida que no acierto a pronunciar una sola palabra, Miguelito colorado como un

tomate maduro, es que yo le dije a este mamón que le iba a enseñar cómo se hace

un strip-tease, a él y a ti, para ver si los dos se dejaban de sus niñerías y se ponían a

gozar conmigo, par de sanacos, y el muy pendejo me dijo que yo no tenía cojones

para eso, y Miguelito se tapa la cara, Mayra, cabrona, te lo fumaste, yo en babia,

Mayra se quita la blusa, la tira en la butaca sin dejar de moverse, nos mira, se ríe a

carcajadas, it could be so nice, yo atontada, y Miguelito paralizado sin saber qué

hacer, Mayra se acerca y lo sacude, le pega el pubis en plena cara, Miguelito se

echa hacia atrás con la cara tapada, te lo fumaste, me mira, se lo fumó, y se lo dije,

se lo dije que no se lo fumara, coño, mírame, pendejo de mierda, mariconazo,

mírame lo sabrosa que estoy, cojones, y yo casi no creo esto que estoy viendo,

Mayra en blúmer, bailando, aquí en la sala de mi casa, entonces se quita el blúmer,

Dios mío, se acuesta en el suelo, se retuerce, y le tira el blúmer a Miguelito, me mira,

qué es esto, me mira con sus ojos vidriosos, ¿se habrá vuelto loca?, Miguelito mueve

la cabeza, loca no, otra cosa, dice, cabrona, se lo fumó, y se lo dije que no se lo

fumara aquí en tu casa, no, yo como siempre en las nubes, Mayra con su jodedera,

colorada, sofocada, sudada, en éxtasis, totalmente desnuda, moviéndose como un

demonio, sí, cojones, estoy loca, sí, pero loca por meterme una pinga bien grande,

sí, una pingona así de este tamaño, miren cómo tengo el bollo, y se toca el papo, se

frota el clítoris, y este mariconsón no quiere complacerme, no le gustan las mujeres,

míralo, pendejo, por Dios, Mayra, ya está bueno, levántate, ponte la ropa, pero inútil,

ni me levanto ni me pongo la ropa ni un carajo, coño, quiero gozar, quiero

manosearme con alguien, no puedo aguantar, vamos, ven, tú misma, sí, contigo,

vamos, tócame, acaríciame, dame la lengua, vamos, ven, tú misma, vamos a gozar,

flaquita pendeja, que estoy a millón, y Mayra comienza a masturbarse delante de

nosotros, haciendo muecas y aspavientos, me coge del brazo y me hala hacia ella,

yo no sé qué hacer, estoy nerviosa, casi no puedo ni moverme, me coge una mano

y me la lleva hasta su sexo enrojecido y húmedo, cielos, Mayra, por favor, está

bueno, déjame tranquila, levántate de una vez, que me voy a poner a dar gritos,

pero es ella la que da un grito que me sobrecoge, porque de pronto se queda

quieta, como si se hubiera desmayado, con los ojos cerrados y su mano aferrada a

su sexo, hasta que por fin abre los ojos y susurra me vine, carajo, me vine ya, qué rico,

ustedes son un par de pendejos de mierda que no saben gozar, no saben lo que es

bueno, pendejos de mierda... Miguelito se levanta y se va para el patio, yo estoy tan

aturdida que apenas me muevo, todavía no creo lo que estoy viendo, Mayra me

mira con sus ojos que parecen llenos de sangre, me saca la lengua, bañada en

sudor, y me grita: so puta, no lo disimules, ¿no te han dicho nunca lo rica que estás?

Bandidita, te has aguantado, pero yo sé que estabas loquita por joder conmigo,

vamos, no lo disimules más... Salgo al patio a buscar a Miguelito para que me

explique qué es todo esto, porque me parece que todo esto no es más que otra

pesadilla que he vivido, que no ha sido verdad que Mayra haya hecho esto aquí en

mi casa, y al final del pasillo me siento junto a Miguelito, en el suelo, cierro los ojos,

porque él me mira y no habla, recuesto mi cabeza en su hombro, y los dos nos

quedamos callados durante mucho, mucho tiempo...

(continuará)

Augusto Lázaro

@augustodelatorr



http://laenvolvencia.blogspot.com

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