sábado, 7 de febrero de 2015

ESA MUCHACHA TRISTE QUE SUEÑA CON LA NIEVE 5

He descubierto que Tony es sagitario. Lo he descubierto en los papeles que mis

padres han tenido que tramitar para nuestro matrimonio. Casi no me lo creo:

yo y Tony casados. Y casados de verdad, con papeles, firmas, testigos, el copón

bendito. Mis padres están más locos que Jacinto el basurero. Un matrimonio sin

relaciones, sin noviazgo, sin nada. Pero mi mamá me lo dijo: sí, hija, sí, yo sé todo

eso que me dices, pero es lo único que podemos hacer para que no te quedes

deshonrada, y ahora tengo a Tony aquí en la casa, metido en mi cuarto, ja, y

durmiendo en mi cama, y mi padre cada vez que se cruza conmigo se me queda

mirando y me dice: ¿eso no es lo que querías? Pues ahí lo tienes. Mi mamá tiene una

colección de revistas de esas que hablan de los signos, de las parejas, del amor,

de la salud, de las relaciones en el hogar, de todo, y cuando se pone a conversar

con las amigas que vienen a visitarla yo me escondo detrás de las cortinas para oír

lo que hablan. Y hablan de esas cosas que vienen en esas revistas. Yo quietecita,

recogiéndolo todo, como una esponja. Y cuando mi mamá está durmiendo la siesta

y mi padre y mis hermanos están fuera, me pongo a registrar las cosas de mi mamá,

sobre todo esas revistas, que las tiene a montones. Por eso he aprendido todas esas

cosas de la astrología. Y las cosas que he visto en esas revistas. En ellas descubrí que

Tony es sagitario y yo soy cáncer, que yo no sabía nada de eso. Y esas revistas dicen

que los sagitarios y los cánceres hacen buena pareja. Díganmelo a mí. Pero en fin,

fuera por las revistas o por lo que fuera me escapé del legrado que quería mi padre.

Tuve que buscar esa palabra en el diccionario, porque a mí ni hostias. Claro que mi

mamá no le dice nada al toro de los signos y esas cosas, porque ese hombre no

cree ni en la paz de los sepulcros. Siempre le está diciendo a mi mamá que no

coma tanta mierda con los santos y las oraciones y toda esa porquería que ella

siempre está barajando, ya tú estás muy vieja y muy cuca para andar creyendo en

que los muertos salen, así le dice algunas veces y ella se calla y se mete en su cuarto

murmurando, algún día te arrepentirás de esas blasfemias, pero lo dice tan bajito

que mi padre ni se entera. Mi mamá cree en todo, en eso y en todo, y de verdad,

de corazón, mi padre no ha podido quitárselo. Ella lee esas revistas a escondidas,

por eso las guarda todas en una caja de cartón enorme debajo de su cama,

porque si mi padre las descubre las quema toditas y no queda ni la caja. Pero yo

las leo también, a escondidas también, que no quiero más líos con el toro furioso,

aunque yo tengo que esconderme de los dos, y así me entero de cosas cuando mi mamá

se pone a conversar con sus amigas en su cuarto, como aquel día que mi mamá tenía la

lengua suelta y le decía a una de esas señoronas que vienen a perder el tiempo con sus

boberías, que nosotros nos vamos muy pronto y nada más que estamos a la espera de

resolver los últimos detalles y después el telegrama. Eso fue lo que oí. Y no entendí ni

pitoche. No sé por qué mi mamá se anda con tanto remandingo con esas revistas, si en

definitivas aquí siempre se hace lo que quiere mi padre. Que se tiene que casar, pues me

caso, que el mocoso ese tiene que venir a vivir aquí, pues el mocoso viene, que esta

culicagada tiene que dejar el Pre por ahora, pues lo dejo, con la barriga no te dejan

entrar en el Pre, así que despídete. Ahora que estamos casados Tony no es el mismo. Ya

no es el mismo. Se ha vuelto un purgante. Ya no me pasa las manos por el pelo y la

cabeza como me las pasaba cuando nos veíamos en el parque de Ferreiro, ya no me

dice esas cosas bonitas que me decía cuando yo me escapaba de la escuela para ir a

encontrarme con él, ya no me besa como me besaba cuando estábamos solos en

algún lugar lleno de matas y allí nos cogía la noche. Nada de eso. Tony se ha

puesto más seco que una tusa de maíz. Para mí que es porque yo me he puesto

barrigona, se me han alterado las piernas y se me ven las venas, y parece que el

muy cabrón se ha aburrido de mí. O a lo mejor es que nunca me quiso para nada.

Para pasar el rato, como me decía mi mamá. Y como lo obligaron a casarse y a

vivir aquí no le queda más remedio que estar aquí inscrito en la familia y punto. El

caso es que no me saca ni al parquecito de Escario. Y yo le caigo encima como un

pitirre a una tiñosa: óyeme lo que te voy a decir, Tony, óyeme bien, esto no puede

seguir así, ¿me estás oyendo?, no paras en la casa, no le hablas a mis padres, no

quieres llevarme a ningún sitio, ¿qué tú te piensas, chico, que yo me voy a pasar la

vida aquí metida entre estas cuatro paredes y tú por ahí callejeando y sateando de

lo lindo?, pues no, estás equivocado, ¿me oíste?, estás muy equivocado... Y esta es

la primera vez que Tony me da un bofetón. Canalla. Ah. Yo no quiero decírselo a mi

mamá, para que no sufra más por gusto, y porque tengo miedo. Por eso no se lo

digo a nadie, me trago el purgante y lo digiero yo solita con la rabia que me da el

bofetón del desgraciado este. Tony toma mucho ron, se emborracha, me forma un

escándalo por cualquier detallito, y yo tengo miedo. Lo que me da es por ponerme

a leer esas revistas viejas de mi mamá, así me entretengo y me olvido de los malos

ratos. Quién sabe si en esas revistas encuentro alguna ayuda. Las revistas y el

diccionario, mis grandes entretenimientos. Y a ver si puedo comprender lo que me

está pasando, por qué yo y Tony no nos compenetramos como dicen esas revistas

que deberíamos compenetrarnos, todo eso. Yo asombrada, descubriendo un

mundo que desconocía por completo, leyendo revistas y buscando palabras en el

diccionario de mi padre. Algo bueno tenía que tener para mí. Mi padre no tiene

tiempo para nada, nada más que para echarnos descargas, gritar, soltar

palabrotas y joder, porque jode cantidad. Algunas veces mi mamá viene a sentarse

junto a mí en mi cama cuando estoy acostada y se acuerda de cuando yo era una

niña, pero ya no es como antes. A veces me pasa las manos por el pelo y la cabeza,

pero sólo unos segundos. Son más de las once y ese joven no acaba de llegar, me

dice. Deja eso, mami. Ah. La gente ya no cree en nada, sigue diciéndome antes de

irse a acostar, pero no dice que el otro tampoco acaba de llegar, sabe Dios en qué

andará por ahí a estas horas. Hasta yo me he vuelto un poco descreída con las

cosas que veo y que oigo, y por el desengaño que he sufrido, y cuando estoy fuera

de mí mando a Dios al carajo, aunque cuando tengo el agua al cuello vuelvo a

acordarme de él, como hace todo el mundo. Pero él no se acuerda de mí. Me he

aprendido de memoria los signos zodiacales y eso me pone a pensar, porque esas

revistas dicen que yo y Tony deberíamos llevarnos de maravillas y ya ven. Por saber

el porqué sería capaz de ir a ver a una de esas viejas que tiran las cartas, que viven

en pocilgas y están sucias y son más pobres que un náufrago en una isla desierta. Mi

mamá cree en Dios y en la astrología y en el cura de la iglesia, que dice que es

quien la absuelve de todos sus pecados. ¿Qué pecados, mami? Pero ella cambia el

tema y nananina. Yo no voy a la iglesia porque mis compañeros del Pre nunca iban

y me lo decían, mira, Tania, ten cuidado con eso, no te destaques, que aquí hay

alumnos que van a la iglesia y han tenido problemas por eso, así que ni te acerques

a una iglesia, por si acaso, y dice mi mamá que cuidadito con ir, que rece aquí en la

casa, que ella va a la iglesia a rezar por nosotros allí. Yo creo, porque hay que creer

en algo, aunque ya me estoy dando cuenta de que no se puede creer en todo ni

en todo el mundo. Mi mamá, cuando se pone patética, me dice que no se puede

vivir sin llevar a Dios en el corazón. Qué cosa. Pues sí, esas revistas son mi refugio. Sí,

porque después del matrimonio mi mamá casi no se ocupa de mí, y Tony como si no

existiera, y el asma molestándome bastante, que ya ni me acordaba de ella, y mis

hermanos con su jodedera y chocando con Tony cada vez que se cruzan. No, si yo

lo digo: el copón bendito. Y esta soy yo, esta es mi casa, esta es mi familia, esta es

mi situación, y estos son los recuerdos que estoy almacenando para mi futuro, si es

que yo tengo futuro. Mira que he pensado y pensado por qué Tony me da tantos

golpes, porque yo a él no le hago nada. Si casi ni le hablo. Pero él me grita, me

empuja, me zarandea, me pega un galletazo por el gusto de pegármelo. Ay de mí.

Primero mi padre y ahora Tony. ¿Habré nacido yo para que me maltraten, me

humillen, me golpeen? ¿Quién será el próximo? Ah, pero el aguante tiene un límite.

 llega el día en que ya no puedo seguir aguantando: esta vez Tony me ha dado

tantos golpes que estoy aterrorizada de pensar que se me pueda malograr la

criatura y entonces no me queda más remedio que decírselo a mis padres. En el

comedor, mientras estamos almorzando, como Tony nunca almuerza con nosotros,

me bajo el cuello del pulóver y les digo miren, miren las marcas que me ha dejado

ese desgraciado. Y les cuento todo desde que comenzó. Casi no puedo hablar del

nerviosismo, de la rabia, del odio, pero suelto el paquete. Mis padres dejan de

comer, me registran el cuello, los hombros, la espalda, buscando hematomas y

heridas y menos mal que Tony nunca está en la casa de día, porque mi padre lo

mata. ¿Y por qué cojones no me habías dicho nada?, me grita mi padre enfurecido

y colorado como un tomate maduro. Suda, da unos paseítos por el comedor, se

rasca, fuma, casi le da un infarto. Y el resultado de mi confesión va a ser que a los

pocos días mis padres me van a decir que ellos han decidido que yo me divorcie, y

no hay más que hablar, y mi padre va a salir como un caballo de carreras, dando

tumbos y portazos. A mí no me van a preguntar ni hostias, me van a decir eso y ni se

te ocurra abrir la boca, chiquilla tonta, y a las dos o tres semanas ya yo y Tony

estaremos separados y después divorciados, él se irá  para su casa antes del trámite

y yo me quedaré en la mía con mi barrigona, mis ataques de asma, mi desconsuelo

por el fracaso de mi matrimonio, las burlas de mis hermanos, y sin poder hacer nada,

esperando, esperando, esperando... dejando que pase el tiempo...

(continuará)

Augusto Lázaro


@augustodelatorr



http://laenvolvencia.blogspot.com

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