He
descubierto que Tony es sagitario. Lo he descubierto en los papeles que mis
padres
han tenido que tramitar para nuestro matrimonio. Casi no me lo creo:
yo
y Tony casados. Y casados de verdad, con papeles, firmas, testigos, el copón
bendito.
Mis padres están más locos que Jacinto el basurero. Un matrimonio sin
relaciones,
sin noviazgo, sin nada. Pero mi mamá me lo dijo: sí, hija, sí, yo sé todo
eso
que me dices, pero es lo único que podemos hacer para que no te quedes
deshonrada,
y ahora tengo a Tony aquí en la casa, metido en mi cuarto, ja, y
durmiendo
en mi cama, y mi padre cada vez que se cruza conmigo se me queda
mirando
y me dice: ¿eso no es lo que querías? Pues ahí lo tienes. Mi mamá tiene una
colección
de revistas de esas que hablan de los signos, de las parejas, del amor,
de
la salud, de las relaciones en el hogar, de todo, y cuando se pone a conversar
con
las amigas que vienen a visitarla yo me escondo detrás de las cortinas para oír
lo
que hablan. Y hablan de esas cosas que vienen en esas revistas. Yo quietecita,
recogiéndolo
todo, como una esponja. Y cuando mi mamá está durmiendo la siesta
y
mi padre y mis hermanos están fuera, me pongo a registrar las cosas de mi mamá,
sobre
todo esas revistas, que las tiene a montones. Por eso he aprendido todas esas
cosas
de la astrología. Y las cosas que he visto en esas revistas. En ellas descubrí
que
Tony
es sagitario y yo soy cáncer, que yo no sabía nada de eso. Y esas revistas
dicen
que
los sagitarios y los cánceres hacen buena pareja. Díganmelo a mí. Pero en fin,
fuera
por las revistas o por lo que fuera me escapé del legrado que quería mi padre.
Tuve
que buscar esa palabra en el diccionario, porque a mí ni hostias. Claro que mi
mamá
no le dice nada al toro de los signos y esas cosas, porque ese hombre no
cree
ni en la paz de los sepulcros. Siempre le está diciendo a mi mamá que no
coma
tanta mierda con los santos y las oraciones y toda esa porquería que ella
siempre
está barajando, ya tú estás muy vieja y muy cuca para andar creyendo en
que
los muertos salen, así le dice algunas veces y ella se calla y se mete en su
cuarto
murmurando,
algún día te arrepentirás de esas blasfemias, pero lo dice tan bajito
que
mi padre ni se entera. Mi mamá cree en todo, en eso y en todo, y de verdad,
de
corazón, mi padre no ha podido quitárselo. Ella lee esas revistas a escondidas,
por
eso las guarda todas en una caja de cartón enorme debajo de su cama,
porque
si mi padre las descubre las quema toditas y no queda ni la caja. Pero yo
las
leo también, a escondidas también, que no quiero más líos con el toro furioso,
aunque
yo tengo que esconderme de los dos, y así me entero de cosas cuando mi mamá
se
pone a conversar con sus amigas en su cuarto, como aquel día que mi mamá tenía
la
lengua
suelta y le decía a una de esas señoronas que vienen a perder el tiempo con sus
boberías,
que nosotros nos vamos muy pronto y nada más que estamos a la espera de
resolver
los últimos detalles y después el telegrama. Eso fue lo que oí. Y no entendí ni
pitoche.
No sé por qué mi mamá se anda con tanto remandingo con esas revistas, si en
definitivas
aquí siempre se hace lo que quiere mi padre. Que se tiene que casar, pues me
caso,
que el mocoso ese tiene que venir a vivir aquí, pues el mocoso viene, que esta
culicagada
tiene que dejar el Pre por ahora, pues lo dejo, con la barriga no te dejan
entrar
en el Pre, así que despídete. Ahora que estamos casados Tony no es el mismo. Ya
no
es el mismo. Se ha vuelto un purgante. Ya no me pasa las manos por el pelo y la
cabeza
como me las pasaba cuando nos veíamos en el parque de Ferreiro, ya no me
dice
esas cosas bonitas que me decía cuando yo me escapaba de la escuela para ir a
encontrarme
con él, ya no me besa como me besaba cuando estábamos solos en
algún
lugar lleno de matas y allí nos cogía la noche. Nada de eso. Tony se ha
puesto
más seco que una tusa de maíz. Para mí que es porque yo me he puesto
barrigona,
se me han alterado las piernas y se me ven las venas, y parece que el
muy
cabrón se ha aburrido de mí. O a lo mejor es que nunca me quiso para nada.
Para
pasar el rato, como me decía mi mamá. Y como lo obligaron a casarse y a
vivir
aquí no le queda más remedio que estar aquí inscrito en la familia y punto. El
caso
es que no me saca ni al parquecito de Escario. Y yo le caigo encima como un
pitirre
a una tiñosa: óyeme lo que te voy a decir, Tony, óyeme bien, esto no puede
seguir
así, ¿me estás oyendo?, no paras en la casa, no le hablas a mis padres, no
quieres
llevarme a ningún sitio, ¿qué tú te piensas, chico, que yo me voy a pasar la
vida
aquí metida entre estas cuatro paredes y tú por ahí callejeando y sateando de
lo
lindo?, pues no, estás equivocado, ¿me oíste?, estás muy equivocado... Y esta
es
la
primera vez que Tony me da un bofetón. Canalla. Ah. Yo no quiero decírselo a mi
mamá,
para que no sufra más por gusto, y porque tengo miedo. Por eso no se lo
digo
a nadie, me trago el purgante y lo digiero yo solita con la rabia que me da el
bofetón
del desgraciado este. Tony toma mucho ron, se emborracha, me forma un
escándalo
por cualquier detallito, y yo tengo miedo. Lo que me da es por ponerme
a
leer esas revistas viejas de mi mamá, así me entretengo y me olvido de los
malos
ratos.
Quién sabe si en esas revistas encuentro alguna ayuda. Las revistas y el
diccionario,
mis grandes entretenimientos. Y a ver si puedo comprender lo que me
está
pasando, por qué yo y Tony no nos compenetramos como dicen esas revistas
que
deberíamos compenetrarnos, todo eso. Yo asombrada, descubriendo un
mundo
que desconocía por completo, leyendo revistas y buscando palabras en el
diccionario
de mi padre. Algo bueno tenía que tener para mí. Mi padre no tiene
tiempo
para nada, nada más que para echarnos descargas, gritar, soltar
palabrotas
y joder, porque jode cantidad. Algunas veces mi mamá viene a sentarse
junto
a mí en mi cama cuando estoy acostada y se acuerda de cuando yo era una
niña,
pero ya no es como antes. A veces me pasa las manos por el pelo y la cabeza,
pero
sólo unos segundos. Son más de las once y ese joven no acaba de llegar, me
dice.
Deja eso, mami. Ah. La gente ya no cree en nada, sigue diciéndome antes de
irse
a acostar, pero no dice que el otro tampoco acaba de llegar, sabe Dios en qué
andará
por ahí a estas horas. Hasta yo me he vuelto un poco descreída con las
cosas
que veo y que oigo, y por el desengaño que he sufrido, y cuando estoy fuera
de
mí mando a Dios al carajo, aunque cuando tengo el agua al cuello vuelvo a
acordarme
de él, como hace todo el mundo. Pero él no se acuerda de mí. Me he
aprendido
de memoria los signos zodiacales y eso me pone a pensar, porque esas
revistas
dicen que yo y Tony deberíamos llevarnos de maravillas y ya ven. Por saber
el
porqué sería capaz de ir a ver a una de esas viejas que tiran las cartas, que
viven
en
pocilgas y están sucias y son más pobres que un náufrago en una isla desierta.
Mi
mamá
cree en Dios y en la astrología y en el cura de la iglesia, que dice que es
quien
la absuelve de todos sus pecados. ¿Qué pecados, mami? Pero ella cambia el
tema
y nananina. Yo no voy a la iglesia porque mis compañeros del Pre nunca iban
y
me lo decían, mira, Tania, ten cuidado con eso, no te destaques, que aquí hay
alumnos
que van a la iglesia y han tenido problemas por eso, así que ni te acerques
a
una iglesia, por si acaso, y dice mi mamá que cuidadito con ir, que rece aquí
en la
casa,
que ella va a la iglesia a rezar por nosotros allí. Yo creo, porque hay que
creer
en
algo, aunque ya me estoy dando cuenta de que no se puede creer en todo ni
en
todo el mundo. Mi mamá, cuando se pone patética, me dice que no se puede
vivir
sin llevar a Dios en el corazón. Qué cosa. Pues sí, esas revistas son mi
refugio. Sí,
porque
después del matrimonio mi mamá casi no se ocupa de mí, y Tony como si no
existiera,
y el asma molestándome bastante, que ya ni me acordaba de ella, y mis
hermanos
con su jodedera y chocando con Tony cada vez que se cruzan. No, si yo
lo
digo: el copón bendito. Y esta soy yo, esta es mi casa, esta es mi familia,
esta es
mi
situación, y estos son los recuerdos que estoy almacenando para mi futuro, si
es
que
yo tengo futuro. Mira que he pensado y pensado por qué Tony me da tantos
golpes,
porque yo a él no le hago nada. Si casi ni le hablo. Pero él me grita, me
empuja,
me zarandea, me pega un galletazo por el gusto de pegármelo. Ay de mí.
Primero
mi padre y ahora Tony. ¿Habré nacido yo para que me maltraten, me
humillen,
me golpeen? ¿Quién será el próximo? Ah, pero el aguante tiene un límite.
llega el día en que ya no puedo seguir
aguantando: esta vez Tony me ha dado
tantos
golpes que estoy aterrorizada de pensar que se me pueda malograr la
criatura
y entonces no me queda más remedio que decírselo a mis padres. En el
comedor,
mientras estamos almorzando, como Tony nunca almuerza con nosotros,
me
bajo el cuello del pulóver y les digo miren, miren las marcas que me ha dejado
ese
desgraciado. Y les cuento todo desde que comenzó. Casi no puedo hablar del
nerviosismo,
de la rabia, del odio, pero suelto el paquete. Mis padres dejan de
comer,
me registran el cuello, los hombros, la espalda, buscando hematomas y
heridas
y menos mal que Tony nunca está en la casa de día, porque mi padre lo
mata.
¿Y por qué cojones no me habías dicho nada?, me grita mi padre enfurecido
y
colorado como un tomate maduro. Suda, da unos paseítos por el comedor, se
rasca,
fuma, casi le da un infarto. Y el resultado de mi confesión va a ser que a los
pocos
días mis padres me van a decir que ellos han decidido que yo me divorcie, y
no
hay más que hablar, y mi padre va a salir como un caballo de carreras, dando
tumbos
y portazos. A mí no me van a preguntar ni hostias, me van a decir eso y ni se
te
ocurra abrir la boca, chiquilla tonta, y a las dos o tres semanas ya yo y Tony
estaremos
separados y después divorciados, él se irá
para su casa antes del trámite
y
yo me quedaré en la mía con mi barrigona, mis ataques de asma, mi desconsuelo
por
el fracaso de mi matrimonio, las burlas de mis hermanos, y sin poder hacer
nada,
esperando,
esperando, esperando... dejando que pase el tiempo...
(continuará)
Augusto Lázaro
@augustodelatorr
http://laenvolvencia.blogspot.com
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