sábado, 14 de febrero de 2015

ESA MUCHACHA TRISTE QUE SUEÑA CON LA NIEVE 6

Qué tarde es. Este despertador está parado. O roto, qué sé yo. Me duele la cabeza.

Me duele mucho. Me siento como si hubiera estado tres días durmiendo. No me

acuerdo a qué hora me acosté anoche. Y aquí parece que no hay nadie. Anoche

se llevaron a mi mamá para el hospital, de eso sí me acuerdo. Mi padre se fue con

ella, pero no sé dónde están mis hermanos. Aquí no están. Anoche me quedé sola

un rato, hasta que se aparecieron las tías. No me gustan las tías. Nunca se ríen y

tienen las caras embadurnadas de pintura y colorete, parecen espantapájaros. Pues

sí. Anoche llegaron y enseguida se adueñaron de todos los rincones de la casa,

dándome órdenes y registrándolo todo, por eso me metí en mi cuarto y las dejé ahí

paliqueando, que no paran de darle a la singüeso. Me puse a pensar en lo que

estaba sucediendo, pero llegó una de las tías y me obligó a tomarme un vaso de

agua con unas pastillas que no sé de qué rayos serían, y enseguida me dormí. Y no

recuerdo más. Aquí no hay nadie, no. Hay tanto silencio que puede oírse el zumbido

de una mosca volando. ¿Le habrá pasado algo a mi mamá? Dios mìo. Lo único que

me faltaba. Déjame levantarme a ver qué hago... No, no hay ni un alma en esta

puñetera casa. Me han dejado sola, parece que se han olvidado de que yo existo.

A lo mejor Aleida sabe algo, déjame llamarla por el muro a ver... Ah, pero qué tonta

soy, Aleida debe estar ahora en su trabajo, igual que Juan. ¿Por qué me habrán

dejado sola? Ultimamente me dejan sola a cada rato, no se ocupan de mí, así

como estoy, y si me da un dolor o si me pasa cualquier otra cosa, qué bárbaro.

Porque si doy un grito no se entera ni el Diablo, y cuando regresen me encuentran

ahí tirada. Qué barbaridad. Ni un papel ni nada. Se largaron todos y a mí que me

parta un rayo. ¿Qué hora será? Y este radio también está matungo. ¿Qué tendrá mi

mamá? Mi mamá se ha puesto mala últimamente, se ha puesto tristona. Siempre

con sus dolores de cabeza, y hasta su carácter ha cambiado. ¡Ay, cómo me duele

la cabeza!  Tengo una debilidad que me parece que me voy a desmayar. Y tengo

hambre, tengo mucha hambre. Me voy a tomar un vaso de leche con un par de

aspirinas a ver si se me quita este maldito dolor de cabeza. Después ya veré. Si no

hay nada aquí tendré que ir a buscar el pan, eso si encuentro el dinero que tiene mi

mamá para las compras. Ojalá que mi mamá vuelva pronto, porque yo aquí sola,

metida entre estas cuatro paredes, me voy a volver loca. Y luego mis hermanos con

su jodedera. Graciosos que son los muy verracos, que no paran, y mi padre con sus

puyas. Ni un papel ni nada, ¿será posible? Y esta cocina está más pelada que la

carnicería de Juanelo. El hambre que tengo y con esta barrigona, que ahora tengo

que comer para mí y para la criatura. Ah, pero no voy a darle cranque a eso. Leche

y aspirinas y a viaje. Se acabó. Un vaso de leche me caerá bien, supongo, así voy a

entretener al hambre hasta ver si viene alguien y me trae algo. Si no, pues no sé, no

sé bien lo que voy a hacer. Cuando regrese Aleida le pediré algo por el muro. Y a

esperar. A ver qué es lo que hay...

(continuará)

Augusto Lázaro


@augustodelatorr



http://laenvolvencia.blogspot.com

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