Qué
tarde es. Este despertador está parado. O roto, qué sé yo. Me duele la cabeza.
Me
duele mucho. Me siento como si hubiera estado tres días durmiendo. No me
acuerdo
a qué hora me acosté anoche. Y aquí parece que no hay nadie. Anoche
se
llevaron a mi mamá para el hospital, de eso sí me acuerdo. Mi padre se fue con
ella,
pero no sé dónde están mis hermanos. Aquí no están. Anoche me quedé sola
un
rato, hasta que se aparecieron las tías. No me gustan las tías. Nunca se ríen y
tienen
las caras embadurnadas de pintura y colorete, parecen espantapájaros. Pues
sí.
Anoche llegaron y enseguida se adueñaron de todos los rincones de la casa,
dándome
órdenes y registrándolo todo, por eso me metí en mi cuarto y las dejé ahí
paliqueando,
que no paran de darle a la singüeso. Me puse a pensar en lo que
estaba
sucediendo, pero llegó una de las tías y me obligó a tomarme un vaso de
agua
con unas pastillas que no sé de qué rayos serían, y enseguida me dormí. Y no
recuerdo
más. Aquí no hay nadie, no. Hay tanto silencio que puede oírse el zumbido
de
una mosca volando. ¿Le habrá pasado algo a mi mamá? Dios mìo. Lo único que
me
faltaba. Déjame levantarme a ver qué hago... No, no hay ni un alma en esta
puñetera
casa. Me han dejado sola, parece que se han olvidado de que yo existo.
A
lo mejor Aleida sabe algo, déjame llamarla por el muro a ver... Ah, pero qué
tonta
soy,
Aleida debe estar ahora en su trabajo, igual que Juan. ¿Por qué me habrán
dejado
sola? Ultimamente me dejan sola a cada rato, no se ocupan de mí, así
como
estoy, y si me da un dolor o si me pasa cualquier otra cosa, qué bárbaro.
Porque
si doy un grito no se entera ni el Diablo, y cuando regresen me encuentran
ahí
tirada. Qué barbaridad. Ni un papel ni nada. Se largaron todos y a mí que me
parta
un rayo. ¿Qué hora será? Y este radio también está matungo. ¿Qué tendrá mi
mamá?
Mi mamá se ha puesto mala últimamente, se ha puesto tristona. Siempre
con
sus dolores de cabeza, y hasta su carácter ha cambiado. ¡Ay, cómo me duele
la
cabeza! Tengo una debilidad que me
parece que me voy a desmayar. Y tengo
hambre,
tengo mucha hambre. Me voy a tomar un vaso de leche con un par de
aspirinas
a ver si se me quita este maldito dolor de cabeza. Después ya veré. Si no
hay
nada aquí tendré que ir a buscar el pan, eso si encuentro el dinero que tiene
mi
mamá
para las compras. Ojalá que mi mamá vuelva pronto, porque yo aquí sola,
metida
entre estas cuatro paredes, me voy a volver loca. Y luego mis hermanos con
su
jodedera. Graciosos que son los muy verracos, que no paran, y mi padre con sus
puyas.
Ni un papel ni nada, ¿será posible? Y esta cocina está más pelada que la
carnicería
de Juanelo. El hambre que tengo y con esta barrigona, que ahora tengo
que
comer para mí y para la criatura. Ah, pero no voy a darle cranque a eso. Leche
y
aspirinas y a viaje. Se acabó. Un vaso de leche me caerá bien, supongo, así voy
a
entretener
al hambre hasta ver si viene alguien y me trae algo. Si no, pues no sé, no
sé
bien lo que voy a hacer. Cuando regrese Aleida le pediré algo por el muro. Y a
esperar.
A ver qué es lo que hay...
(continuará)
Augusto Lázaro
@augustodelatorr
http://laenvolvencia.blogspot.com
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