Desde
aquel día todo se volvió un recuerdo. Tony cuando me despierta mi mamá
por
las mañanas, Tony cuando voy caminando hacia el Pre sin mirar dónde piso,
Tony
cuando me siento a almorzar con mis padres y hermanos, Tony en la memoria,
en
el pensamiento, en todas las acciones que realizo dentro y fuera de mi casa...
Porque
el muchacho del paquete resulta que se llama Tony. El mismo me lo gritó
la
segunda vez que lo vi, pasó frente a mi casa manejando su camión y se paró un
segundo
porque me vio sentada junto a la ventana que yo tenía abierta por el
calor
que hacía. Tony, Tony, Tony... ¿Seré monga?... Pues desde aquel segundo
día
el
Tony comenzó a darme vueltas. Sabía que yo me ponía a estudiar junto a la
ventana
porque yo sabía que él pasaría por allí y a qué hora y qué día y todo lo
demás.
Me estoy volviendo una guanaja. No sé qué es lo que me pasa, una
cosquillita,
un airecito, un temblor de piernas cuando siento el ruido del camión y
él
saca la mano, me saluda y continúa su camino. A veces se para unos minutos,
sólo
unos minutos, y se queda ahí, mirándome de lejos, sin reírse. Pero un día
sucede,
se
baja del camión, se acerca a la ventana, me dice hola, tú, ¿tienes que estudiar
todos
los días?, y yo me quedo fría, mi boca se paraliza, tiemblo, sólo puedo mover
la
cabeza y decirle que sí, mientras pienso: so verraco, ¿no ves que me siento
aquí
todos los días a esta hora para verte pasar?, ah, pero eso no me sale. ¿Cómo
te
llamas, muñequita? Me derramo del todo, y los dos con palabras tontas y frases
que
parecen sacadas de esos libros idiotas que enseñan a enamorar y todas esas
boberías.
Bueno, hasta mañana, me dice y se va, y yo sigo con mis libretas sin ver
lo
que tienen escrito. Después los días pasan, yo en tensión, y lo veo cuando
cierro
los
ojos y me quedo en éxtasis imaginando, y las cosas que me dice después en la
calle
para que vaya a encontrarme con él en el parque de Ferreiro, cuando salga
del
Pre. Porque Tony es perseverante, me vigila, me sigue, me marea, se me pega
como
una sanguijuela cuando salgo del Pre y empieza a darme muela sin parar,
mira,
niña, no te me pongas pesadita y acaba ya de venir al parque a encontrarte
conmigo
cuando salgas, ya por la tardecita. Anda, vamos, no te hagas la difícil,
y
yo con las manos sudadas, sin poder articular palabra, temblando. Y ahora estoy
aquí
con él, en el parque de Ferreiro. Me convenció. Y me quedé tiesa del susto,
con
la boca abierta, oyéndolo decirme cuanta bobería se le ocurrió decirme. Y aquí
estoy,
ya no tiene remedio. Si mi padre se entera me mata. Tony lo sabía, sabía que
yo
iba a venir, y por eso escogió este lugar que está precisamente entre el Pre y
mi
casa,
guarecido por las matas, porque esto es un bosque, y casi todos los bombillos
están
fundidos, los rompen los estudiantes para desplayarse a su gusto, y si una se
encuera
aquí nadie la ve. Mira que este bicho sabe. Y parecía bobo. Un tiburón es
lo
que es, y yo de mansa, primero en la puerta, saludándolo cuando pasaba en su
camión,
después esperando el camión todos los días, aguantándole el palique,
dejando
las libretas, más adelante conversando con él en la puerta, susurrando,
escondiéndome
de mi mamá que a esa hora siempre estaba acostada y todo eso.
Para
mí que Tony conocía todos los movimientos de mi casa, porque siempre
pasaba
a esa hora, un puñetero reloj. Y ahora mírame aquí sentada con este bicho,
metida
entre estas matas, con este loco azocándome, porque Tony es un loco que
no
las piensa, que las hace y ya, acércate, muñequita, acércate, vamos, cosalinda,
y
quiero irme a casa, pero Tony no me deja, ¿por qué quieres irte?, ¿es que me
tienes
miedo, bobita?, si yo no soy el lobo ni tú eres la Caperucita, tranquilízate y
acércate,
que te voy a enseñar algo que tú no conoces, seguro. Me levanto para
irme,
pero Tony me sujeta por los hombros, y me aprieta, y me sienta en el banco
de
un tirón, so bruto, y yo Tony, ¿qué me vas a hacer?, y él me acaricia el pelo y
la
cabeza,
así como me acariciaba mi mamá cuando yo era una niña, pero distinto,
no
sé cómo explicármelo, ah, lo único que sé es que me gusta esto que me está
haciendo
el Tony este, me gusta mucho, la verdad, que me toque, que me acaricie,
que
me pase las manos por el pelo, por la cabeza, por la cara, como me las está
pasando,
y entonces me paralizo, de miedo y de gusto, y quiero irme y quiero
quedarme,
porque es que me gusta lo que este sinvergüencita me está haciendo,
pero
me he puesto muy nerviosa, creo que él lo nota, el muy bandido, y después la
locura,
me da un beso, el primer beso que me da un muchacho, en la boca nada
menos,
y yo siento como un escalofrío que no sé qué hacer, ay, estoy temblando,
porque
a mí nadie me ha besado nunca así ni me ha apretado así como me está
apretando
Tony ahora, vamos, muchachita loca, reacciona, tienes que irte para tu
casa
antes de que te desgracies, antes de que este tipo te desgracie, que la noche
está
cayendo, sí, ya lo sé que debo irme, pero quiero quedarme, deber y querer,
un
ratico más, porque quiero que Tony me siga besando en la boca, que me siga
acariciando
todo el cuerpo, que me siga apretando muy fuerte, ay, ¿en qué va a
parar
todo esto?, Dios mío, pero qué rico es todo esto... Me quedo sentada, sin
moverme,
esperando, estremecida hasta lo infinito, pero él sigue con su letanía,
sigue
metiéndome la lengua en las orejas, y yo como una palomita arrullada, casi
sin
respirar, desfalleciendo de placer aquí mismo en este parque de Ferreiro, y no
sé
qué
hacer con mis manos, con todo mi cuerpo. no sé nada, pero este cabroncito
sigue
y sigue, coño, sigue, sí, carajo, sí, sigue, Tony, sigue, sigue, no pares,
sigue así...
Después
yo me pongo a pensar y me parece que todo esto ha ocurrido solamente
en
mi imaginación, porque yo siempre me estoy imaginando cosas que se me
confunden
con las cosas que me suceden de verdad y a veces no sé cuáles son las
cosas
que me han sucedido de verdad y cuáles son las que me he imaginado...
(continuará)
Augusto Lázaro
@augustodelatorr
http://laenvolvencia.blogspot.com.es
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