Siento
golpes bruscos en la puerta de la calle. Llaman a mi mamá por su nombre y
su
apellido. Qué extraño. Si fueran las doce de la noche se despertaba el barrio
entero.
Mi mamá se asoma por las cortinas de su cuarto y me dice que eso debe ser
un
telegrama anunciando algún muerto. Después sale. Las dos nos quedamos muy
juntas
en el medio de la sala, como dos sanacas, hasta que vuelven a gritar su
nombre,
ahora más alto, y vuelven a dar golpes en la puerta. Entonces las dos nos
abrazamos
sin saber qué hacer. Pero reacciono, dejo a mi mamá temblando como
un
pajarito empapado por la lluvia, voy hasta la puerta y la abro de un tirón.
Buenos
días.
Es un muchacho que tiene un paquete en las manos. Nos mira y se sonríe como
un
bobo, y eso es lo que me llama la atención en él, esa sonrisa que deja ver unos
dientes
algo amarillosos, pero perfectos, y se los veo casi todos porque el muchacho
se
ríe con toda la boca, que la tiene bastante grande. Me río yo también, pasado
el
susto,
y me quedo parada en la puerta sin responderle los buenos días como mi
mamá
me repite que se debe decir cuando alguien llama o entra, aunque ese
alguien
sea un muchacho con cara de bobo y un paquete en las manos con el que
no
sabe qué va a hacer, pues no hace más que mirarme y reírse. Seguimos así,
contemplándonos
como dos guanajos, durante unos segundos. El no dice nada. Mi
mamá
todavía cree en esas reglas de urbanidad, como les dice, la pobre, se ve que
ella
no está en la calle. La gente anda a lo loco, tropiezan contigo, te empujan, te
dan
un pisotón, te cepillan, te estrujan y ya, como si contigo no fuera. Pero dice
mi
mamá
que ella recibió una educación que hoy no se ve en ningún lugar, sí, hija, sí,
ahora
en la calle no se ve más que salvajismo. Qué exagerada. Vuelvo a reaccionar
y
lo único que se me ocurre es coger el dichoso paquete, colocarlo sobre la
butaca,
y
firmar el recibo con el lapicito mocho que me alcanza el muchacho, que sigue
riéndose
como si yo y mi mamá fuéramos dos payasas de circo de barrio. Y yo debo
tener
algo de tonta, ya que también me río con él y me quedo mirándolo, tiesa
como
una estaca, casi pegada al guanajo. A lo mejor piensa de mí lo mismo que yo
pienso
de él, que soy una guanaja, y por eso no deja de reírse el muy vaina. Al fin
coge
su lapicito mocho y se va, sin despedirse, y yo me quedo en la puerta
mirándolo
montarse en el camión de reparto, hasta que mi mamá reacciona,
vamos,
hija, no te quedes ahí parada, entra y cierra. Por suerte mi padre está en la
calle,
si no, nadie se salvaba de sus palabrotas y del consabido sermón. Por fin mi
mamá
abre el paquete y se lleva las cosas para su cuarto, metiéndose por entre las
cortinas
churrosas, murmurando, que ella se ha asustado por gusto, que estos
jóvenes
de hoy no tienen la menor educación, y Dios nos ampare y esas cosas.
Pobre
mami. Pero yo no la oigo. Yo sigo en la puerta, hasta que el camión dobla la
esquina
varias cuadras abajo y se pierde de vista. Entonces cierro. Y entonces me
doy
cuenta de que por primera vez en mi vida me he fijado en un muchacho como
se
fijan las mujeres en los hombres. Y siento como un airecito que me sube por la
boca
del estómago y me llega al pecho, algo así como un calorcito que después se
siente
más abajo, en el vientre, y que eriza los pelos, esa punzadita que después
sentiriía
tantas veces, cuando ya estuviera convencida de que eso no era otra cosa
que
el deseo que te hace estremecer y que te hace palpitar el corazón como si se
te
quisiera salir. Y entonces veo una escena de amor de esas películas que puedo
ver
cuando mi mamá se queda dormida frente al televisor, y yo soy la mujer de esa
escena
y el muchacho del paquete es el hombre que me atrae, me abraza, me
aprieta,
me besa en la boca, me tira sobre una cama enorme, haciéndome jadear
de
placer, y comienza a desnudarme sin dejar de darme besos y mordidas y
apretones,
y todo se vuelve una penumbra donde no distingo nada, y música,
cortinas
bonitas, jardines con flores, nubes de colores, pero mi mamá comienza a
quejarse
y yo tengo que correr a su cuarto a ver qué le sucede ahora...
(continuará)
Augusto
Lázaro
@augustodelatorr
http://laenvolvencia.blogspot.com
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