La
doctora Morell sonrió, después de escuchar el informe final sobre el trabajo
realizado
por Marnia durante el curso en que prestó servicios en Tele-Turquino. El
informe
elogiaba el trabajo y la actitud de Marnia y agradecía a la Universidad el
haber
asignado a una compañera que "no sólo se adaptó enseguida a este medio
tan
complejo y difícil, sino que por su iniciativa, su esfuerzo y su capacidad,
logró
mejorar
la programación que se ofrecía a los televidentes, así como plantear
sugerencias
que sin dudas aportaron soluciones a problemas candentes que se
confrontaban
en este canal", señalándole solamente que a veces sus salidas que se
calificaban
de tempestuosas, "originaban discusiones que no ayudaban a la
disposición
de aceptación a las orientaciones que llegaban del Instituto Cubano de
Raido
y Televisión, lo que la compañera Brauet seguramente sabría superar"...
--Bien
-la doctora Morell recogió los papeles que tenía en la mesita que habían
designado
para que presidiera la reunión junto al director del canal, y suspiró- yo
creo
que podemos decir que este tiempo que pasó entre ustedes le servirá
de
mucho a Marnia para sus futuros trabajos en la Universidad -y sonrió, mirando a
la
aludida,
que también sonreía desde la primera fila de sillas en una sala al parecer
destinada
a otro tipo de actos.
Al
final, Marnia agradeció la comprensión y la ayuda recibida y dijo que se había
sentido
muy bien entre los que calificó como nuevos y ya permanentes amigos y
compañeros
que había encontrado allí. Recibió un diploma acreditativo de su
trabajo
y una talla en madera preciosa como regalo del colectivo de trabajadores,
varios
de los cuales la despidieron con besos y abrazos, deseándole éxitos y
diciéndole
que la extrañarían, y que no se perdiera de allí, ya que en Tele-Turquino
ella
sabía que tenía para siempre su segundo centro de trabajo.
--Más
bien su segunda casa -señaló Antonio, mirándola muy fijamente.
El
motivito posterior terminó con un brindis y casi al anochecer Marnia abandonó
el
local
con la doctora Morell, y se dirigió a su casa, a sólo varias cuadras de allí.
Cuando
se separó de su jefa, caminó lentamente, pensando que en verdad su
corta
estancia en aquel medio había sido agradable y provechosa. Recordó uno
por
uno los programas donde había trabajado, las gestiones hechas en la calle, los
asesoramientos,
las discusiones, en fin, todo lo que había vivido y experimentado en
Tele-Turquino.
Y casi frente a los ascensores del edificio donde vivía se acordó de
Antonio
y del riesgo corrido con él, todavía latente, y del peligro que ello
conllevaba:
era la segunda vez que le ocurría y ella era de esas mujeres que a
veces
desconocen los riesgos de jugar con el peligro, por excitante que pudiera
resultar.
Reconoció entonces, muy a su pesar, que no podía desprenderse del todo
de
ese dulce olor que tenía el misterio de las cosas prohibidas. Ahora volvería a
la
Universidad,
recomenzaría una vida también muy activa, a la que dedicaría, como
antes
había hecho, todo su esfuerzo, lo mejor de su capacidad, con el mismo amor
que
siempre había sentido por el magisterio... Cuando salió del ascensor y se
encaminó
hacia su apartamento y se encontró frente a la puerta, pensó en Mario y
en
Aimée, y se dijo que a pesar de haberlos olvidado durante el acto de su
despedida
en el canal, le hubiera gustado muchísimo que ambos (sobre todo él)
hubieran
estado allí compartiendo con ella ese momento único de alegría y
nostalgia,
de una nostalgia que a partir de ahora le llegaría a retazos, y pensó cuán
compleja
puede ser la vida, o cuán simple, y qué capaces son los seres humanos de
complicarla
o de simplificarla, de acuerdo con sus actitudes y su comportamiento, y
a
veces, cómo se convierte un granito de arena en una tempestad en el desierto, o
viceversa,
y concluyó en que en eso descansaba la clave de la felicidad del ser
humano,
de esa felicidad que todos, sin excepción, podían alcanzar luchando,
realizándose
en lo mejor de sus valores y apartando las muchas miserias que existían
sobre
la superficie de este bello planeta... La sacó de su sueño irrealizable, pero
hermoso,
el ruido de la puerta que se abrió de pronto...
(continuará)
Augusto Lázaro
@augustodelatorr
http://laenvolvencia.blogspot.com
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