domingo, 13 de abril de 2014

EL AULA SUCIA 18

Neysa no hacia más que hablar de su estancia en Burdeos y en París. En Burdeos

había pasado un curso de especialización técnica por un convenio que existía entre

las dos Universidades, lo que había posibilitado que varios profesores del

Departamento viajaran a Europa, y que desde allá enviaran a varios catedráticos

que sin dudas ayudaron a mejorar la metodología y la práctica de la enseñanza de

la literatura. En París, Neysa había visitado tantos lugares de interés que apenas

recordaba sus nombres cuando se pavoneaba contándole a sus compañeros sus

andanzas y proclamando que "ya me puedo morir, me subí en la torre Eiffel".

--Vino nueva -decía Violeta cuando hablaba con Marnia de ese viaje-, pero la

lengua la trajo igualita.

Neysa tenía fama de soltar lo que pensaba sin preámbulo, y tan directa y

crudamente como se le ocurriera. En la última reunión, discutiendo poblemas

internos del Departamento, había planteado que lo que sucedía allí y en toda la

Universidad era que todo el mundo... y tras esa palabra hizo un  gesto con ambas

manos, como si estuviera tratando de subir por una cerca de alambre. Hubo risas y

miradas severas, estas últimas de Gabriela y Elvira, que presidían la reunión en

nombre del Partido de la Facultad y del Departamento.

--Yo creo que la compañera Neysa exagera... como siempre -dijo Elvira, y la fulminó

con la mirada-. Aquí no todo el mundo está tratando de escalar posiciones o

ventajas, como la compañera ha dado a entender.

--¿Me permite, compañera? -Neysa se preparó para su acostumbrada riposta, pero

Elvira la cortó con un incidental.

--Perdona que te cuarte, Neysa, pero yo creo que eso no lo debemos analizar

ahora. No ahora. Compañeros, vamos a evitar los diálogos, las discusiones inútiles

entre compañeros, ¿eh?

Neysa se quedó callada unos segundos, pero reaccionó y miró a Elvira con cara de

asesina reprimida.

--Mira, Elvira, aquí hay que discutir todo lo que sucede en el Departamento, porque

si no lo hacemos, estamos muy jodidos -y la palabrota provocó risitas, murmullos,

miradas, etc.-, y tú siempre estás planteando que tal cosa no se debe discutir aquí,

que más cuál cosa no se debe analizar ahora. Ven acá, chica, y entonces ¿dónde y

cuándo vamos a discutir estos problemas? ¿En la cafetería?

Gabriela planteó que continuara la discusión, pero le pidió a Neysa que no se

excitara tanto, y queriendo aliviar las tensiones, con una sonrisa estelar, le dijo que el

infarto también le podía dar a las mujeres.

--Bien, de acuerdo entonces -dijo Elvira, resignada.

--¿Y tú qúe dices, Neysa? -preguntó Gabriela.

--Gracias por el consejo, pocuraré seguirlo.

La discusión sobre el asunto se convirtió en una especie de diálogo mínimo en el que

sólo participaron Gabriela, Elvira, Neysa, y al final la dotora Morell, en susurros que

casi nadie entendió, y Oscar, a nombre de la sección sindical, pidió mesura y menos

bulla, que aquello, según su entender, no era un círculo de pioneros esperando una

piñata. Cuando salieron de la reunión, Marnia y Violeta comentaron en el casi

obligado trayecto hacia la cafetería, que "esa Neysa tiene una lengua que hay que

tenerle miedo", "pero dice las cosas que hay que decir", "sí, pero el mejor día le

aplican el plan pijama", "¿el plan pijama?, ¿y eso qué cosa es?", "ven, vamos a ver si

por lo menos hay café y alguna otra minucia, que te voy a poner al día en todo

eso"...

Augusto Lázaro


@augustodelatorr


http://laenvolvencia.blogspot.com

(continuará)

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