Neysa
no hacia más que hablar de su estancia en Burdeos y en París. En Burdeos
había
pasado un curso de especialización técnica por un convenio que existía entre
las
dos Universidades, lo que había posibilitado que varios profesores del
Departamento
viajaran a Europa, y que desde allá enviaran a varios catedráticos
que
sin dudas ayudaron a mejorar la metodología y la práctica de la enseñanza de
la
literatura. En París, Neysa había visitado tantos lugares de interés que apenas
recordaba
sus nombres cuando se pavoneaba contándole a sus compañeros sus
andanzas
y proclamando que "ya me puedo morir, me subí en la torre Eiffel".
--Vino
nueva -decía Violeta cuando hablaba con Marnia de ese viaje-, pero la
lengua
la trajo igualita.
Neysa
tenía fama de soltar lo que pensaba sin preámbulo, y tan directa y
crudamente
como se le ocurriera. En la última reunión, discutiendo poblemas
internos
del Departamento, había planteado que lo que sucedía allí y en toda la
Universidad
era que todo el mundo... y tras esa palabra hizo un gesto con ambas
manos,
como si estuviera tratando de subir por una cerca de alambre. Hubo risas y
miradas
severas, estas últimas de Gabriela y Elvira, que presidían la reunión en
nombre
del Partido de la Facultad y del Departamento.
--Yo
creo que la compañera Neysa exagera... como siempre -dijo Elvira, y la fulminó
con
la mirada-. Aquí no todo el mundo está tratando de escalar posiciones o
ventajas,
como la compañera ha dado a entender.
--¿Me
permite, compañera? -Neysa se preparó para su acostumbrada riposta, pero
Elvira
la cortó con un incidental.
--Perdona
que te cuarte, Neysa, pero yo creo que eso no lo debemos analizar
ahora.
No ahora. Compañeros, vamos a evitar los diálogos, las discusiones inútiles
entre
compañeros, ¿eh?
Neysa
se quedó callada unos segundos, pero reaccionó y miró a Elvira con cara de
asesina
reprimida.
--Mira,
Elvira, aquí hay que discutir todo lo que sucede en el Departamento, porque
si
no lo hacemos, estamos muy jodidos -y la palabrota provocó risitas, murmullos,
miradas,
etc.-, y tú siempre estás planteando que tal cosa no se debe discutir aquí,
que
más cuál cosa no se debe analizar ahora. Ven acá, chica, y entonces ¿dónde y
cuándo
vamos a discutir estos problemas? ¿En la cafetería?
Gabriela
planteó que continuara la discusión, pero le pidió a Neysa que no se
excitara
tanto, y queriendo aliviar las tensiones, con una sonrisa estelar, le dijo que
el
infarto
también le podía dar a las mujeres.
--Bien,
de acuerdo entonces -dijo Elvira, resignada.
--¿Y
tú qúe dices, Neysa? -preguntó Gabriela.
--Gracias
por el consejo, pocuraré seguirlo.
La
discusión sobre el asunto se convirtió en una especie de diálogo mínimo en el
que
sólo
participaron Gabriela, Elvira, Neysa, y al final la dotora Morell, en susurros
que
casi
nadie entendió, y Oscar, a nombre de la sección sindical, pidió mesura y menos
bulla,
que aquello, según su entender, no era un círculo de pioneros esperando una
piñata.
Cuando salieron de la reunión, Marnia y Violeta comentaron en el casi
obligado
trayecto hacia la cafetería, que "esa Neysa tiene una lengua que hay que
tenerle
miedo", "pero dice las cosas que hay que decir", "sí, pero
el mejor día le
aplican
el plan pijama", "¿el plan pijama?, ¿y eso qué cosa es?",
"ven, vamos a ver si
por
lo menos hay café y alguna otra minucia, que te voy a poner al día en todo
eso"...
Augusto Lázaro
@augustodelatorr
http://laenvolvencia.blogspot.com
(continuará)
No hay comentarios:
Publicar un comentario