domingo, 23 de marzo de 2014

EL AULA SUCIA 15


--Comenzamos la reunión, compañeros, por favor.

Ernesto abrió el fail y leyó el orden del día. Pidió a los asistentes que opinaran.

Nadie alzó la mano. Violeta y Marnia susurraban mientras Ernesto leía un mamotreto

del MES. "¿Así que te fue bien en Sancti Spiritus?". "Pues sí, muchacha, mejor de lo

que suponía. Nos hospedamos en Los Claveles, un motelito muy rico que está junto a

una laguna, con piscina, cabaret, música indirecta, de todo. ¿Tú no has estado allí?".

"No, nunca, la única vez que he salido de aquí fue a Bayamo, pero allí nos metieron

en un albergue de Educación que parecía una posada". "Pues yo lo pasé bien, la

verdad que no puedo quejarme". "¿Y tu marido qué?". "Ay, mija, Mario es así, me

echa una descarga, pero al final se tranza". "Pues el mío es..."

--Marnia y Violeta, que tienen una microasamblea allá atrás, a ver si se ponen para

la cosa, que esto es largo.

Ernesto las miró unos segundos, ambas se callaron, y siguió la reunión. Marnia abrió su

portafolios y sacó una carpeta en la que se agrupaban todos los modelos, revisando

los que se discutírían en la reunión. Algunos serían renovados, otros se

suprimirían, aparecerían varios nuevos orientados por el MES, "el MES parece que

nada más que se ocupa de enviar modelos", dijo Marnia, muy bajito, pero Ernesto

alzó la vista y la miró, haciéndole un gesto de regaño. "Estoy indisciplinada, sí, tiene

razón, después hablamos, Viole", y atendió a la explicación. Los modelos desfilaron

en carretilla: el P-O, donde se hacía constar, semana tras semana, la cantidad de

horas que se dedicarían a seminarios, clases prácticas, evaluaciones, conferencias,

durante el semestre ("lo que debe hacer cada miembro del Departamento"), el P-1,

donde se ordenaban los temas que se impartirían por orden de impartición -y aquí

Marnia pensó ¡qué palabrita!-, divididos en semanas ("lo que hace cada profesor"),

el P-4, una especie de sábana que se entregaba a profesores y alumnos, donde se

informaba sobre la planificación definitiva de horarios de las asignaturas y toda la

organización sobre cuándo tocaban las evaluaciones, los seminarios, las

conferencias, etc., partiendo de los anteriores documentos ("lo que debe hacer el

vice-decanato"), el PROGRAMA, documento en el que se seleccionaban los

contenidos a impartir en un año de cualquier carrera según necesidades ("lo que se

supone que hace el jefe de cada disciplina, pero que casi siempre lo hace el propio

profesor"), el Plan ABC, documento rector que llegaba desde la Universidad de La

Habana y no del MES, como si esa Universidad fuera la madre, entre otras cosas

mandona, de todas las demás del país, y... pero Violeta se puso el dedo índice en

los labios y Marnia tuvo que volver al modelaje y a la reunión, donde se indicaban

los contenidos generales que debían impartirse para que se adecuaran o

especificaran en cada centro en los programas, y por último, el Plan Bibliográfico,

que debía elaborar el profesor,, para informar la bibliografía, activa y pasiva, que

necesitaba su asignatura, para asignársela a los estudiantes. Esto, claro estaba, si

existía esa bibliografía, pues La Habana hacía sus planes contando con su biblioteca

nacional -que tenía de todo-, sus fuentes de reserva capitalinas, otras biblios de la

capital, y en fin, que no podía de ningún modo compararse con Santiago, donde

apenas existía una fuente paupérrima y muy deteriorada que no ofrecía chance

para seleccionar, por ejemplo, La montaña mágica y decirle a los alumnos: vayan a

buscar un ejemplar de esa obra, porque a lo peor no existía ni siquiera uno solo en la

sala de Literatura.

--¿Alguna duda? ¿Preguntas? ¿Sugerencias?

Sólo risas. Ernesto caía bien porque siempre mostraba el lado bueno -aunque no lo

tuvieran- de las cosas y siempre sonreía, aunque hablara de un velorio. Violeta y

Marnia, que eran las más nuevas del Departamento, no tenían dudas, no tenían

preguntas, pero Marnia tenía quejas y tenía sugerencias. Se arriesgó y alzó la mano.

--A ver, Marnia.

--Ernesto, yo sólamente quería plantear que nosotros aquí deberíamos proponer

nuestras propias obras a estudiar, teniendo en cuenta la bibliografía que está a

nuestro alcance, y no guiarnos mecánicamente por esa relación que nos manda La

Habana.

Silencio absoluto. Hasta ese momento, en la Universidad se había acatado esa

especie de rectoría tácita e implícita de la capital, pero Marnia pensó que no habría

sido por acuerdo de sus compañeros, sino por lo que era la razón poderosa y común

en el Departamento, quizás en toda la Universidad: aceptar sin discutir lo que venía

"de arriba".

--Bien. ¿Alguien quiere decir algo sobre lo que ha planteado Marnia?

Ernesto estaba serio. Pocas veces lo estaba. Elvira levantó la mano.

--Yo pienso, compañeros, que en esta reunión no debemos tocar ese aspecto, ya

que aquí estamos analizando el modelaje que debemos llevar en este curso...

además -Elvira miró a Marnia, muy seria-, si la compañera Brauet tiene esa opinión,

yo propongo discutirla en una reunión ordinaria del Departamento, pero no aquí, no

ahora.

Marnia miró de refilón a Violeta, como diciéndole "facultosa la Secretaria, ¿no

crees?, como siempre, tratando de ganar tiempo para prepararse", pero Violeta le

hizo un guiño y como nadie más abrió la boca, Ernesto aprovechó para dar por

terminado el asunto y pasar a la reflexión que cada cierto tiempo se hacía del

dichoso modelaje. A las tres horas y media la reunión agotó sus posibilidades,

quedando las cosas como estaban al principio: continuaban tales modelos sin

cambios, se suprimían otros tales por sugerencia de La Habana, se creaban nuevos

por lo mismo, y colorín colorado. Adita se acercó a Marnia a la salida y le dijo que

tuviera cuidado con Elvira, "esa no es jamón, yo la conozco bien, acuérdate que las

dos estamos en el mismo núcleo del Partido", y le recomendó que no se lanzara a

arreglar el mundo, porque correría el mismo camino que los anteriores que quisieron

arreglarlo allí, "porque no vayas a creerte que tú eres la primera que plantea eso de

la rectoría de la capital".

--¿Y qué destino corrienron esos anteriores que tú dices?

--Mira... -Adita hizo una mueca- te invito a la cafetería, después del almuerzo, ya

hablaremos de eso -Marnia miró a Violeta-... claro, las invito a las dos, por supuesto.

Las tres se dirigieron hacia el comedor.

Augusto Lázaro


@augustodelatorr


(continuará)

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