Menos mal que
el ómnibus salió a su hora, porque ya Mario estaba al borde del
escándalo,
tengo que ver de qué manera le quito el café y el cigarro, lo están
afectando y él
no se da cuenta, cada día más nervioso y cada vez que le planteo
algo de la
Universidad me echa una descarga, es verdad que últimamente no me
dejan tiempo ni
para dar mis clases con tantas reuniones y tantos controles, tantas
tareas
paradocentes, como las llama Violeta, quién me iba a decir que en la
Universidad el
papeleo estuviera por encima de las propias clases, y ni hablar de la
política, que
eso es lo primero y parece que es la principal función del magisterio y
no la de
impartir clases a alumnos, luego yo digo algo, ni siquiera una crítica o una
protesta, no,
algo, una palabra, una expresión, una frase, y enseguida me caen,
Gabriela por un
lado y Elvira por otro, las dos Secretarias del Partido, una arriba y
otra abajo,
hasta por subir una ceja más alta que la otra ya le están encontrando
cinco patas al
gato, qué barbaridad, si es hasta ridículo, no sé cómo pueden vivir
con tanta
desconfianza, y este Oscar que echa más humo que una chimenea, y
aquí con el
aire, el frío, el humo, me voy a tullir y a asfixiar, ya me lo decía Mario,
búscate una
careta antigás si quieres llegar sana, pobre Mario, solo en la casa con
Aimée, pero qué
carajo, cuando él se va de viaje a veces pasa cuatro o cinco días
fuera y yo con la niña, la casa, la Universidad,
las colas, y total, lo mío son dos días
nada más, vamos
a ver cómo los paso, dice Oscar que este es mi bautizo, que esto
no es nada, que
a lo mejor me embullo y yo misma pido que me envíen otra vez, ¡
cómo no! y fuma
que te fuma, no sé por qué no prohíben que se fume en estos
viajes
encerrados, de verdad que cualquiera se asfixia, y luego el olor a tabaco se le
pega a una en
la ropa, se lo digo a Mario a cada rato, a él se le huele, y eso que no
fuma tanto como
Oscar, dígame usted, por mucho cepillo que se dé le queda algo,
ah, y estoy
segura de que si fuera yo la de la fumadera otro gallo cantaría, hubiera
tenido que
dejar el vicio, aquí no hay igualdad ni un carajo, en nada, pero mucho
menos entre el
hombre y la mujer, bueno, déjame no empezar a atormentarme,
que siempre me
lo estoy prometiendo y siempre caigo en lo mismo, y no sé lo que
me espera en
Sancti Spiritus, así que trataré de dormir un poco aquí, que me dijo
Oscar que esta
guagua sólo para en las capitales provinciales, o sea, en Bayamo,
en Las Tunas,
en Camagüey y en Ciego de Avila, después directo hasta nuestro
destino
incierto, caramba, ya estoy pensando en dónde nos hospedaremos, dice
Oscar que la
otra vez él la pasó requetebién, la comida buenísima y el motelito que
les tocó ni
hablar, en las afueras, con piscina y todo, y yo no traje trusa, bueno, no sé
cómo Mario no
puso más reparos y más sabiendo lo faldero que es Oscar, pero no,
Mario no me lo
dice por orgullo, pero estoy segura de que lo piensa, que Oscar se
me puede
lanzar, dígame usted, si este hombre supiera lo que estoy elucubrando,
bueno, yo no lo
he visto en saterías con ninguna profe del Departamento, con
otras sí, de
vez en cuando, y con alumnas, con ésas sobre todo, que un día entré en
el aula de al
lado que a esa hora estaba más sola que Matusalén, y lo sorprendí con
una alumna de
Tercero, ellos dos solitos y atortolados, ya cayendo la tarde, a
oscuras, y se
pusieron a revisar un texto enseguida que me sintieron entrar, qué
graciosos, no
los vi en nada, pero a la legua se veía que estaban en algo, claro, no
se iban a
quitar la ropa allí mismo, y dice Violeta, que tiene una lengua que ya
quisiera la
AIN, que Oscar se echó al pico a esa alumna, que es más puta que una
gallina de
corral doméstico, se le tira encima y le enseña las tetas descaradamente,
hay que tener
sangre de chinche para contenerse, pero de todos modos él es un
profesor y ella
una alumna, por muy puta que sea, deberían aguantarse los dos, o
por lo menos
irse al kilómetro diez, y en los talleres literarios se ha pasado por la
piedra a unas
cuantas poetisas, de esas que tienen las caras nostálgicas como si
estuvieran
padeciendo el suplicio de Werther, y su sufrimiento se les quita en la cama
a los cinco
minutos, ajajá, ahí viene el conductor a recoger los pasajes, ya era hora,
a ver si
después apagan la luz, que tengo que intentar dormir un poco, voy a echar
atrás el
respaldar del asiento para estar más cómoda, ojalá que éste se duerma
pronto, es como
único deja de fumar, esta guagua está fría como carajo, voy a
recostarme, y a
esperar a ver qué nos depara esa antigua villa patrimonio que se
llama Sancti
Spiritus...
Augusto
Lázaro
@augustodelatorr
(continuará)
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