sábado, 15 de marzo de 2014

EL AULA SUCIA 14


Menos mal que el ómnibus salió a su hora, porque ya Mario estaba al borde del

escándalo, tengo que ver de qué manera le quito el café y el cigarro, lo están

afectando y él no se da cuenta, cada día más nervioso y cada vez que le planteo

algo de la Universidad me echa una descarga, es verdad que últimamente no me

dejan tiempo ni para dar mis clases con tantas reuniones y tantos controles, tantas

tareas paradocentes, como las llama Violeta, quién me iba a decir que en la

Universidad el papeleo estuviera por encima de las propias clases, y ni hablar de la

política, que eso es lo primero y parece que es la principal función del magisterio y

no la de impartir clases a alumnos, luego yo digo algo, ni siquiera una crítica o una

protesta, no, algo, una palabra, una expresión, una frase, y enseguida me caen,

Gabriela por un lado y Elvira por otro, las dos Secretarias del Partido, una arriba y

otra abajo, hasta por subir una ceja más alta que la otra ya le están encontrando

cinco patas al gato, qué barbaridad, si es hasta ridículo, no sé cómo pueden vivir

con tanta desconfianza, y este Oscar que echa más humo que una chimenea, y

aquí con el aire, el frío, el humo, me voy a tullir y a asfixiar, ya me lo decía Mario,

búscate una careta antigás si quieres llegar sana, pobre Mario, solo en la casa con

Aimée, pero qué carajo, cuando él se va de viaje a veces pasa cuatro o cinco días

fuera  y yo con la niña, la casa, la Universidad, las colas, y total, lo mío son dos días

nada más, vamos a ver cómo los paso, dice Oscar que este es mi bautizo, que esto

no es nada, que a lo mejor me embullo y yo misma pido que me envíen otra vez, ¡

cómo no! y fuma que te fuma, no sé por qué no prohíben que se fume en estos

viajes encerrados, de verdad que cualquiera se asfixia, y luego el olor a tabaco se le

pega a una en la ropa, se lo digo a Mario a cada rato, a él se le huele, y eso que no

fuma tanto como Oscar, dígame usted, por mucho cepillo que se dé le queda algo,

ah, y estoy segura de que si fuera yo la de la fumadera otro gallo cantaría, hubiera

tenido que dejar el vicio, aquí no hay igualdad ni un carajo, en nada, pero mucho

menos entre el hombre y la mujer, bueno, déjame no empezar a atormentarme,

que siempre me lo estoy prometiendo y siempre caigo en lo mismo, y no sé lo que

me espera en Sancti Spiritus, así que trataré de dormir un poco aquí, que me dijo

Oscar que esta guagua sólo para en las capitales provinciales, o sea, en Bayamo,

en Las Tunas, en Camagüey y en Ciego de Avila, después directo hasta nuestro

destino incierto, caramba, ya estoy pensando en dónde nos hospedaremos, dice

Oscar que la otra vez él la pasó requetebién, la comida buenísima y el motelito que

les tocó ni hablar, en las afueras, con piscina y todo, y yo no traje trusa, bueno, no sé

cómo Mario no puso más reparos y más sabiendo lo faldero que es Oscar, pero no,

Mario no me lo dice por orgullo, pero estoy segura de que lo piensa, que Oscar se

me puede lanzar, dígame usted, si este hombre supiera lo que estoy elucubrando,

bueno, yo no lo he visto en saterías con ninguna profe del Departamento, con

otras sí, de vez en cuando, y con alumnas, con ésas sobre todo, que un día entré en

el aula de al lado que a esa hora estaba más sola que Matusalén, y lo sorprendí con

una alumna de Tercero, ellos dos solitos y atortolados, ya cayendo la tarde, a

oscuras, y se pusieron a revisar un texto enseguida que me sintieron entrar, qué

graciosos, no los vi en nada, pero a la legua se veía que estaban en algo, claro, no

se iban a quitar la ropa allí mismo, y dice Violeta, que tiene una lengua que ya

quisiera la AIN, que Oscar se echó al pico a esa alumna, que es más puta que una

gallina de corral doméstico, se le tira encima y le enseña las tetas descaradamente,

hay que tener sangre de chinche para contenerse, pero de todos modos él es un

profesor y ella una alumna, por muy puta que sea, deberían aguantarse los dos, o

por lo menos irse al kilómetro diez, y en los talleres literarios se ha pasado por la

piedra a unas cuantas poetisas, de esas que tienen las caras nostálgicas como si

estuvieran padeciendo el suplicio de Werther, y su sufrimiento se les quita en la cama

a los cinco minutos, ajajá, ahí viene el conductor a recoger los pasajes, ya era hora,

a ver si después apagan la luz, que tengo que intentar dormir un poco, voy a echar

atrás el respaldar del asiento para estar más cómoda, ojalá que éste se duerma

pronto, es como único deja de fumar, esta guagua está fría como carajo, voy a

recostarme, y a esperar a ver qué nos depara esa antigua villa patrimonio que se

llama Sancti Spiritus...

Augusto Lázaro


@augustodelatorr


(continuará)

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