viernes
4 de junio
Rosita
sacó una planilla de la gaveta central de su buró y se la entregó al
solicitante,
explicándole
detalladamente todos los pormenores de ese documento. El joven
tomó
la planilla y la leyó con cautela mientras se rascaba la cabeza. Después
procedió
a llenar los espacios en blanco. Cuando terminó se la entregó a Rosita.
Entre
ambos se cruzaron dos espléndidas sonrisas de verano. "Vuelva la semana
que
viene,
compañero", le dijo Rosita, y guardó la planilla en un fail.
sábado
5 de junio
Rosita
revisó el fail donde había guardado la planilla, pero como los sábados ella
trabaja
sólamente hasta las doce, se dijo: "el lunes le meto mano a todo
esto", y
guardó
el fail en otra gaveta del buró.
lunes
7 de junio
Rosita
pasó un fin de semana de mucha agitación (los niños majaderos, la plancha
que
se descompuso, la limpieza general de la casa, la playa que tenía mucho
oleaje,
el arroz con pollo improvisado porque la tia Eulalia se quedó a almorzar con
su
sobrino, la televisión que no podía faltar) y llegó al trabajo muy cansada, y
ya se
sabe
que el cansancio es el padrino del olvido. Por eso Rosita, tan cansada como
estaba
la pobre, se olvidó de darle entrada a la planilla y elevarla a su jefe
inmediato.
martes
8 de junio
Las
tareas que el lunes le encomendaron a Rosita (más de diez asuntos de diversa
índole)
ocuparon todo el tiempo que tenía la muchacha el martes y como era de
esperar,
sus ocho horas de trabajo no le alcanzaron para revisar el fail donde estaba
guardada
la planilla desde el viernes último.
miécoles
9 de junio
El
joven de la planilla volvió por la mañana. Después de mostrar su carné de
identidad
actualizado, firmar un modelito de color en la recepción, recibir un pase
para
ver a Rosita, esperar su turno disciplinadamente en la antesala y sudar su
porquito,
logró llegar frente al buró donde escribía la eficiente secretaria. Al verlo
frente
a ella, Rosita pensó: "esta cara yo la he visto antes" y enseguida
que el joven
le
expuso el motivo de su presencia en tan acogedor lugar, Rosita reaccionó y le
dijo,
muy amablemente: "ah, sí, ya me acuerdo, cómo no. Mire, venga dentro de
tres
días. Su asunto se está tramitando. Es que... ¿sabe lo que pasa? Que tenemos
exceso
de trabajo y faltan algunos empleados, ¿comprende?" El joven se molestó
un
poquito, pero ante la esplendorosa sonrisa de la secre, no tuvo más remedio que
marcharse,
sonriéndose también.
jueves
10 de junio
"De
hoy no pasa la cosa", se prometió Rosita cuando entró en su oficina bien
temprano.
Y cumpliendo su promesa le dio entrada a la planilla y la elevó a su
jefe
inmediato, compañero Laffita. "¡Qué peso me he quitado de encima!",
pensó
la
muchacha. Laffita revisó la planilla durante una hora y diez minutos (estaba
atendiendo
a un visitante y hablando por teléfono al unísono) y después de
convencerse
de que no le faltaba ningún dato se la pasó a su secretaria, quien
rápidamente
le estampó un precioso cuño color malva a la planilla, anotó sus
pormenores
en un libro viejo, y se la devolvió a Laffita. Laffita firmó encima del
cuño
y una vez más revisó la planilla, pero como ya eran más de las cinco decidió
tramitarla
al día siguiente.
viernes
11 de junio
Laffita
fue citado con carácter urgente para una reunión y dejó la planilla encima
del
buró. La planilla recibía ahora por lo menos el aire leve de un ventilador de
tres
velocidades
que le llegaba desde un rincón de la oficina de Laffita y que a éste
con
la prisa de la reunión se le había quedado encendido.
sábado
12 de junio
Cerca
de las once y media entró Laffita en su oficina, pues a esa hora había salido
de
una asamblea de servicios (celebrada en horas laborables porque estaba
atrasada
y la sección sindical temía incumplir al plan de reuniones) y como era
sábado
se dedicó, en la media hora que le quedaba de trabajo, a preparar los
asuntos
que quedaban pendientes para el lunes, y a todos los metió en un bonito
fail
azul marino, incluyendo, por supuesto, entre ellos, a la planilla postergada, y
dejó
el
fail encima del buró. A las doce menos cinco Lafita encendió un Popular.
"Estas
asambleas
lo dejan a uno echando chispas", razonó.
lunes
14 de junio
Lo
primero que hizo Laffita al entrar en su oficina a las nueve de la mañana fue
revisar
el fail azul marino donde había colocado el sábado los asuntos pendientes.
Cuando
sus ojos tropezaron con la planilla, sin perder un segundo, como era su
característica,
Laffita la tramitó (es decir: la registró en su control propio de
solicitudes
con un número de orden), la pasó a su secretaria y continuó ocupándose
de
los demás asuntos. La secretaria miró la planilla con benevolencia, pero como
los
lunes son días de mucho ajetreo decidió elevarla al Departamento de Control
de
Documentos al día siguiente, en el piso superior. "Total, de todos modos,
hoy
lunes
no van a hacer nada con ella", se dijo la joven.
martes
15 de junio
Durante
todo el día Laffita y su secretaria participaron en un activo de planificación
del
tiempo de trabajo. Ambos regresaron a la oficina ya cayendo la tarde y a esa
hora
es cosa de muchachos chiquitos entregar un documento al Departamento de
Control.
"Y yo sé que para ti perder el tiempo es casi un crimen", le dijo
Laffita a su
secre
y la invitó a tomar café en La Isabelica.
miércoles
16 de junio
El
joven de la planilla pasó por la oficina por tercera vez y después del
consabido
proceso
de carné, modelito, turno, pase y sudor, se paró frente a Rosita, muy serio.
"¡Compañera!",
dijo el joven sin decir buenos días. Rosita lo miró, se restregó
los
ojos para convencerse de que era él en realidad, y le dijo: "Su asunto ya
está
casi
resuelto, sólo le faltan unos detallitos. Mire, vuelva el viernes, ¿eh?".
Esta vez el
joven
se retiró sin sonreírse, aunque eso sí, decentemente. Ese mismo día Laffita
tuvo
que asistir a un encuentro de protección e higiene y su secretaria se cogió la
tarde
para darse una vuelta por las tiendas de ropa. Como en toda la tarde
ninguno
de los dos se apareció por la oficina, las malas lenguas, que siempre las
hay,
hicieron algunos comentarios.
jueves
17 de junio
La
secretaria de Laffita se encontró por la mañana en La Casa del Té con un joven
que
hacía tiempo que la estaba enamorando. Muy emocionada, la muchacha
regresó
a la oficina y se puso a pensar y a suspirar a discreción y recordó, una por
una,
todas las cosas lindas que el joven le había susurrado en ese feliz encuentro.
Eso
le impidió, naturalmente, acordarse de la planilla durante todo el resto de su
tiempo
laboral.
viernes
18 de junio
Cuando
el joven de la planilla se plantó frente al buró donde debía estar Rosita
le
informaron que ésta se encontraba de merienda, que por favor se sentara a
esperar.
El joven se sentó, haciendo muecas y moviendo las piernas. Al cabo de
cuarenta
minutos Rosita entró radiante, se acercó al buró, le sonrió discretamente
y
se arregló el nuevo peinado que había estrenado esa mañana. Registró unos
papeles
que tenía sobre el buró y al no encontrar en ellos nada que se pareciera
a
la planilla hizo una mueca de disgusto que le quedó divinamente. "Esta
niña
podría
presentarse en el Cabildo Teatral", pensó un señor mayor que la estaba
obsevando
por encima de sus espejuelos. El joven, al enterarse del destino tan
incierto
de su querida planilla, se alteró un poquito, dijo que hasta cuándo, que
esa
era la cuarta vez que venía, y tres o cuatro cosas más no muy gratas a los
tiernos
oídos de Rosita, pero se marchó después sin mayores consecuencias.
sábado
19 de junio
Laffita
subió personalmente la planilla (se había enterado de las protestas del
joven
por referencias telefónicas de Rosita a su secre) al Departamento de Control
de
Documentos y consiguió, con su perseverancia conocida, que se la tramitaran
ipso
facto, para llevársela, él mismo también, a la secretaria del sub director
interno,
la despampanante Nancy María. ""Así aprovecho para echarle una ojeada
de
cuerpo presente y preguntarle cuándo va a salir conmigo", caviló. Después
de
decirle
a Laffita que en esos días no podía salir con él porque tenía exámenes en la
Facultad,
la despampanante Nancy María le hizo un rápido guiño, se sonrió muy
prolongadamente,
movió la cabeza de izquierda a derecha haciendo que su pelo
largo
le cayera en la frente, y archivó la planilla cuidadosamente entre los docus
que
tenía que entregarle a su jefe tan pronto regresara de su viaje a La Habana.
lunes
21 de junio
El
sub-director interno llamó por teléfono para anunciar que mañana llegaría en el
segundo
vuelo, que lo fueran a recoger al aeropuerto. A pesar de ser lunes el día
transcurrió
muy tranquilo.
martes
22 de junio
Con
el alboroto de la llegada de su jefe y con los cuentos que éste hacía de su
estancia
en La Habana, la despampanante Nancy María se olvidó de la planilla y
de
los documentos. "Mucho calor, pero la comida estuvo de primera. Mira lo
que te
traje",
le dijo el hombre a la muchacha, entregándole un par de areticos que eran
un
primor.
miércoles
23 de junio
La
planilla se pasó el día entero metida en otro fail (esta vez blanco marfil),
porque
el
sub-director interno estuvo cuatro horas despachando con dos auditores. Sin
embargo,
mejoró, pues el aire acondicionado se podía decir que era aceptable.
jueves
24 de junio
"Estos
auditores son una salación", le dijo el sub a la despampanante Nancy
María,
después
de despedirlos en el aeropuerto obsequiándoles, a nombre de la empresa,
con
sendos bocaditos de jamón prensado y sendas cervecitas que se podían
saborear
por lo frías que milagrosamente estaban. Como se sentía muy cansado, el
sub
dejó la revisión de documentos para el día siguiente.
viernes
25 de junio
El
sub-director interno le colocó otro cuño a la planilla, la inicialó y se la
entregó a la
despampanante
Nancy María para que le diera camino lo más rápido posible. La
despampanante
Nancy María tomó la planilla, le imprimió el cuño de entrada de la
sub-dirección,
le hizo una señal en el extremo derecho y la puso en la cajuela con
otros
diez y nueve documentos que le pasaría, al día siguiente, al director general.
sábado
26 de junio
El
joven de la planilla regresó a la oficina después de haber pensado que lo mejor
era
no ir y cuando Rosita le dio excusas por la demora de su asunto se olvidó de la
sonrisa,
de la decencia, del calor que estaba haciendo, y se destapó a rajar de
todo
el mundo, comenzando por la propia muchacha, por lo que tuvieron que
ayudarlo
a salir de la oficina dos empleados que trataron de calmarlo con mucha
condescendencia.
"La verdad que este joven coge mucha lucha", dijo en alta voz
Rosita,
y se sentó otra vez sin sonreírse.
lunes
28 de junio
Cuando
el director revisó la planilla le encontró tres faltas de ortografía, una de
prosodia,
varias incorrecciones de segundo orden y manchas de bolígrafo, por lo
que
llamó a la despampanante Nancy María -sin mediación de su secretaria al
igual
que Laffita- y le entregó la planilla para que la remitiera al Departamento de
Control
de Documentos, diciéndole en alta voz que tenían que arreglarla, que
ella
sabía muy bien que a él le gustaban las cosas bien hechas, etc., y en voz baja,
a
ella solita, que cuándo iba a salir con él. La despampanante Nancy María le
dijo
que
en esos días no podía salir con él porque estaba cuidando a una tía enferma
por
las noches, y le hizo un guiño, sonrió muy prolongadamente, movió la cabeza
de
izquierda a derecha, haciendo que su pelo largo le cayera en la frente, y se
llevó
la planilla, presurosa.
martes
29 de junio
La
despampanante Nancy María llamó a Remberto, el mensajero, y le dio la planilla
rogándole
que la llevara al Departamento de Control de Documentos. Se miró en
el
espejito de mano -Remberto no le preguntó cuándo iba a salir con él-, arregló
su
cerquillo,
suspiró, y se quedó un largo rato mirando lo bien que le habían pintado las
uñas
en la peluquería Vogue.
miércoles
30 de junio
Remberto
el mensajero regresó con la planilla arreglada en su totalidad y se la dio a
la
despampanante Nancy María, que le agradeció su gestión con una de sus
sonrisas
estelares y ademas le regaló un caramelo que sacó de su cartera. Cuando
se
fue Remberto, la joven colocó la planilla en un aparte, en su mesa. "No
estoy
ahora
para eso", pensó, y se puso a revisar un cancionero con el súper tope.
jueves
1 de julio
Mientras
la planilla disfrutaba del aire acondicionado súper especial consola Hitachi
en
la oficina del director general, éste se encontraba de recorrido por un
municipio
de
cuyo nombre no podía acordarse Leonor, su secretaria. "Ni idea de dónde
estará
el
hombre, porque salió de aquí como un volador de a peso", le dijo a alguien
que
preguntó
por teléfono dónde estaba el jefe.
viernes
2 de julio
El
director general se sentó en su buró con unos atestados que había traído del
municipio
visitado el día anterior y se pasó todo el día revisándolos. Su secretaria
terminó
por calcular que "algo anda mal, porque éste nunca está tanto tiempo
revisando
documentos".
sábado
3 de julio
Leonor
recibió una llamada de la recepción y sin colgar se acercó al jefe: "Por
casualidad
-le dijo muy bajito- ¿usted ya revisó la planilla que..." pero el hombre
le
hizo una señal que quería decir deja eso para el lunes, así que Leonor tomó el
auricular
y dijo que trataran de inventar alguna excusa, que el jefe etaba en otra
cosa,
que Natilla Jiménez. Antes de colgar, Leonor alcanzó a oír un ruido fuerte
y
seco, pero no le dio importancia.
lunes
5 de julio
El
director general se quedó boquiabierto al mirar la planilla. "¡Pero...
cómo!",
exclamó
en alta voz. "Ven acá, Leo". La secretaria se acercó y su jefe
continuó
hablando,
sin levantar la vista. "Leo, esta planilla tiene treinta días de vencido,
mira.
Hoy estamos a cinco de julio y fue llenada el cuatro de junio. Está lista,
ya
no sirve. ¡Ah, cará!", y se la entregó para que la remitiera a recepción y
le
informaran
al solicitante que tenía que llenar una nueva planilla y comenzar
los
trámites de nuevo, organizadamente, tal y como estaba establecido...
Augusto Lázaro
www.facebook.com/augusto.delatorrecasas
No hay comentarios:
Publicar un comentario