Pero
antes de llegar a la puerta de mi casa tú y yo caminamos sin cansarnos, como
si
las calles fueran nuestras sólamente, y no hablamos, como si cada uno de
nosotros
estuviera
adivinando lo que piensa el otro, y fumamos, lanzando bocanadas hacia
adelante,
para ver cómo el aire las trae a nuestras caras, entonces sentimos ese
airecito
frío de la madrugada y eso es muy agradable, y nos detenemos sólo para
besarnos
cuando nadie pasa cerca, para después continuar caminando así, muy
despacio,
como si quisiéramos que no se nos terminara este ratico de andar por
estas
calles solitarias, hasta que por fin llegamos a la puerta de mi casa, no quiero
que
tú entres esta noche, quiero prolongar todo esto que recién comienza, que no
sé
en qué va a parar, pero que no me importa en qué pueda parar, porque me
gusta
cómo ha comenzado, y deseo que estas sensaciones vayan llegando poco a
poco
a mí, que esto no se eche a perder por el apresuramiento, porque cuando
hay
entrega rápida hay olvido rápido, el hombre se aburre de lo que tan poco le
costó
ganar, y esta vez no me va a suceder, no quiero que me suceda contigo, alzo
la
vista y te digo mira, allí en el murito hay un gato que me está mirando
fijamente,
sus
ojos brillan en la oscuridad, un gato, ¿ves?, nada menos que un gato, los pelos
se
me
erizan, me estremezco, ¿qué te pasa?, me preguntas, y te digo que algún día te
contaré
la historia, me abrazo a ti para que me protejas, y tal vez por eso me tomas
por
los hombros, me recuestas a la puerta cerrada de mi casa, me aprietas con
furia,
y apenas logramos murmurar varias palabras entre beso y beso, no quiero
que
entres hoy a mi casa y no voy a hablarte de eso, te pones impaciente, dices dos
o
tres palabras que apenas escucho, me miras a los ojos excitado, me zarandeas,
la
noche ha refrescado mucho, casi siento frío, ahorita me pongo a temblar aquí
mismo,
y me besas, me besas, me besas...
(continuará)
Augusto
Lázaro
www.facebook.com/augusto.delatorrecasas
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