Escena
1
(Entra
el Narrador y se queda en un extremo, observando cómo tratan de destrabar el
telón)
NARRADOR:
(Al público) Aquí entre nosotros, la culpa la tiene Manolito. Siempre se enreda
con las sogas. (Se sienta en un quicio del proscenio) Ya se lo tengo dicho a
Amides, que este muchacho no sirve para tarugo. (El telón se destraba de golpe
y se descorre totalmente. Los tarugos se caen) ¡Al fin! (Se levanta) Bueno, ya
que estoy aquí, les voy a decir que eso que ustedes ven ahí, si es que pueden
ver algo, ya que todo está oscuro, es una sala amplísima, tipo inglesa, porque
el drama se desarrolla en Inglaterra. (Se mueve, lo mira todo, sigue en lo
suyo) Nadie en la plataforma. (Pausa) No sale ningún personaje, no se oye
ninguna voz, ningún sonido, no se ve ninguna luz. Nada por todas partes, como
dijo mi amigo Gerónimo Pomares en el estreno de Magia roja, de Michel de
Ghelderode, ¿la vieron? Sí, es el mismo autor de Escorial. ¡Qué público
más culto! (Mira alternativamente escenario y público) ¿Saben lo que dice el
dire? Dice que es posible que ustedes se queden en babia, pero yo creo que es
más posible que se queden dormidos, que sería aprovechar mejor el tiempo... (Se
oye una musiquita de suspenso) Por eso los dejo, porque ya por ahí, cerquitica,
se acerca la acción. ¿No la ven? (Sale)
VOZ:
(Bajito) ¡Uuuuu!
(Por
una escalera que está en un extremo entra una sombra oscura que se desplaza muy
lentamente. El Narrador se asoma y le habla al público)
NARRADOR:
Aunque ustedes no lo crean, eso es un ser humano. Sí señor. Aunque esté vestido
de negro, y lleve una vela encendida en una bandeja de plata rústica en la mano
izquierda, y un bastón de caoba legítima en la derecha, y se mande una cara
dificilísima, que ahora no se le ve porque está oscuro, pero que ya verán en su
momento. (Cada detalle que enumera el Narrador debe ser iluminado por un golpe
de luz imitando una foto fija) Déjenme decirles que también usa espejuelos
oscuros modelo Cámara de los Comunes, bombín largo forrado de gamuza, y bufanda
de lana escocesa. Y fíjense cómo camina, como si estuviera parado, parece un
mímico. ¡Ah!, y la calma que se gasta. Pero eso es teatro, puro teatro, porque
el tipo está más nervioso que un cerdo a mediados de diciembre. Y no es para
menos: él sabe lo que le espera, leyó el guion. Y yo también, pero no les voy a
decir nada, que para eso no pagaron las entradas, qué carajo. Así que... (Golpe
musical) ¡Que viva el suspenso! (Pausa) Bueno, ¿ya saben quién es? (Al tiempo
que el Narrador dice sus parlamentos la figura va moviéndose, caminando,
atisbando, etc., como si estuviera ella sola en escena) Pero claro, hombre,
adivinaron: es nuestro héroe, el Mayordomo en persona, que entra en acción.
(Pausa) Baja la escalera, camina un poquito hacia adelante, otro poquito hacia
atrás, mira a todas partes, da tres vueltas a la izquierda y otras tres a la
derecha, como si estuviera bailando aquello de... (Se escucha la canción,
"uno, dos y tres, / qué paso más chévere...", etc. El Narrador y el
Mayordomo conguean un poco, hasta que sienten otra vez la voz y la escena se
paraliza. Posición anterior)
VOZ:
(Menos bajito) ¡Uuuuuuuuuu! (El Narrador corre a esconderse, asomando la
cabeza. El Mayordomo levanta la ídem)
MAYORDOMO:
(Con voz de bajo grave de teatro lírico) ¿Quién anda ahí?
VOZ:
(Mucho menos bajito) ¡Uuuuuuuuuuuuuuu!
MAYORDOMO:
(Asustado) ¡Oooooh!
NARRADOR:
(Entrando) Atención, amables televidentes: mírenlo ahora cómo se acerca al
extremo de la sala, observen cómo se pega, el muy vaina, a una cortina que hay
en ese lugar desde que comenzó la obra, vean cómo de allí mismo sale una mano
umbría empuñando una sevillana tipo Chicago 39, que le atraviesa la espalda y
el pecho al Mayordomo, el pobre, infeliz y efímero como un suspiro de amor
imposible... (El Mayordomo ejecuta las acciones al tiempo que las va enumerando
el Narrador) Y... ¡cataplún! (El Mayordomo cae al suelo) Como ven, la vela se
apaga, el bastón se parte en dos, los espejuelos se rompen, el bombín se
aplasta, la bufanda se desenrolla, se le sale la dentadura postiza, y
lamentablemente, para que ustedes no puedan ver nada de lo que está sucediendo
y se queden en la luna de Valencia, la luz, que ya de por sí era escasa, se
convierte en ninguna, porque ahora, señoras y señores, se produce el primer
apagón oficial de la puesta. (Oscuridad total) Y así termina, amables
televidentes, con brillantez y originalidad, el primer movimiento de esta sinfonía
irrepetible. (Si el público no aplaude delirantemente, poner una grabación de
aplausos enlatados fuertes tipo concentración pública, a ver si así se
entusiasma el respetable)
Augusto Lázaro
@augustodelatorr
(continuará)
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