domingo, 20 de mayo de 2018

POEMA 7

LA MUCHACHA DE LOS OJOS DE MIEL

Aquel hombre cargaba demasiado peso
sobre sus espaldas
(sobre sus endurecidas y añejas espaldas)
y se había rendido a la evidencia
de que al final del túnel no había ninguna luz
sino un camino árido que anegaba el terreno
húmedo y tan lúgubre como un réquiem de Haëndel...
Pero de pronto ella se incrustó en su vida
casi de zopetón,
y él descubrió en sus ojos una nueva ternura,
una mirada candorosa quizás melancólica
que lo llenaba de deseos de vivir
y de otra vez confiar,
y en aquella muchacha donde convergían
picardía y candor arcoirizados
por una nobleza carente de imposturas
que le brindaba su cariño sin pedirle
ni una pizca de reciprocidad,
él encontró una brisa rejuvenecedora
que lo animó a recuperar sus viejas ilusiones,
a mirar con optimismo el entorno vital
que había obviado desde hacía ya mil años-luz,
porque en esa muchacha de mirada dulcísima,
de trato tan limpio como el cáliz sagrado
y de una exquisita sensibildiad capaz
de conmoverlo,
él asumió, mirándose en sus ojos
demasiado jóvenes quizás,
que era cierto, que la vida podía
ser hermosa, muy hermosa todavía...

Augusto Lázaro

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