¿Qué
me queda ahora? Recuerdos. Sólo recuerdos. Mayra muerta, Miguelito no se
sabe
dónde, Marina y su familia en Miami, según me informó Charito, que se quedó
aquí
porque se casó con un militar y está tratando de conquistarlo para que se vaya
con
ella. El amor es milagroso. Mis padres esperando el papeleo para la salida de
Bertica,
que al fin el hijo de puta de su padre firmó la autorización, que por cierto
nadie
sabe dónde está metido ese granuja y yo creo que se fue clandestino y por
eso
autorizó la salida de la hija para encontrarse con ella allá, y si es así eso
quiere
decir
que cuando yo esté allá me va a hacer la vida imposible otra vez con el
asunto
de la niña. Nancy logró con su filosofía de aplasta y subirás que la nombraran
jefa
del Departamento de Pagaduría y ahora yo soy su subalterna, qué cosa.
Xiomara
y las demás compañeras de la escuela con sus diplomas gestionando a ver
dónde
pueden colocarse. Bertica eufórica desde que se enteró de que se va para
el
Norte a encontrarse, cree ella porque Aurelia se lo dijo, con su cabrón padre,
y
no
sabe que eso será si yo quiero. Aurelia tristona porque piensa que ya dentro de
poco
yo y Bertica no estaremos aquí. Aleida y Juan con su vida apacible y tan
monótona
que no sé cómo la soportan. Y para colmo, Basilio de viaje por Europa
por
un tiempo dudoso, según me confesó en la despedida, y va y a lo mejor se
queda,
porque también está obstinado de esta mierda, como todos, y como la
mujer
firmó el divorcio, y sus padres ya están a punto de liquidar, no digo yo si se
lo
pensará
una sola vez, porque ellos quieren, los pobres, irse a morir a España según
me
dijo que le dijeron, y el viejo ahora con sus problemas y su cantaleta puede
que
lo
convenza para que se quede y de allá los reclame, aunque eso no me lo trago ni
aunque
me lo pinte de rosado. Y eso es todo. ¿Qué me queda? Ah. Pues eso, los
recuerdos,
que aunque intento que sean los mejores no hay manera de espantar
todo
lo malo que me ha sucedido desde que nací. Dice una canción que recordar
es
volver a vivir el tiempo que se fue, habría que añadirle y volver a sufrir,
porque los
recuerdos
son como los sueños, cuando te llegan es como si tú vivieras otra vez lo
que
te sucedió. Y yo sola, siempre sola cuando salgo del trabajo, que ahora Nancy
no
me acompaña ni a tomarnos un café, porque siempre está ocupada con su
cargo
de jefa y se queda después de las cinco. Yo recordando, ahogándome física
y
mentalmente, ay, con los implacables
ataques de asma y de nostalgia que no me
dan
tregua, eso es lo que me queda. Y esperar a ver qué me decido a hacer, si irme
o
quedarme, que ya no sé qué sería lo mejor. Y tengo miedo, tengo mucho miedo, lo
mismo
de irme que de quedarme, y eso es lo peor que se puede sentir, porque el
miedo
no te deja razonar y una persona con miedo no es capaz de tomar una
buena
decisión. Mientras, recuerdos y esperas, pensamientos y soledad, es como si
yo
estuviera viendo una película y todas las escenas pasaran velozmente ante mis
ojos
y en mis ojos se reflejara todo lo que me ha sucedido desde que nací, pero más
detenidamente
lo que me ha sucedido en los últimos años que han marcado mi
vida
hasta el límite de la desesperación. Lo demás es apenas una imagen rápida
que
pasa sin dar tiempo a captarla en su totalidad...
(continuará)
Augusto
Lázaro
www.facebook.com/augusto.delatorrecasas
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