Cuando
salimos de la consulta no pude contenerme y se lo dije, creo que te conocí
demasiado
tarde, pero Basilio se quedó en silencio hasta que entramos en mi casa.
En
aquellos días, a pesar de que me sentía muy cansada y muy débil, él me recogía
casi
todas las noches al terminar la escuela, y nos íbamos a disfrutar de la noche y
a
veces
de la madrugada. Eran tiempos malos para mí, el asma se estaba cebando
conmigo,
reduciéndome a la mínima silueta y obligándome a desechar la ropa que
más
me gustaba que no pude arreglar. Se acercaba la salida de Marina y los suyos,
me
lo informó Charito un sábado que fue a mi casa a despedirse: mi mamá está
mejor,
pero tiene los nervios hechos mierda, me dijo. Esteban ya había salido de la
cárcel
y ellos pensaban presentar una protesta en el Norte por haberlos retenido
demasiado
tiempo aquí. Le di la dirección de mis padres a ver si podían ponerse en
contacto
con ellos en Miami. Bertica me ayudaba en la casa, ya con sus nueve
años
entendía las cosas a veces mejor que yo misma. Tony también había salido de
la
cárcel y Aurelia me dijo que pensaba irse y que después nos reclamaría a mí y a
Bertica,
como si yo le hubiera dado algún motivo para pensar que volvería con él,
ni
mucho menos que podría quedarse con la niña allá en el Norte. Estaba de atar.
Sin
embargo, en las postales que me enviaba mi mamá ya ni siquiera mencionaba
mi
salida. Parece que se había resignado a que el Tony nunca dejaría salir a
Bertica
hasta
su mayoría de edad en que pudiera decidir por sí sola. Nunca volví a saber de
Manolito,
que tendría ahora la edad de Bertica, y cuando me acordaba de él me
estremecía,
pensando, sin poder evitarlo, que quizás estaría muerto, como Mayra, y
como
tantos otros con los que había perdido el contacto, dentro o fuera de Cuba.
La
escuela terminaba por fin y yo me graduaría antes del verano después de veinte
sacrificios
y cuarenta malas noches en las que me costaba mucho trabajo lograr
que
Basilio comprendiera que tenía que dejarme estudiar, pues no podía perder un
solo
curso. Su mujer enfermó de repente y casi se le muere en los brazos y según me
confesó
en un pronto de sinceridad él estuvo junto a ella todo el tiempo, llorando y
rogándole
a Dios que no se la llevara, pues él la quería, no como mujer sino como
persona,
por lo buena que siempre me decía que era. Tremenda situación. Mi
madurez,
que tenía que llegar algún día, me hacía comprenderlo y ya no le caía
con
la pejiguera de su situación civil. Yo quería que se divorciara, claro, pero no
quería
perderlo presionándolo demasiado con la misma cantaleta. Una noche me
hizo
toda la historia de su vida, la que no me había contado hasta entonces: hijo
de
un español que había perdido todas sus propiedades con la Revolución y una
cubana
ama de casa, no le dejaron ni los clavos, me dijo. Su padre no se fue de
Cuba
porque creyó que esto no podía durar mucho, y espera que te espera, confía
que
te confía, pasaron los años y después de tanto tiempo con el socialismo a
cuestas,
que parece que no hay Dios que pueda destronarlo, papá se fue poniendo
viejo
y achacoso, se enfermó de rabia y de dolor, y en esas condiciones mamá no
quiso
irse. Yo me casé, tuve hijos, mi mujer también se enfermó, de los nervios, y ya
tú
conoces el resto de la historia. Esa es mi situación. Yo, claro que no iba a
largarme
de aquí a vivir la dulce vida dejando a mis viejos jodidos, ¿te das cuenta?
Porque
la familia es la familia, y a la familia no hay nada que pueda sustituirla.
Esos
viajes
que yo he dado han sido por asuntos de trabajo. Cuando regresé del primero,
como
regresé, las autoridades confiaron en mí y me han autorizado otros, así por
lo
menos ayudo a mi familia con las cosas que traigo de fuera, ¿comprendes? Y
descartado
que voy a tirarme al mar en una lancha, como esos amigos tuyos, que
mira
lo que les costó la huida, comida de tiburones y a sufrir y llorar... Se detuvo
para
echarse
un buche y encender un pito. Pero entonces... tú no eres... no eres... ah, ya,
tú
no eres un revolucionario como aparentas. Ay, muchachita. Tienes que aprender
muchas
cosas todavía. Sí, sí, ya lo creo que tengo. Pues sí, se ve que pasas por la
calle,
pero la calle no entra en ti. No, te lo digo porque te veo que estás en buena
posición
y hasta tienes automóvil, y bastante bueno, que eso aquí es un lujo de los
pinchos
o de los mafiosos de altura, y viajes al extranjero y todo eso, y seguro que en
tu
casa hay de todo y todo bueno, de fuera. ¿Me equivoco? Se echó a reír y se
quedó
callado. Se quería hacer el chivo loco conmigo y lo puse al rojo vivo, mira,
déjate
de jugar a la gallina ciega, Basilio, que tú sabes que esa actitud me saca de
quicio.
Bueno, ya, no hay que exagerar, que no soy el único, no, cuántos hay por
encima
de mí. Y son revolucionarios. Son comunistas. No jeringues, que aquí los
comunistas
son nones y no llegan a tres. Si, pero tú vives muy bien y hay millones que
viven
muy mal en este país. Mira, déjame explicarte, sí, es verdad que yo no puedo
quejarme,
lo que pasa es que, déjame explicarte. Bueno, como yo no he podido
irme
del país con mi familia, ya hace mucho tiempo que decidí que tenía que,
vamos,
que tenía que cogerle la vuelta al socialismo. ¿Y cuál es esa vuelta? Pues,
el
sociolismo, el sociolismo es la solución más certera y eficaz para sobrellevar
este
socialismo,
y esto no es un juego de palabras, ¿comprendes? No, no comprendo.
Me
lo imaginaba. Pues, ya comprenderás algún día, acuérdate que te llevo unos
añitos
de experiencia. Pues ahora óyeme tú, Basilio: no quiero comprenderlo algún
día,
quiero comprenderlo ahora mismo, así que explícame qué es eso del sociolismo
y
toda esa matraca. Cálmate, gatita, cálmate, no te alteres, que todo llega a su
hora...
mira, aquí el que no está con esto, pero no se puede ir, tiene que aparentar
que
está con esto, ¿comprendes? Sigue explicándome, que tampoco soy tan
burra.
Pues eso, que la cosa es aparentar, decir que sí, aunque después hagas no,
levantar
la mano en las reuniones, aprobar todo lo que digan los mayimbes, dar
un
paso al frente siempre, con la boca, y ya tú sabes, así quedas bien y no tienes
problemas.
Sí, eso me ha dicho Nancy, mi compañera de la oficina, pero ella hace
lo
mismo que tú dices y no tiene automóvil ni viaja al extranjero ni vive en una
buena
casa ni se viste como Sissy. ¿Por qué tú
sí y ella no si los dos hacen lo mismo?
Mira,
mi querer, esto es complicado, pero sigo: la cosa es quedar bien ante los
dirigentes
y ante la masa, esa es la clave. Verás... es que no todos son tocados por
la
varita de la suerte, ¿sabes? No es que yo sea Supermán, es que me tocó a mí y
no
a esa amiga tuya. Claro, ni esa Nancy ni yo ni miles como yo han sido tocados.
Y
tú sí y cuatro gatos más como tú y ya. Qué bonito. Pues no me tranzo, tiene que
haber
algo más que tú no quieres decirme, así que ahora es el momento, vamos,
desembucha.
Pero mi amor, ya te lo he dicho, cálmate, no te oculto nada, ¿por
qué
no me crees? Mira ahora mismo, con esa
euforia que hay con esa consigna
explosiva
de EL PUEBLO CHILENO APLASTARA EL FASCISMO, etc., cuando pase un
tiempo
todo el mundo se olvida, pero ahora tú tienes que salir a la calle a gritar
la
consigna como todos, a apoyar las orientaciones del Partido, a dar vivas a
Allende,
hasta que las aguas cojan su nivel, y el Partido, la Administración, el
sindicato,
todos los que mandan dirán coño, Tania respondió, Tania desfiló, Tania
gritó,
y Tania será bien vista por esos que cortan el bacalao. Y así vives tu vida,
sin
buscarte
problemas, y sobre todo, y esto es lo más importante, haciendo que
trabajas
y que estás con esto, aparentando, sí, siempre aparentando, ¿me copias?
Sí,
te copio, ya veo que aquí hay que quitarse la poca vergüenza que le queda a
uno
para progresar, sólo que tú no me has dicho qué hay que hacer para progresar,
porque
una cosa es aparentar y quedar bien y otra muy distinta es tener el nivel de
vida
que tú tienes, ¿me copias tú a mí? Y Basilio me hablaba como nunca lo había
hecho,
detallándome los tejes y los manejes que él había tenido que hacer para
subir,
para tener todo lo que tenía, para viajar un par de veces cada año y regresar
forrado
de dólares y de cosas para su familia. Me puso al día en cuestiones que yo
desconocía,
porque yo nunca participaba en ninguna actividad que me relacionara
con
la política y en ese aspecto era una analfabeta. Aprendí de un tirón mucho
más
que lo que había aprendido en muchos años anteriores a pesar de las
enseñanzas
de Marina, de Mayra, de Miguelito, de Nancy. ¿Cómo es posible que tú
hayas
estado en babia tanto tiempo? Como si hubieras vivido en una isla desierta
sin
periódicos ni radio ni televisión ni calles llenas de gente que lucha y está en
el
bisne
para sobrevivir. Me has sorprendido. Porque en este país todo se relaciona con
la
política y para salir adelante tú tienes que pasar por encima de otros, hacer
campañitas,
sembrar cizañas de vez en cuando, irle al jefe con algún chisme gordo
sobre
alguien que puede quitarte un puesto mejor remunerado, poner malo el
centro,
dividir para vencer, congraciarte con el Partido, demostrar, claro que de
mentirillas,
que tú no eres como Asunción, una arrastrada, una chismosa, una
hipócrita,
etc., que tú sí desayunas Revolución, almuerzas Revolución y cenas
Revolución,
y como vamos, dentro de poco tendremos que llenar una planilla
para
hacer el amor y entregársela al comité para que lleve el control de los
palos
que echa cada cual con su pareja, así
que hay que adaptarse al medio o
perecer,
y Basilio se reía a carcajadas, pero es que yo no tengo la labia que tú
tienes,
queridito, cómo voy a subir si no tengo cara para decirle al Económico que
no
pude ir a trabajar tal día porque tenía un ataque de asma, imagínate, y pensar
que
todo eso me lo dijo Basilio después de un encuentro sexual interrumpido por mi
tos
y mis reducidas fuerzas que lo echaron a perder. Pero él siguió, tú no puedes
aislarte,
estás anotada, fichada, controlada, no puedes moverte sin que el Partido
se
entere. No tienes otra opción, o te vas o haces lo que hace todo el que se
queja.
¿Nadar
contra corriente cuando el río está revuelto? ¿Para que te estanques
limpiando
pisos para siempre? ¡Para que te entierren en vida? ¿Para que te manden
para
el reclusorio del Caney? No, mi vida, tienes que integrarte, aparentemente, y
por
trasmano hacer lo que te salga, pero
siempre aparentando, que eso es lo que
cuenta
aquí. Me fui poniendo al día en la política, suavicé mis descargas por el
problema
de su mujercita, que al final a mí no me importaba tanto ya, porque Basilio
pasaba
conmigo más tiempo del que yo podía dedicarle, y así seguimos viviendo
nuestro
idilio cuando podíamos, pero mi salud se hacía cada día más molesta. El
especialista
amigo de Basilio sólo me recomendó planes de vida y no esforzarme
mucho,
no excitarme, qué cosa, no llevar esa vida que llevaba de tanto quehacer,
y
nada de polvo en mi casa y mucho menos fumar, o sea, que casi me condena a
vegetar
renunciando a todos los placeres para poder
vivir sin placer, pero yo firme
en
la escuela y firme en la oficina, no podía dejar ninguna de las dos, tenía que
graduarme
y a eso no iba a renunciar por nada. Bertica, que ya iba sola a la casa,
se
me aparecía de vez en cuando, siempre a pedirme algo que yo no podía darle
o
a coger calle con alguien, que yo no podía impedir, mami, voy al cine con
Rosita
y su prima, mami, mi abuela me va a llevar al parque de diversiones el
domingo,
mami, mi papá y yo vamos a una tienda de extranjeros a comprarme una
pitusa
Lee, pero nunca me decía mami, quiero ir contigo a tal lugar, quiero hacer
esto
contigo, quiero pasarme todo el fin de semana aquí en tu casa. Eso no. Con
otras
personas sí, con su madre no. Pero yo de ningún modo podía encargarme de
ella,
porque el tiempo no me alcanzaba ni siquiera para descansar y dormir en paz
mis
ocho horas. Cuando apretó el invierno me puse muy mal, no tenía tiempo ni
ánimo
para salir con Basilio y nuestra relación fue convirtiéndose en una especie de
amistad
erótica que muy pocas veces se podía desahogar sexualmente. Basilio no
me
atosigaba demasiado, pero yo comprendía que él sentía deseos y se frustraba
cada
vez que yo no podía complacerlo. Una noche se desplayó en mi casa, mira,
mi
amor, tú sabes que yo sólo tengo una mujer y esa eres tú, ninguna otra me va a
quitar
los deseos y sabes que no soy hombre de irse de putas, nunca, si tengo que
pagarle
a una de esas pelandrujas para que se la deje meter prefiero hacerme una
paja
en solitario si tú no puedes hacérmela, y se acabó, así que comprende mi
situación.
Cuando rebasé una crisis violenta que me tuvo en cama varios días,
después
de varias sesiones con la consabida aminofilina y el imprescindible aerosol,
decidimos
pasar un fin de semana fuera de Santiago. Los preparativos, la excitación
del
viaje, las cosas de Bertica, me embullaron bastante y en algo mejoró mi estado
de
salud. Pedí un día en el trabajo, viernes por la tarde y sábado por la mañana,
por
asuntos
propios, convencí a Salvador, y como Basilio no tenía problemas, porque era
un
buen cabrón y se las sabía todas, el mismo viernes al anochecer arrancamos
para
un centro turístico que él consiguió, que está en Las Tunas y se llama El
Cornito,
prometiéndole
yo que al regreso me trataría con el especialista amigo suyo y me
pondría
de verdad para la cosa. Una lucecita en medio de la oscuridad...
(continuará)
Augusto
Lázaro
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