COMO LA LLUVIA
QUE REFRESCA Y CALMA...
Ya yo estaba
cansado de ser piedra,
vaga idea,
ausencia, erial.
Ya yo estaba al
borde de buscar la nada
como única
puerta de escape
a tanto
desamparo.
Ya yo estaba
convencido del encuentro imposible...
y apareciste tú,
sin previo aviso,
como la lluvia
que refresca y calma,
aquella tarde de
ningún presagio que no fuera
mi rutina
lúcida.
Apareciste tú y
en esos ojos tan de todos
a quienes
regalas el placer de contemplarlos
vi un amanecer
lleno de copos
de la nieve
eventual, tan blanca como hermosa,
y golpeaste mi
tiempo rescatándolo
de toda abulia
posible y absurda.
Y a partir de
entonces
cuando me
amenaza la congoja del atardecer
me acuerdo de
tus ojos que destilan amor y ternura
y de tu sonrisa
que se abre ante el mundo
como una
alfombra persa...
y me pregunto,
¡ay!, cómo pude vivir hasta hoy
sin conocerte...
Augusto Lázaro