ESTE DOMINGO MI CITA ES CON LA PATRIA,
decía una valla colocada en la acera
del patio del círculo infantil. El
hombre hizo una mueca, recordando que todavía
le faltaba la hamaca para completar su
aditamento y poder declararse miliciano
cumplidor cuarenta aniversario del
ejército rebelde. "Seguro que el domingo van a
chequear eso". Su unidad estaba
comprometida a declararse lista para la defensa
en la tercera etapa y saludar el día del
miliciano con la totalidad de sus
combatientes debidamente avituallados.
Al pasar por el estanquillo compró el diario
local, que ahora salía una vez a la
semana. En la primera plana de las cuatro que
tenía podía leerse en letras de enormes
caracteres: DOMINGO: DIA DE LA DEFENSA.
Hojeó el periódico, lo dobló, y siguió
caminando hasta su casa, a media cuadra,
frente al círculo. Repasó todas las
cosas que había conseguido y que había comprado
para completar su atuendo. En su casa no
había nadie. Al entrar, recogió un papelito
que alguien había echado por debajo de
la puerta. Escrito a lápiz, en letra de imprenta
grande, el papelito decía: compañero,
te recordamos que el domingo tenemos defensa.
No faltes. Entró al dormitorio, colocó el diario y el papelito encima
de la cómoda, se miró
en el espejo, y se dijo que necesitaba
un baño. Sacudió la cabeza y contrajo la nariz.
Quitándose la ropa, recordó que el primer
domingo de ese mes había dedicado casi
toda la mañana a recoger papeles y
basuras y a limpiar las yerbitas en el círculo. junto a
algunas tías y a otros vecinos de la
cuadra, que se organizaron para cumplir la tarea # 17
del plan de trabajo del trimestre de su
comité de defensa. Encendió el radio y escuchó el
final de una canción de moda que
repetían cada treinta minutos, por un cantante
extranjero que parecía tener un gato arañándole la
garganta. Inmediatamente
que finalizó la canción el locutor lo
hizo reaccionar: todos el domingo a la defensa
para alcanzar la condición de listos en
la tercera etapa, no faltes a esta cita con la
patria.
Apagó el radio. Recordó que el segundo domingo, o sea, el anterior, había
ido con sus compañeros de trabajo a una
granja hortícola cercana a la ciudad,
donde se pasaron la mitad de la mañana
esperando que apareciera algún jefe de
lote o algún responsable que les
indicara lo que debían hacer y cómo y dónde. "Y ahora
este tercer domingo la defensa. “¡Manda
pinga!". Entró en el baño. "Menos mal que
todavía me queda el último". Volvió a mirarse en el espejo, encima del
lavabo, y
se pasó los dedos por las mejillas.
"También tengo que afeitarme". No había agua en
la ducha y comenzó a echarse jarritos
sobre el cuerpo, de un cubo que su mujer
siempre tenía lleno por si acaso. Se
enjabonó con una astilla y pensó que ella y el
niño gastaban demasiado jabón, y que la
cuota de la bodega tenía ya cuatro
meses de atraso. Miró la mitad de otro
jabón colocado en la jabonera
de la ducha, aunque éste era de lavar, y
lo tomó en sus manos, pero volvió a
colocarlo donde estaba. "Estos casi
no hacen espuma, y la picazón que dan es del
carajo". Terminó de bañarse y al
acercarse al espejo y buscar en el interior del
botiquín descubrió que no tenía ni una
sola cuchilla de afeitar. “Menos mal
que todavía no hemos sacado las que nos
tocan este mes en la bodega". Se secó y
salió del baño. Regresó al dormitorio.
Volvió a encender el radio. Ahora la voz del
locutor insistía en la importancia de
llegar puntualmente el domingo a la defensa.
Comenzó a vestirse, y se puso un short
viejo sobre el calzoncillo y un pulóver desteñido
Que usaba solamente para estar en la
casa, pues no le gustaba tener el torso al aire.
Recordó la defensa: no se podía apartar
de esa idea, porque el domingo había
pensado ir con su mujer y su hijo al
monte, a casa de sus suegros, a pasarse el día
lejos de esta avalancha de tareas,
actividades y reuniones que durante toda la
semana lo atosigaban, y a buscar frutas
y viandas. La defensa, o sea, las prácticas
de la llamada preparación combativa de
todos los ciudadanos menores de cincuenta
años, lo había marcado. "Total, ir
allí a perder dos o tres horas, oyendo al sargento leer
un mamotreto que nadie oye en realidad,
y después repetir malamente una parte de lo
que leyó". Pensó que si fueran
prácticas de tiro se pasaría mejor. "El tiro le gusta a todo el
mundo, es entretenido y
emocionante". Se dirigió a la cocina y calentó un poquito
de café. Encendió un cigarro y se sentó
a leer el periódico. "Ahora sí estoy fresco. A
ver si este serial español de esta noche
sirve para algo". Su mujer demoraba. Pensó
que probablemente la habrían citado para
alguna reunión urgente de última hora,
cosa que acostumbraban a hacer en su
centro de trabajo, y no se preocupó.
Vendría con el niño, seguro. Cuando
terminó de leer el periódico volvió al dormitorio
y mecánicamente apagó el radio que había
dejado encendido al salir. Eran las
siete en punto y comenzaba el noticiario
resumen de esa emisora, cuyos titulares no
llegó a oír. "Me vuelven a repetir
lo del domingo en la defensa y lo reviento contra
el piso". No tenía nada que hacer y
al llegar a la sala se le ocurrió encender el
televisor. Al aparecer la imagen vio el
rostro lindísimo de una joven que anunciaba,
con énfasis, que esa noche la televisión
retrasmitiría el discurso pronunciado por el
Primer Secretario del Partido en el acto
de recibimiento a las tropas que habían
cumplido una misión internacionalista en
un país de Africa. Apagó el televisor y se
quedó en el medio de la sala como en
éxtasis. Se tocó las mejillas. Se asomó por
las persianas y al mirar afuera sus ojos
se clavaron en el letrero de la cerca del
círculo: ESTE DOMINGO MI CITA ES CON LA
PATRIA... Movió la cabeza, cerró las
persianas, se dirigió al dormitorio y se
tiró en la cama. "Así que el discurso del
Primer Secretario otra vez. Al carajo el
serial". Se recostó y cerró los ojos. Pensó
que tenía que cuidarse, porque el infarto
había pasado a ser la segunda causa de
muerte en el país.
Augusto Lázaro
@lazarocasas38
(recuerdos de
aquellos años en la “nueva Cuba”)
pd: a partir
de enero de 2018 no se publicarán más cuentos en este blog. En su lugar, se
publicarán poemas y otras menudencias literarias y similares. Podrán encontrar
cualquier cuento que deseen leer acudiendo al blog y buscando el índice o en la
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